jueves, 20 de febrero de 2020

Los Extrabases de Alfonso Saer



EXTRABASES
Por Alfonso Saer

EN el sonadísimo caso del robo electrónico de señas la profunda verdad no está completa. Se ventila en diferentes estrados. Versiones, criterios, circulación de declaraciones y acusaciones. Una cosa nos parece rigurosamente cierta: los autores del descaro no tenían ni la menor idea del escándalo que iban a provocar con su ilegal procedimiento. Creemos que, menos aún, sabían las consecuencias procedentes de su lamentable iniciativa... EN MLB la trampa, o algo que se le parezca, tiene repercusiones de alto calibre. Las autoridades cuidan la limpieza moral como ningún otro tesoro del juego. Ni los esteroides, ni las drogas recreacionales, el alcoholismo o la violencia doméstica reciben un tratamiento tan riguroso a la hora de acusar y sentenciar. Lo que quizás para muchos era una simple diversión, una manera supra legal de atrapar las señales de los catchers, ha resultado en una acción que atenta severamente contra los destinos fundamentales del juego, la transparencia. Por eso es que muchos culpables por violar normas y códigos en los restantes renglones son sancionados temporalmente y con el tiempo perdonados por la opinión especializada. En cambio, Pete Rose sigue sancionado de por vida y sin perdón a la vista. Apostó y manchó la ética, sembró anchas dudas.

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LA afición venezolana ha sentido en carne propia las acusaciones contra José Altuve, uno de los principales ídolos que haya tenido el país en su dilatada presencia ligamayorista. Se ha dividido la opinión pública entre quienes lo atacan y quienes lo defienden. Estamos hablando de un tácito bateador de trescientos, con tres títulos de average —promedio global de .315— y cuatro campañas encima de los doscientos hits, asombroso rendimiento con su pequeña estatura. Es un reputado bateador de visitante y atiende con calidad el resto de los órdenes del juego. Mirar su palmarés es llenar la columna de guarismos relumbrantes... LA función periodística no es reprenderlo o librarlo, mientras no esté clara su situación. Pero uno desea que lo declarado por su compañero Carlos Correa —muy valiente y decidido— sea tan contundente como veraz. Pensamos que nadie sale sin poseer la verdad con una defensa tan elocuente y rotunda. Ojalá y, como dice Correa, el criollo sea uno de los que vio de reojo y con disgusto la utilización de la trampa tecnológica para obtener las señas del rival. Otra cosa tan prístina como el agua de manantial es que Altuve no necesita de esos artificios para batear. Ligamos que salga de esa olla hirviente si procede su inocencia. Ojalá, insistimos... MIENTRAS el globo se infla, Boston y Houston parecen condenados irremediablemente. No es descartable que puedan perder sus títulos mundiales recientes. El expediente se ensancha y las investigaciones arrecian. Veremos.

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TONY Fernández fue un torpedero maravilloso, reputado. El sábado nos entregaron la ingrata noticia de su muerte por un derrame cerebral. Tenía 57 años el nativo de San Pedro de Macorís, gran amigo de venezolanos porque compartió con la generación de Fred Manrique —su compadre— Tobías Hernández, Luis Leal, Robert Pérez y Luis Sojo, entre otros. Le decían "Cabeza" y su fildeo era artístico. Recordamos que tiraba de memoria a primera y seguía camino del dugout con el tercer out por la certeza de sus disparos. Con Toronto ganó cuatro Guantes de Oro y participó en tres Juegos de Estrellas. Estuvo activo hasta los 39 años en 17 temporadas. Su promedio de fildeo total es de .978. Lo firmó el inmortal scout Epi Guerrero... COMENZÓ el proceso de votación para seleccionar los nuevos miembros del Salón de la Fama del Beisbol Venezolano. En columnas posteriores daremos a conocer los seis nombres —máximo permitido— que hemos escogido como nuestros candidatos. Uno de los que aparece por vez primera en el listado es Robert Pérez, quien debería entrar en su primer año de opción.

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MARTÍN Prado significó la trascendencia del jugador utílity. Como tal se hizo valer en Grandes Ligas y de esa misma manera consiguió un puesto de categoría en los cuadros que defendió. El maracayero hace mutis a los 36 años aquejado por lesiones recurrentes y deja la capitanía de los Marlins de Miami, camiseta que defendió en las cinco campañas recientes, pero siempre de visita en la lista de inhabilitados. En seis de sus catorce zafras culminó sobre trescientos, largó exactamente 10 jonrones y remató con un global de .288, a pesar de los bajones en las tres últimas temporadas. Porte de líder, caballero sin mácula, Prado, reiteramos, representó la esencia del jugador polivalente... LA osadía de Ronald Acuña es agradable, propia a veces de un joven que siente sin techo sus probabilidades estadísticas en el futuro inmediato. El 40-40 es propiedad de cuatro figuras históricamente y el guaireño se quedó a las puertas en el 2019. Él se atreve a pretender el 50-50, sueño que nadie le discute porque las marcas están para ser superadas. No pasa de ser un alarde propio de quien ha demostrado que no le teme a los retos y desafía lo superlativo. Cincuenta cuadrangulares y otras tantas bases robadas. Allá voy, dice el joven de 22 años, que embolsará desde el 2022 y durante seis calendarios hasta 17 millones de dólares en cada torneo. Una guará.

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Publicada en La Prensa de Lara, el martes 18 de febrero de 2019. Aquí reproducida con autorización del autor.

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