Ana María Cuervo forma parte de un grupo internacional de científicos que estudia el envejecimiento como herramienta para combatir muchas enfermedades
Dice Ana María Cuervo (Barcelona, 1966) que la comida no es una de sus grandes pasiones, pero que tampoco le ha dado por hacer las dietas de restricción calórica que siguen algunos de sus colegas. Desde hace ochenta años, los experimentos con animales muestran que comer menos prolonga la vida y el tiempo que se vive con salud, pero los estudios que demuestren ese vínculo en humanos son complicados.
La codirectora del Instituto Einstein para la Investigación del Envejecimiento de Nueva York, cuenta también que se acaba de enterar de que en su laboratorio varias personas han empezado a practicar el ayuno intermitente, “que consiste en concentrar la misma cantidad de calorías en menos comidas”. “Eso tiene sentido porque en nuestro trabajo en el laboratorio, vemos que la autofagia [un sistema de reciclaje en el que las células se comen a sí mismas], que es necesaria para la limpieza celular, se activa cuando no comes durante un tiempo”, explica. “Lo que deberíamos hacer es comer tres veces al día, y no pasarnos todo el día picoteando porque no le damos tiempo a la autofagia a hacer la limpieza de las células”, añade. El ayuno intermitente obliga a cuadrar bien los horarios de las fiestas en su laboratorio, “porque hay que contar con cuándo puede comer cada uno”, continúa la investigadora. Aunque trabajan con animales, los efectos positivos sobre su salud han convencido a los científicos para cambiar sus propios hábitos.
Hace unos días, Cuervo estuvo en Madrid como organizadora de la Primera Conferencia Europea sobre Gerociencia, impulsada por la Fundación Gadea, un encuentro de expertos mundiales en envejecimiento que quiere cambiar el modo en que se enfocan las enfermedades. En los próximos meses, colaborará en el primer estudio del mundo que no tratará una enfermedad sino el envejecimiento mismo. Dirigido por Nir Barzilai, colega de Cuervo en la Escuela de Medicina Albert Einstein, probará si la metformina, una molécula para tratar la diabetes, puede retrasar también el envejecimiento.
Algunos investigadores, a la vista de los resultados en animales, han adoptado prácticas como el ayuno intermitente
Pregunta. ¿Sabemos qué nos pasa cuando envejecemos?
Respuesta. Es interesante esta pregunta, porque se podría pensar que si se está estudiando el envejecimiento, lo primero sería saber qué es. Llevamos muchísimos años estudiando el envejecimiento, pero eso solo se ha planteado en los últimos seis o siete. Qué factores o qué parámetros contribuyen al envejecimiento. Hace seis años, se creó esta idea de gerociencia y se definieron siete pilares del envejecimiento. Esto incluye procesos como la limpieza celular, que es lo que hacemos en mi laboratorio, el estudio de los telómeros, la eficiencia energética, que se reduce con el paso del tiempo, o los problemas de inmunidad.
Después de definir esos pilares, hemos tratado de comprobar experimentalmente si la hipótesis era correcta y hemos visto que esos procesos están interrelacionados. No habría que corregirlos todos. Si modificas uno de ellos, como por ejemplo mejorando la limpieza celular, harás que todo lo demás funcione mejor. Este es un mensaje positivo.
P. Ahora, el tratamiento de las enfermedades está muy compartimentado, o se trata el cáncer o el alzhéimer o la diabetes, pero supongo que si se comprendiesen bien estos siete pilares se podría actuar sobre alguno de ellos y tener un beneficio global en esas enfermedades relacionadas con el envejecimiento.
R. Si en vez de actuar en cada una de las enfermedades asociadas al envejecimiento actúas en el envejecimiento, que es lo que todas tienen en común, vas a mejorar todas esas enfermedades. Queremos concienciar a gente que está trabajando en enfermedades cardiovasculares, en diabetes o alzhéimer, para que empiecen a pensar también en el envejecimiento, porque es un factor común a todas ellas. Si empiezan a trabajar con investigadores del envejecimiento y se descubre algo que lo module, aunque no cures la enfermedad, porque no vas a ir la proteína que está mutada en alzhéimer, vas a lograr que se retrase mucho la aparición de síntomas.
Los supercentenarios viven mucho pese a que tienen muchos malos hábitos como fumar o comer comida basura
Siguiendo con el ejemplo del alzhéimer, aunque la mayoría de casos no están relacionados con mutaciones en particular, en los que están relacionados con una mutación de una proteína, esa persona nació ya con la mutación y esa proteína se ha estado produciendo de manera anormal desde el principio. Pero la persona a los 20 o a los 30 no tenía síntomas. Algo ha pasado después para que con la misma cantidad de proteína, la misma mutación, ahora de repente aparezcan los síntomas. Y lo que pasa es que la persona ha envejecido. Nosotros, si reponemos el sistema de limpieza celular, por ejemplo, vemos que esa proteína se puede seguir eliminando igual que cuando el animalito era más joven. No tienes por qué modificar la mutación o actuar directamente sobre la enfermedad de Alzheimer, pero si haces que el envejecimiento se retrase y mantienes tus sistemas de defensa y celulares bien, los síntomas aparecen mucho más tarde.
P. En animales se ha visto que la longevidad se puede manipular, que es flexible, pero en humanos no se ha visto que lo sea tanto. ¿Existe la posibilidad de doblar el máximo de esperanza de vida humana de los 120 a los 240 años, como se ha hecho en algunos animales?
R. Creo que lo más interesante es saber cómo van a ser ese doble de años. Si vamos a estar de la misma manera que cuando una persona es ya vieja, que está deteriorada, que pierde la memoria y depende de su familia para ir a todos sitios, yo no quiero prolongar la vida así. Queremos llegar a los 120 como llegó Jeanne Calment, que llegó haciendo lo mismo de siempre, fumando y paseando hasta el final. Lo que ha cambiado mucho en los últimos años es que en vez de hablar de años de vida hablamos de años de vida con salud. Queremos envejecer como envejecen los centenarios. Están sanos hasta casi el final y en dos meses mueren. Comprimir las enfermedades en un periodo corto antes de morir. La fecha en la que te mueres no es tan importante si eres funcional hasta el final.
P. ¿Los supercentenarios son un buen modelo para entender el envejecimiento saludable o son algo excepcional que tiene poco que ver con las personas normales?
R. Los utilizamos como modelo, porque estas personas envejecen muy bien a pesar de que no hacen nada de lo que se supone que se debería. Van a McDonald's o fuman, pero tienen buenos genes. El resto de los mortales, que no tenemos buenos genes, vamos a tener que utilizar otro tipo de intervenciones: dormir más, comer mejor y menos… Hacemos estudios genéticos en esas personas para ver qué modificaciones tienen y ver cómo podríamos modificar los procesos celulares de la gente normal para que hagan algo parecido a los centenarios.
Primero se mejoró mucho con la penicilina, luego con la insulina y ahora nos falta otra cosa
P. ¿Cuál sería la forma de cambiar estos genes o de intervenir?
R. En principio, no será modificación genética. Lo que va a pasar de inmediato es que vamos a encontrar medicamentos o compuestos que van a ser capaces de emular las vías funcionales de los centenarios. Si ellos tienen mejor limpieza celular, buscaremos un medicamento que mejore nuestra limpieza celular. Ya se están desarrollando algunos compuestos que todavía no están en la clínica. En vez de modificar los genes para parecernos más a ellos, buscaremos compuestos químicos para obtener el mismo efecto.
La otra forma sería modificar hábitos de vida. Ellos no necesitan preocuparse de no ir a McDonald's porque tienen buenos genes. El resto de los mortales podemos evitar forzar esas vías metabólicas o funcionales que en ellos trabajan tan bien, no comiendo azúcares refinados o no metiéndote comida basura todos los días.
P. ¿Cuáles son las formas demostradas para mejorar los mecanismos que se deterioran con el envejecimiento?
R. El ejercicio, por ejemplo, y está claro que las personas están mejor si reducen el consumo de calorías al 60%, y regulan muchos otros procesos. Pero es muy difícil de poner en práctica porque no vas a estar amargado toda tu vida. Por eso se buscan alternativas, como comer lo mismo pero más separado. Para eso sí que hay una base científica. Cuando los separas puedes activar los procesos de limpieza, pero después te puedes comer tu mariscada y no hay ningún problema. Queremos adaptar lo que vamos aprendiendo de los animales y aplicarlo a la sociedad, porque no todo el mundo va a ser capaz de restringir calorías y pasar hambre.
P. En los últimos años el tope de la esperanza de vida no ha variado mucho.
R. El tope de esperanza de vida no ha variado mucho, pero la etapa en que estamos sanos ha ido aumentando. Los que viven hasta los 120 siempre están sanos hasta el final. La población en general vive más años, y también las enfermedades aparecen más tarde. Antes todo el mundo se moría de infecciosas, luego de diabetes, que ahora se puede tratar. Ahora incluso el cáncer se empieza a controlar en algunas de sus formas. Según la población vive más, aparecen otros problemas. La incidencia de alzhéimer es muy preocupante. Sí que se ha ido avanzando, aunque da la impresión de que primero se mejoró mucho con la penicilina, luego con la insulina y ahora nos falta otra cosa que haga que se puedan tratar estas enfermedades en conjunto y creemos que los tratamientos que modulen el envejecimiento pueden hacernos subir ese peldaño.
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