David Bittan Obadía
“Sin inundarme con la alegría que llevan tus pasos y, ya cada vez más cerca, sólo imagino tu llegada en sonrisa.Libertad.”
Ante la polémica que suscitan las recientes actuaciones en contra de la Fiscal General de Venezuela, se abre en el mundo una polémica que perjudica enormemente la imagen del gobierno, pues ya no se cuidan ni las formas.
La Fiscal, tenga o no razón con lo que hace, desde mi punto de vista, si somete a trámite ante el supremo la nulidad de la constituyente, propuesta por el ejecutivo, y su escrito sin desperdicios, se resume en estas líneas: “Una Constituyente, a espaldas del pueblo, no es Constituyente".
Dentro de las filas del partido de gobierno también hay preocupación en voz baja y en voz alta. Para muestra, un botón; en este caso las palabras de la ex ministra, Maripili Hernández: “Además de pretender usar la justicia para retaliaciones personales, es una vergüenza lo que ha hecho Carreño contra Luisa Ortega Díaz. Inaceptable”.
Si ralamente se hiciera una sensata consulta dentro de los simpatizantes del gobierno sobre el tema de la Constituyente y de lo que ella implica, estoy más que seguro que sus resultados serían muy adversos al proyecto.
La Constituyente plantea un cambio de sistema y la imposición de un modelo sin estructura democrática, que ya nacería con defectos pues se está planteando como una imposición.
Ahora ya la Fiscal no sirve. Ya cumplió su objetivo. Caducó y entonces hay que decretar su incapacidad, o removerla por alguien que “sí haga el trabajo”, al estilo, Juana de Castilla (“Juana la loca”), a quien su padre e hijo la encerraron para apartarla del trono.
Lo interesante ahora es saber quién puede destituirla y la respuesta es: la Asamblea Nacional quien tiene la función expresa de remoción de los integrantes del Consejo Moral Republicano, con el previo pronunciamiento del Supremo y sobre una falta grave cometida, lo que significa que esta no la tienen fácil quienes pretendan optar por ese camino y cualquier atajo será ponerse en evidencia otra vez en una aventura más, que nos hace estar en el mundo como Jaimito el de los chistes: ¡ siempre, en nada bueno!
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