viernes, 1 de noviembre de 2019

¿Estamos preparados para ser supercentenarios?

¿Estamos preparados para ser supercentenarios?
María Branyas, de 112 años y medio, acompañada por Monserrat Valdayo, la directora de la residencia de Olot en la que vive

Ante las expectativas de mejora de la longevidad, el reto consiste en mejorar la calidad de vida

Cada vez envejecemos más y morimos más tarde, pero en 2019 ya no queda nadie vivo que hubiera nacido en el siglo XIX. Y eso que algunos expertos, como el genetista David Sinclair, apuntan que no falta mucho tiempo para que la esperanza de vida supere los 120 años, casi cuarenta más que el promedio actual en España.
Tal vez se llegue a esa aspiración estadística en el siglo XXII. Hay visionarios como Ray Kurzweil o el biólogo Aubrey de Grey, que proclama que una vez superada la barrera de los 150 años se llegará enseguida a la de los 1.000, pero sin resultados con los que sustentar tales afirmaciones. Y también invitan al optimismo éxitos en ratones de laboratorio, como los de Sinclair, profesor de Genética en Harvard, sobre reprogramación celular.
Expectativas y avances al margen, la realidad es que la demografía está cambiando en todo el mundo y los retos de futuro se acumulan. Según datos del INE, en España, a 1 de enero de 2019, había 11.692 habitantes centenarios, y 830, de 105 o más. Los mayores de 110, los llamados supercentenarios, eran un reducido colectivo de 236, según los datos del Grupo de Investigación de Gerontología (GRG, por sus siglas en inglés). Las personas que superan el siglo de edad se han multiplicado por 20 en los últimos cuarenta años, según un informe de Funcas y, en función de las proyecciones del INE, en tres décadas se triplicará el número de centenarios.

El cambio demográfico

En España había, a principios de 2019, 11.692 centenarios, veinte veces más que hace cuarenta años

De momento la mujer viva de mayor edad es la japonesa Kane Tanaka, que ha apagado ya 116 velas, según GRG, la entidad que nutre de datos sobre longevidad al libro Guinness de los récords. Las treinta personas más viejas del mundo son mujeres. El primer hombre, el japonés Chitetsu Wakanabe, con 112 años, ocupaba el lugar 32 en la actualización a principios de este año.
La persona más longeva de la que hay registro hasta la actualidad fue la francesa Jeanne Calment, que murió en 1997 a la edad de 122 años y 164 días. Es la decana de la humanidad, y como tal figura en el epitafio de su tumba en Arlés, la localidad que hizo famosa el pintor Van Gogh, con quien Calment aseguraba que tuvo trato cuando era adolescente. Ningún otro representante de la especie humana ha superado ni siquiera ha llegado a los 120 años.
Nuevos ensayos científicos dejan entrever que sería posible revertir el reloj epigenético del cuerpo humano. En concreto, la investigación de la Universidad de California Los Ángeles (UCLA), publicado este septiembre pasado, concluyó que se había rejuvenecido el sistema inmunológico y se había rebajado la edad biológica en 2,5 años de nueve voluntarios que durante un año ingirieron un cóctel de tres medicamentos, uno para la hormona del crecimiento y otros dos para la diabetes.

Éxito

Un pequeño ensayo clínico en California ha logrado revertir en 2,5 años la edad de nueve voluntarios

El estudio clínico es demasiado pequeño para que los resultados puedan ser considerados algo más que preliminares, pero refuerzan las tesis de que es posible actuar con fármacos para detener el envejecimiento y alargar la esperanza de vida.
“En temas de longevidad se ha establecido que un 30% obedece a razones genéticas y otro 70% a otros factores, de tipo ambiental, por ejemplo”, advierte el demógrafo Juan Manuel García González, profesor de la Universidad Pablo Olavide de Sevilla, cuyo grupo de investigación ha entrevistado a casi tres decenas de personas centenarias.
“Se ha observado también que en los casos de gente que vive más años el factor genético gana en importancia, pero incluso en ellos también influye todo lo que vivimos a lo largo de la vida, desde la escuela que estudiamos, la clase social, la dieta y el lugar donde vivimos”, valora García González, especialista en mortalidad y superlongevidad.
Marco Inzitari, director Asistencial del Parc Pere Virgili en Barcelona, opina que “lo trascendente no es cuánto más puede vivir sino cómo se puede vivir, que lo que se gane sea con calidad, y no con tantos años de dolencias o discapacidades crónicas”.

Lo trascendente no es cuánto más se puede vivir sino cómose puede vivir, ganar en calidad de vida”

“El verdadero reto de la sociedad es ganar años de vida activa porque correr se puede correr a los 80 y más años”, resume Inzitari, presidente de la Sociedad Gerontológica de Catalunya y que dirige el programa Àgil, que intenta detectar con anticipación a las personas que entrarían en la categoría de frágiles, es decir, con pre-discapacidades cuya aparición puede retrasarse con la adecuada atención médica.
La humanidad ha pasado de una esperanza de vida de 35 años a principios del siglo XX, a otra de casi 85 en la actualidad. Pero con una calidad de vida dispar. Por ejemplo, según la Encuesta de Salut de la Generalitat, el 71,3% de los catalanes mayores de 75 años padecen una enfermedad crónica, y un 39,2% son dependientes, sin autonomía personal.

El objetivo principal tiene que ser mantener la función fisica en la vejez y eso requiere un gran esfuerzo de prevención”

Antoni Salvà, director de la Fundació Salut i Envelliment de la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB), insiste en el mensaje de vida activa y alerta de las repercusiones que una mayor esperanza de vida: “Como incide la Organización Mundial de la Salud, el objetivo principal tiene que ser mantener la función física en la vejez y eso requiere un gran esfuerzo de prevención de las enfermedades”.
En el futuro la medicina deberá encaminarse hacia la personalización y, sobre todo, la prevención. “Eso sí es eficaz, junto a unos hábitos de vida saludables y la detección precoz de posibles enfermedades”, valora Salvà.

Reformas

La necesidad de adaptar el sistema sanitario

El envejecimiento de la población ha generado un fuerte debate sobre el futuro de las pensiones, pero plantea otros retos ambiciosos. El doctor Antoni Salvà, director de la Fundació Salut i Envelliment, destaca la reforma del sistema sanitario, que debe adaptarse a la nueva realidad social, a una pirámide de edad en trasformación: las personas pasarán de vivir veinte a cuarenta años más que la actual edad de jubilación: “La medicina personalizada no solo es una propuesta realista sino que es la más sostenible. La atención no podrá ser la misma para todos los pacientes, desde la prevención a los cuidados paliativos habrá que adaptar el sistema”.

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