martes, 21 de febrero de 2017

Los caminos tortuosos de un guitarrista de… ¿jazz?

Larry Coryell, fallecido a los 73 años, fue maestro de todos los estilos en general y de ninguno en particular


El guitarrista estadounidense Larry Coryell, en 1996 en Nueva York.


“¿Sabes la última?”, me decía un excitadísimo Bob Mover en un bar sin nombre de la calle 44, en Nueva York, hace poco menos de un mes, “Larry está montando un nuevo trío para tocar en Europa y quiere que vaya con él”. El improbable trío de guitarra (Coryell), saxo (Mover) y contrabajo (Ron Carter) ya no verá la luz de los escenarios. Larry Coryell, de 73 años, falleció inesperadamente el pasado domingo “por causas naturales en su habitación de hotel”, según se indica en una nota de prensa. La noche anterior había tocado sin mayor novedad en la sala Iridium, de Nueva York.
Indeciso, omnívoro, Larry Coryell (Galveston, Texas, 1943) fue un maestro de todos los estilos en general y de ninguno en particular: “Si quiere calificarme de algún modo”, contaba a quien suscribe, “diga que soy un músico de jazz que nació en la era equivocada”. Como tantos de su generación, Larry Coryell vio en Jimi Hendrix al nuevo mesías de la guitarra de jazz. Ello, a pesar de ciertas pequeñas “diferencias de criterio”: "Por lo que a mí respecta, Jimi es el músico más grande que nunca ha existido, aunque le odio porque me despojó de lo que era mío”. Coryell llegó incluso a rechazar la invitación de su amigo-enemigo para tocar en uno de sus discos. Motivo: “Estaba demasiado colocado”. El guitarrista había pasado de la Malagueña de Lecuona al rock adolescente y la improvisación alucinada; y de una pequeña ciudad del estado de Washington, donde transcurrió su primera juventud, a la Gran Manzana.
Allí, Coryell va a alternar con la realeza del rock business —Zappa, The Velvet Underground, The Doors— en sus apariciones en The Scene teloneando a The Rascals: “De repente, me vino la idea, ¿qué hubiera pasado si Coltrane y George Harrison se hubieran conocido?, ¿qué habría salido de eso?”. La respuesta llegaría en el año 1969, con Memphis underground, el disco del flautista Herbie Mann, con algunas de las intervenciones más delirantes nunca registradas del guitarrista: “Alguien escribió que era como si Wes Montgomery se hubiera vuelto loco de repente”, recordaba el guitarrista, “y estoy de acuerdo”.
Ese mismo año verán la luz Coryell —en portada, una foto de familia, con el guitarrista, sus dos hijos y su mujer, Julie Nathanson-Coryell, autora del primer estudio de alcance en torno a la historia de la música de fusión— y Spaces, disco fundacional del entonces conocido como jazz-rock, irónicamente en formato acústico: "Son dos amores distintos, la guitarra acústica y la eléctrica. Lo que la una me da no me lo da la otra, y viceversa”. Cuatro años más tarde, Coryell fundará The Eleventh House como una alternativa carnal y funky a la Mahavishnu Orchestra de McLaughlin. Llegará a grabar en sesión informal con el propio Miles Davis. En la mayoría de sus conciertos, sin embargo, estaba sólo en medio del escenario, lo que no era una opción, sino una necesidad: “Básicamente, nadie quería tocar conmigo”. Aún así, se las ingenió para tocar a dúo con otros guitarristas —Philip Catherine—, una experiencia que repetiría una década más tarde durante su visita a Palma de Mallorca, para tocar a trío con Joan Bibiloni y Tito Alcedo.
Su primera visita a nuestro país tuvo lugar algunos años antes, en 1979, durante la gira europea de la primera versión de The Three Guitars. Una vez más, los “problemas personales” del guitarrista obligaron a su sustitución por el más que discutible Al Di Meola. La muerte sorprendió a Larry Coryell mientras trabajaba en la música de su primera ópera: Anna Karenina.

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