Fue prospecto de Cleveland y estrella en la liga invernal venezolana. Ahora es protagonista en los playoffs de las Grandes Ligas, como la figura cuyo talento supo explotar Tampa Bay
Por Ignacio Serrano
ElPlaneta.com
Los scouts esperaron largo tiempo por los batazos que hoy reparte Yandy Díaz, el milagro cubano de los Rays.
El toletero derecho salió de su país y firmó con los Indios, generando expectativas de inmediato, por su talento. Es fuerte, tiene un swing rápido y con el paso del tiempo agregó una musculatura que ahora le da estampa de slugger.
No debería sorprender que este martes haya castigado de esa manera a Sean Manaea, el abridor de los Atléticos, a quien maltrató por partida doble, sacándole la pelota del campo en el primer inning y de nuevo en el tercero, allanando el camino de la victoria 5 carreras por 1 en el último duelo de los comodines, el de la Liga Americana.
Díaz hizo historia con esos tablazos. No solamente se unió a Kendrys Morales y al legendario Tany Pérez como los únicos representantes de Cuba con encuentros de dos cuadrangulares en un juego de playoff en las Grandes Ligas; mejor todavía, Elias Sports Bureau informó de inmediato que apenas cinco toleteros en la historia de las Mayores han largado bombazos en sus primeros dos turnos de su primera postemporada.
El nativo de Sagua La Grande brilló en la pelota invernal venezolana con el Caracas, una divisa donde todavía le sienten como propio. En su primera pasantía por ese circuito perdió el título de bateo en el último día de acción. Cuando un reportero de MLB.com le interrogó acerca del vértigo que quizás sentiría al actuar como visitante en la acción de octubre, delante de 50.000 aficionados rivales, se encogió de hombros, sin aparente preocupación.
“Allá en Cuba yo jugaba delante de hombres armados”, soltó.
En Venezuela le tocó ser protagonista en estadios repletos, por la ancestral rivalidad entre sus Leones y el Magallanes, y este miércoles demostró que era verdadera su calma antes del duelo en Oakland.
En Cleveland no pudo triunfar. Solamente sacó una pelota y dejó un discreto OPS de .727 en dos campañas. Pero la gerencia de los Rays sabía de su potencial. Por eso pidieron que en diciembre estuviera en el cambio a tres bandas que cerraron con los Marineros y la tribu.
Prepararon un rediseño para él. Le hicieron elevar el ángulo del swing, porque de poco vale la fuerza si la pelota no va por el aire. Y por eso sacudió 14 bambinazos en su primera zafra en la Costa Este, con .816 de OPS.
Una fractura limitó su participación a 79 duelos con Tampa Bay, pero regresó el domingo. Justo a tiempo de mostrar ese swing reconstruido, ese talento que habían visto siempre los scouts y ese buen ojo de los Rays, el club con el presupuesto más pequeño en la MLB, que hace milagros por su capacidad de evaluación.
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Publicado en El Planeta de Boston, el miércoles 2 octubre de 2019.
Ignacio Serrano
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