El ejercicio físico practicado por quienes padecen esta enfermedad puede generar importantes avances en la motricidad del paciente; existen múltiples técnicas que son beneficiosas
Por Jane E. Brody, The New York Times News Service
Por Jane E. Brody, The New York Times News Service
Susan Sills, una artista de Brooklyn (Nueva York) que hasta hace poco hacía siluetas tamaño natural en madera usando una sierra eléctrica, sospechaba desde hacía tiempo que podría estar en riesgo de desarrollar el mal de Parkinson. Su madre y su abuelo tuvieron este trastorno neurológico del movimiento, y ella sabía que a veces es hereditario.
Así que no se sorprendió cuando, a los 72 años de edad, notó por primera vez temblores en sus manos y un neurólogo confirmó que tenía la enfermedad. Al verla en acción tres años después sería difícil que cualquier persona lo notara. Se para derecha, camina vigorosamente, habla con voz fuerte y mantiene una agenda de actividades que cansaría a alguien de la mitad de su edad.
Dejando sensatamente de lado la sierra eléctrica, Sills ahora produce joyería artística intrincadamente diseñada. También es maestra en el Museo de Brooklyn, participa en una galería de arte cooperativa y ayuda en el negocio de su esposo entreteniendo a los clientes.
Sills atribuye su energía y bienestar en parte al medicamento que toma, pero principalmente a las horas que pasa trabajando con un fisioterapeuta y entrenador personal, quien le ayudó a desarrollar un régimen de ejercicios que, aunque no suponen una cura, puede aliviar los síntomas del Parkinson y frenar el progreso de la enfermedad.
"Los ejercicios me hicieron funcionar", dijo Sills, al permitir que disminuyeran síntomas como los pequeños pasos, los movimientos lentos y diminutos y la escritura ilegible.
"Entre más pronto empiecen las personas a ejercitarse después de un diagnóstico de Parkinson, más alta es la intensidad del ejercicio que alcanzan y mejor están", dijo Marilyn Moffat, fisioterapeuta en la Universidad de Nueva York. "Se ha demostrado que muchas actividades diferentes son benéficas, incluidas el ciclismo, el boxeo, la danza y caminar hacia adelante y hacia atrás en un caminador. Si a alguien no le gusta una actividad, hay otras que pueden tener resultados igualmente buenos".
"Cuanto más pronto empiecen las personas a ejercitarse después de un diagnóstico de Parkinson, más alta es la intensidad del ejercicio que alcanzan y mejor están" - Marilyn Moffat fisioterapeuta en la Universidad de Nueva York
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Desafortunadamente, añadió Moffat, "nadie le dice a las personas con Parkinson lo que podrían y deberían hacer a menos que se pongan en contacto con un fisioterapeuta". El retraso típico en empezar un programa de ejercicios eficaz también se origina en la capacidad de la medicación para aliviar los primeros síntomas, dejando a los pacientes con poco incentivo para ejercitarse.
Hábito de ejercicio
Aunque todos pueden beneficiarse del ejercicio, es especialmente importante para las personas con un trastorno del movimiento progresivo como el Parkinson, que puede derivar en debilidad, rigidez, dificultad para caminar, mal equilibrio y caídas, así como un procesamiento cognitivo disminuido.
"Se ha demostrado que muchas actividades diferentes son benéficas, incluidas el ciclismo, el boxeo, la danza y caminar hacia adelante y hacia atrás en un caminador"
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El ejercicio con regularidad confiere niveles elevados de acondicionamiento físico, una mayor sensación de bienestar, músculos y huesos más fuertes, articulaciones más sanas, una respiración más eficiente, y una mejor digestión y circulación sanguínea. El resultado es una salud física, mental y cognitiva mejorada, todo lo cual es especialmente importante para personas con una enfermedad crónica.
Para los pacientes de Parkinson en particular, el ejercicio regular adaptado a sus necesidades puede resultar en una mejor postura, menor rigidez, mayor flexibilidad de músculos y articulaciones, la capacidad para caminar más rápido y de manera más segura, menos dificultad para desempeñar las tareas de la vida diaria, y una calidad de vida más elevada en general.
Los pacientes que participan en programas de ejercicios diseñados para mitigar los síntomas y quizá retrasar el progreso del Parkinson "pueden funcionar independientemente a un nivel más alto, tienen sensaciones más altas de bienestar, y son más felices con su calidad de vida", dijo Moffat, quien ha sido testigo de importantes mejoras en las personas con quienes ha trabajado.
Alternativas variadas
Entre las muchas opciones de ejercicio está un programa de agilidad que incorpora los principios del tai chi, andar en kayak, boxeo, zancadas y Pilates. Fue desarrollado y probado como seguro y efectivo por Laurie A. King y Fay B. Horak en la Universidad de Salud y Ciencias de Oregón. El curso de agilidad incluye desplazamientos por esquinas, umbrales, pasillos y áreas pequeñas; tareas como caminar levantando alto las rodillas y tocándolas con las manos; saltar, y moverse de un lado al otro.
En un reporte sobre su trabajo en Physical Therapy, la publicación de la Asociación Estadounidense de Terapia Física, King y Horak explicaron que el ejercicio intenso puede mejorar la "plasticidad" del cerebro, proteger contra la degeneración del sistema nervioso e incluso revertir los déficits motrices.
Otro programa, llamado Rock Steady Boxing, fue fundado por Scott C. Newman, un ex fiscal en el Condado de Marion, en Indiana, que desarrolló el mal de Parkinson a los 40 años de edad. Reportó importantes mejoras en su salud física, agilidad, funcionamiento diario y calidad de vida poco después de que empezó con ejercicios de alta energía haciendo movimientos de boxeo unos años después de su diagnóstico.
Aunque es mejor empezar un programa de ejercicios desafiante al inicio de la enfermedad, Moffat y Newman dicen que puede ayudar en cualquier etapa.
El ciclismo como terapia de pareja
Una experiencia personal, de un ciclista de campo traviesa, resultó en un programa de ciclismo en pareja para pacientes de Parkinson. En un recorrido de 321 kilómetros a través de Iowa, Jay Alberts, un ingeniero biomédico en la Clínica de Cleveland, pedaleó en la posición de líder con una mujer con Parkinson. El ritmo que él estableció la obligó a pedalear un tercio más rápido de lo que lo habría hecho sola. Los temblores de la mujer desaparecieron mientras estaba pedaleando, y Alberts luego demostró que la capacidad del pedaleo forzado para suprimir los síntomas del Parkinson puede persistir por semanas. Alberts sospecha que el ejercicio de alta intensidad cambia la forma en que el cerebro procesa el movimiento, resultando en una función motriz mejorada. Los beneficios del ciclismo acompañado pueden lograrse bajo techo y en el exterior.
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