Pasan los años, cambian los gobiernos, varían las situaciones y los momentos históricos de los países, pero el comportamiento de la extrema izquierda a lo largo del tiempo siempre es el mismo. Se murió Stalin, ha desaparecido la URSS, se ha caído el oprobioso muro de Berlín, oficialmente, pero solo oficialmente casi no existen los partidos comunistas, dejando espacio a otros partidos, a lo mejor con la misma ideología aunque con distintas razones sociales y con una falsa parecencia democrática, han aparecido en la escena política mundial nuevos líderes bajo distintas banderas pero, “el contexto degenerado” de la extrema izquierda ha permanecido intacto.
Y cuando hablo de “contexto degenerado” me refiero a la intolerancia hacia los que son diferentes y piensan de una manera distinta, al convencimiento de que “ellos” son los mejores, a esa certeza arrogante de creer que son los únicos buenos y honestos y que siempre tienen la razón, al rotundo rechazo a confrontarse con los demás, a esa innata superioridad, a la rabia, al rencor, a la repulsión, al odio y hasta a la excomulgación política, hacia todos los que no están dispuestos a someterse a las órdenes incondicionadas de los opositores.
Y la ofuscación mental de esa gente es tan arraigada que de nada sirven los reveses, los desaciertos, los fracasos que se han producidos en todos los países donde, durante los ultimos cien años, es decir después de la revolución de octubre en Rusia, se ha intentado imponer esa utópica ideología. Y el condicionamiento mental de esa gente es tan fuerte que pretenden hacer creer que el nivel de vida de la CUBA revolucionaria, donde después de 60 años de castro comunismo, todavía hay racionamiento de agua, de luz, de una serie de artículos de primera necesidad, no sea debido a las fallas de sistema sino a la crueldad del embargo americano.
Mienten, mienten siempre,a lo mejor convencidos de que, como decía Goebbels, una mentira repetida diez veces se convierte en verdad. Y así, mentira tras mentira, no solamente han logrado sobrevivir a cien años de fracasos sino que a pesar de los inmensos daños provocados y de las espantosas atrocidades cometidas, siempre han podido encontrar nuevas motivaciones para infiltrarse alevosamente en los meandros del ánimo humano.
Y mientras haya pueblos pobres e indigentes y mientras haya gobernantes sedientos de poder que se creen los únicos depositarios de la verdad, de la moral y de las virtudes públicas, siempre habrá ideologías que, inspirándose a ese “contexto degenerado” de la extrema izquierda y contaminadas por el germen del estalinismo mas radical, tendrán la ilusoria pretensión de arreglar todos los problemas del mundo, de lograr una utópica igualdad entre los hombres.
Por eso yo sostengo que cuando un hombre, o un grupo de hombres, sirviéndose de la fuerza y el engaño, llevan su pueblo a la ruina económica y moral, “rebelarse no es solamente un acto de justicia, sino un deber patriótico”!
Desde Italia Paolo Montanari Tigri
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