En una reforma tributaria que se estrenó el primer día del año, cuyo éxito dependerá de que logre estimular el emprendimiento; con unincremento salarial del 6 por ciento para los que ganan el sueldo mínimo, lo que les permitirá a los hogares mayor capacidad de consumo, y una inflación que da señales de que se mantendrá dentro del rango meta del Banco de la República (2 y 4 %), las cartas están puestas en el país para que se produzca un crecimiento de la producción por encima del 3 por ciento, lo que ubicará a esta economía en el 2019 en el quinto lugar entre las que más crecen en América Latina.
De hecho, durante esta semana el Banco Mundial hizo una revisión de sus pronósticos y, aunque prevé un panorama de desaceleración global en comparación con el año anterior, la proyección de Colombia la dejó quieta, en 3,3 por ciento, argumentando que inclusive la migración de venezolanos podría continuar generando valor agregado a la economía. “Podría resultar en un aumento del crecimiento como consecuencia de una mayor oferta de mano de obra y un mayor consumo e inversión”, indica el informe.
Los buenos augurios del Banco Mundial para que la producción nacional esté por encima de la de Brasil (2,2 %), Argentina (- 1,7 %) y México (2 %), y solo por debajo de la de Bolivia (4,3 %), Paraguay (3,9 %), Perú (3,8 %) y Chile (3,5 %) tienen varios sustentos, sin descontar que también hay amenazas.
Para Camilo Pérez, gerente de investigaciones económicas del Banco de Bogotá, si bien no hay duda de que el crecimiento del país en este año será mayor que el del año anterior, también es clave no ser tan optimistas, teniendo en cuenta los coletazos que pueden provenir del entorno mundial.
Entre los pilares que destaca Pérez, para sostener una economía con mejor expansión que la del 2018, están el hecho de que el panorama para el consumo de los hogares es favorable.
“Las tasas de interés continuarán a la baja, lo que se da la mano con un incremento salarial del mínimo en un 6 por ciento, que aumentará el poder adquisitivo de las familias y, a su vez, permitirá que los hogares se pongan al día en el consumo de bienes durables, lo cual estaba frenado en los tres años anteriores”.
Por el lado del empleo, aunque el experto del Banco de Bogotá no prevé cambios en el mercado laboral, por el hecho de que las empresas tengan que pagar un sueldo mínimo más alto, el director del centro de pensamiento Anif, Sergio Clavijo, sí ve algún riesgo.
Mientras Pérez estima que el mayor gasto empresarial por un mejor pago laboral se compensará con la necesidad de una producción más alta para abastecer la demanda de artículos que crecerá, Clavijo estima que habrá un repunte del desempleo urbano.
“La mejora en el desempleo nacional, donde pronosticamos una leve corrección hacia tasas del 9,4 por ciento (promedio anual) versus el 9,6 por ciento que habría promediado en 2018, se verá opacada por la persistencia de un desempleo urbano cercano al 11 por ciento (con alta incidencia de los migrantes venezolanos)”.
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