Por Joaquín Villamizar
Historias del diamante
Hoy vamos a hablar nuevamente sobre Roberto Clemente, en la continuación de su vida profesional.
Historias del diamante
Hoy vamos a hablar nuevamente sobre Roberto Clemente, en la continuación de su vida profesional.
Dejamos su historia en 1954. Debemos recordar que ese año Clemente la pasó mal con los Reales de Montreal, la filial de los Dodgers de Brooklyn en Triple A, debido a que el manager Max Macon no lo ponía a jugar con regularidad. Aunque luego, en sus memorias, Macon insistió en que nadie de la organización le exigió restringir la acción del astro en ciernes.
Ya aclaramos que pocos le creyeron su historia. Es que de haber sido verdad lo que dijo, entonces él mismo habló mal de su calidad como manager y de su conocimiento para evaluar peloteros, ya que cuanta persona veía jugar a Roberto advertía en seguida su enorme talento.
Bueno, los outfielders de los Reales en ese año 1954 eran el cubano Edmundo “Sandy” Amorós, Gino Cimoli y Dick Whitman. Clemente sobresalía entre todos ellos. Sus condiciones naturales para el beisbol, nada comunes, resultaban extrañas... ¡por magníficas!
Roberto recordó después: “De haber jugado a diario durante esa temporada en Montreal, había podido batear unos 50 o más puntos sobre mis .257 (de average). Porque con tanto tiempo en el banco, no sólo me sacaban de ritmo con el swing, sino que estaba muy presionado y enojado por la situación. Creo que todo eso influía en mi bateo. A los lanzadores que veíamos todos los días podía conectarles más de 3 hits en cada 10 turnos, si jugaba como regular”.
Uno de los lanzadores de los Reales de Montreal en 1954 era Tom LaSorda, a quien habían devuelto los Dodgers por su pobre actuación en las Mayores. Después de 39 años, en 1993, fue entrevistado para el programa “This week in Baseball”. LaSorda, dijo: “Cómo Clemente no hablaba inglés, me tocó convertirme en su protector. Me hacía cargo de él, ya que él no era capaz de pronunciar una sola palabra en inglés. Ni siquiera podía ordenar algo para comer. Por eso, cuando me levantaba en las mañanas, lo encontraba en el lobby del hotel, esperándome con hambre para comer. Tenía que acompañarlo siempre a los restaurantes para pedirle la comida”.
No contaba LaSorda que había un testigo de excepción de esa época, muy autorizado, Joe Black, también lanzador de los Reales, que iba ver ese programa. Black habló en el libro: “Roberto Clemente: The Great One”, de Bruce Markusen, y sus recuerdos plasmados allí difieren totalmente de lo dicho por LaSorda. Durante el Juego de Estrellas de 1993, Black confrontó a su ex colega sobre esa mentira. Y el propio Black cuenta en ese libro cómo fue el diálogo entre ellos.
Black: “Hey, Tommy! ¿Por qué contaste esa historia?”.
LaSorda: “Qué es lo que quieres saber?”.
Black: “Número 1: Clemente jamás anduvo contigo, nunca necesitó de tu ayuda. Número 2: Clemente si hablaba inglés!”.
El periodista Tom McKiney, de Tacoma, quien estuvo presente en esa escena, contó luego: “LaSorda, trataba de terminar la conversación, estaba pálido, tembloroso y saludaba a cuanta persona le pasaba cerca en busca de una salida de emergencia a su problema. Black, con un gesto de desprecio, le dio la espalda y se fue”.
Joe Black, quien llegó a ser un alto ejecutivo de la empresa de autobuses Greyhound, era una persona seria y creíble, que admiraba y respetaba mucho a Clemente. Una vez comentó: “Algo que me asombraba de Roberto era que, al hacer el swing, levantaba un pie en el aire y sin embargo, sacaba las pelotas de los parques. Tenía una fuerza tremenda. Además, nunca vi, ni cerca, un brazo más potente y educado”.
Black contaba que, aunque él hablaba bastante bien el español, sus conversaciones con Clemente fueron en inglés. Recordó: “No podía expresarse como Shakespeare, pero hablaba lo suficiente en esa época para ordenar huevos con jamón en el desayuno. Y podía decir: It’s a good day o let’s play o let’s go to the movie”.
En la primavera de 1955, Clemente llegó a Fort Myers, Florida, para su primer Spring Training con los Piratas y se encontró con la novedad de que no tenía asegurada ninguna posición. El manager Fred Haney proyectaba que Frank Thomas sería su leftfielder, en el centerfield combinaría a Tom Saffell y Earl Smith, y en el right jugaría contra los derechos el bateador zurdo mexicano, Felipe “el Clipper” Montemayor, con el cubano Román Mejías o el propio Clemente contra los zurdos. Es decir, era la tercera opción en este lado del campo.
Una vez más, parecía destinado a consumir muy pocos turnos. Además, por la poca oportunidad recibida en Montreal, era una incógnita. Clemente dijo años después: “Era necesario luchar para ganarme el derecho a jugar todos los días, pero me preocupaba que la batalla era contra dos de los míos, dos de habla hispana. Y de paso, me caían muy bien, ya que el Clipper era muy chistoso. Una tarde me dijo: “Si se te ocurre venir aquí a batear mejor que yo, te voy a secuestrar y te mandaré a Monterrey (de donde era oriundo). Y Mejías era un espectáculo permanente con sus dichos cubanos. A uno le decía: “Ahí viene el tíbiri-tábara”, a otro le decía: “Ahí viene bigote e’gato”. Entonces me dije: “Bueno, ellos son peloteros de calidad, por lo que no van a quedarse por ahí sin trabajo por culpa mía. Irán a otros clubes”.
En los dos primeros juegos, Clemente no alineó y si lo hizo el cubano Mejías, que bateó en los dos juegos de 7-2. El 17 de abril había doble juego dominical para inaugurar la temporada en Pittsburgh. El primer turno de Roberto, en el primer inning, llegó después de que Earl Smith y Gene Freese fueron fáciles outs. Johnny Podres, de los Dodgers, lo puso en 1-1. Al tercer pitcheo, Clemente bateó un roletazo violento entre tercera y short. El campocorto Pee Wee Reese se tiró de cabeza, engarzó a guante volteado, se reincorporó y puso el tiro a la altura de las rodillas del primera base, Gil Hodges... lo único malo para los Dodgers fue que Roberto era muy rápido y ya había llegado a la primera base.
Ese fue el primero de los 3.000 hits de Clemente. También fue la primera demostración de que tenía mucho que aportar a las Grandes Ligas.
Al manager Haney le encantó e impresionó su juego y en el segundo duelo de la tarde, contra el derecho Clem Labine, Clemente fue alineado como centerfielder, con Montemayor en el right. Los Piratas eran perdedores crónicos. Cuando Roberto llegó ese año de 1955, venían de llegar con 8 de 9 temporadas con récord negativo, con muchas dificultades para ganar. Con el factor Clemente y otras adiciones en el pitcheo, eso cambiaría poco a poco. Es historia, amigos. Y la continuaremos la semana que viene.
Joaquín Villamizar
Fuentes: Bruce Markusen: "Roberto Clemente, The Great One". Entrevista a Joe Black en el diario Washington Afro American, Washington DC. Entrevista a Roberto Clemente, diario El Mundo, San Juan de Puerto Rico, octubre 30, 1960. "Cinco mil años de béisbol", por Juan Vené.
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