Lejos de las pasarelas, estas maniquíes le ponen cara a la venta de moda online, que supera los 1.000 millones de euros al año en España
Viliane Pego posa en la terraza de un hotel en el centro Madrid. |
SARA ROSATI
La primera vez que una cliente le dijo a la modelo brasileña Viliane Pego que estaba gorda se quedó en shock. Estaba trabajando en Turquía y se probó un vestido cuando le cayó el jarro de agua fría. “Estaba gorda sí, pero para lo que ella pedía”, cuenta desde el hotel Meliá en el centro de Madrid. Ese día entendió que debería construir una confianza sólida en sí misma para poder ejercer su profesión, la de modelo comercial especializada en lencería y bikini. Este tipo de modelos no pisa las pasarelas de Milán o París sino que trabajan en estudios fotográficos para catálogos y anuncios de televisión.
“Ganamos más que las modelos de pasarela porque a nosotras nos pagan también el derecho de imagen”, explica la joven de 27 años. Según explica su representante Carlos Barril, los porcentajes varían pero, en general, las modelos se llevan un 70%, la agencia madre (su representante principal) un 10% y las agencias sobre el terreno un 20%. Las campañas no tienen un precio estándar. “Las más básicas cuestan unos 3.000 euros y una gran campaña puede superar los 100.000”, dice Barril. El negocio de la moda mueve en torno a 30.000 millones de euros en España, lo que representa un 2,8% del PIB, según el Observatorio de la moda española. Es el cuarto país de Europa que más moda exporta, tras Francia, Italia y Alemania.
Lo que las diferencia a las modelos comerciales de las de pasarela principalmente son las medidas. “No se les exigen medidas tan estrictas, con 1,70 ya pueden trabajar”, cuenta Barril, que es fundador de Talent Model, la agencia madre de Viliane. Sin embargo, el 90-60-90 sigue presente. Explica que para el pecho quizás 90 es mucho, pero de cintura se exige un 58-62 y de cadera 90 es lo ideal. “Las medida no las ponemos nosotros, sino los diseñadores”, dice. También explica que dependiendo del país se exigen unas medidas u otras: “En Turquía o en la India son más flexibles y en pasarelas como Milán piden medidas casi imposibles”. A finales de mayo, el Congreso aprobó el establecimiento de medidas legales oportunas que regulen la actividad de modelo para luchar contra la anorexia y evitar la influencia negativa de la publicidad.
“La estructura de la moda ha cambiado mucho, ahora hay modelos de todos los cuerpos”, analiza Viliane. Ella se considera en un término medio, ni tiene las medidas de una modelo de pasarela, ni pertenece a las modelos XXL. Pero la presión está ahí. “Yo sé distinguir muy bien mi tiempo de vacaciones, en los que me doy mis caprichos, del que estoy trabajando”. Su trabajo consiste en hacer temporadas de unos tres meses en ciudades alrededor del mundo. Ha trabajado en Grecia, Turquía o la India. Pero no importa dónde esté, la dinámica siempre es la misma. “Convivo con muchas chicas, hago ejercicio, cuido mi alimentación y mi día a día es hacer un casting tras otro”. Ha llegado a hacer once castings en un solo día. “Si les dijeran que sí a uno de cada diez no les faltaría trabajo nunca”, dice Barril. Pero la realidad es otra. Se enfrentan a negativas constantes. “Es una profesión arriesgada, que si no estás bien emocionalmente y segura de ti misma te puede afectar bastante”, cuenta la modelo.
Ella sin embargo ama su trabajo. Uno de los momentos más gratificantes que vivió fue el de aparecer en una campaña en la India. “Ver mi cartel gigante en una calle de Bombay fue un sueño”, cuenta con entusiasmo. Esas alegrías las comparte con sus seguidores en Instagram, que por ahora son unos 4000. “Soy una friki de las redes, público todo lo que hago”, cuenta. Las marcas valoran la presencia de las modelos en redes sociales para conseguir un mayor alcance. Según Modaes las ventas de moda a través de Internet representaron casi un 8% de la facturación total del ecommerce en España en 2016. Y en los primeros nueve meses del 2017 se elevaron un 24%, hasta 1.215,7 millones de euros.
Y para Viliane es una manera de desmitificar la imagen de las maniquís. “Rompemos con el estereotipo de modelo muñeca porque nos mostramos tal y como somos”, cuenta. Lejos queda aquel día de 1988 cuando Kate Moss fue descubierta por casualidad en el aeropuerto internacional John F. Kennedy por Sarah Daukas. “Ahora las agencias y las marcas buscamos a nuestros modelos desde cualquier parte del mundo en redes sociales”, dice Barril. En un mundo en el que las compras online suponen cerca del 20% del total de ventas de ropa y accesorios en Europa, el estatus en redes es fundamental. La próxima parada de la brasileña es Londres, de ahí irá a Berlín o Dubai, donde firme antes. Todos sus movimientos quedarán guardados en sus stories de Instagram. “Mi sueño es terminar trabajando en Miami, Los Ángeles o Nueva York”, concluye Pego.
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