Su sensibilidad está presente en discos de éxito de Elton John, Bowie, los Rolling Stones, Nilsson o Carly Simon
Paul Buckmaster, arreglador y compositor, falleció el martes 7 en Los Ángeles, por causas no especificadas. Buckmaster, nacido en Londres hace 71 años, trabajó con Elton John, David Bowie, los Rolling Stones, Leonard Cohen y Miles Davis, antes de instalarse en California y abrir el abanico a todo tipo de músicas, desde el country de Dwight Yoakam al rock duro de Guns N’ Roses.
La revolución contracultural de finales de los sesentafacilitó que muchos músicos de conservatorio probaran suerte en el mundo del pop, entonces en plena expansión estética. Como chelista, Buckmaster tocó con los Bee Gees, durante su época de pop barroco, aparte de integrarse en la Third Ear Band, inclasificable agrupación underground con la que puso banda sonora al Macbeth de Roman Polanski. También colaboró con músicos experimentales como el pianista de jazz Neil Ardley y el percusionista Morris Pert. Su buena predisposición le colocó como instrumentista invitado en los discos más inverosímiles.
Buckmaster detectó un hueco en el mercado: los artistas punteros detestaban las cuerdas convencionales, consideradas marcas infamantes del pop comercial; recuerden la resistencia de los Beatles a la hora de arropar Yesterday o Eleanor Rigby. De hecho, una de las causas de la separación del cuarteto fue el añadido, por parte de Phil Spector, de capas de orquesta y coros al álbum Let it be.
Pero ¿qué hacer con canciones que pedían a gritos una orquestación para convertirse en alimento pop? Se trataba de eliminar la sacarina y conectar con el espíritu de la canción. Así, Buckmaster recreó un ambiente cósmico para Space oddity, de David Bowie, o un fondo gélido para Moonlight mile, de los Stones. Fue, sin embargo, con Elton John cuando pudo usar las cuerdas sin pudor: el pianista quería saltar de artista favorito de la FM a inquilino fijo en las radiofórmulas; Tiny dancer o Your song no alcanzarían su grandeza sin el empujón de la masa orquestal diseñada por Buckmaster.
Durante un tiempo, Buckmaster facturó pop adhesivo para Nilsson (Without you) o Carly Simon (You’re so vain), a la vez que aceptaba retos arriesgados, como excitar la creatividad de Miles Davis para lo que sería On the corner (1972), tras dos meses de convivencia en la casa neoyorquina del trompetista; sugirió a Miles usar los teclados, algo que algunos nunca le perdonaron. También, por petición del productor Keith Olsen, metió coros y orquesta en Terrapin Station (1978), a pesar de la reticencia de los Grateful Dead.
Trasplantado a California, Buckmaster se convirtió en un mercenario de lujo, disponible para cualquiera que pudiera pagarse sus servicios. Así se le puede encontrar en un disco de Julio Iglesias Jr., o en los ambiciosos proyectos de Ben Folds. Profesionalmente, era valorado por su rapidez y eficacia (generalmente, dirigía la grabación de sus arreglos). Se adaptó sin problemas a la era digital, utilizando los sintetizadores como complemento de los instrumentos nobles. Y se permitía sus caprichos: en la banda sonora para Doce monos (1995), la película de Terry Gillian, recreaba una partitura de Astor Piazzolla.
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