EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
Yolmer Sánchez es un caso único. De acuerdo con los principales baremos que miden la defensa en la MLB, fue uno de los mejores peloteros al campo en la temporada 2019.
Ganó el Guante de Oro con justicia. No hubo intermedista en la Liga Americana con mejor desempeño que él. Venezuela aplaudió con orgullo su éxito.
Un mes después de recibir el galardón, fue dejado en libertad por los Medias Blancas. Tardó casi un trimestre en encontrar equipo. Apenas obtuvo un pacto de Ligas Menores con los Gigantes. Y tiempo después, volvió a quedar en libertad.
Sánchez está saludable y en la flor de la juventud. Pero es víctima de circunstancias que solo se explican por la evolución que ha tenido el beisbol profesional, particularmente las Grandes Ligas.
Un pelotero de gran defensiva y poco bateo es un lujo hoy en día. Vale mucho si su salario es pequeño, si se trata de un utility o de un joven que espera abrirse paso.
Hace tiempo no era así. Omar Vizquel y Ozzie Smith ganaron fama sin llegar a ser un peligro con el bate durante buena parte de sus carreras. El propio Luis Aparicio entró al Salón de la Fama con un average de por vida que quedó en .262, con un OPS de .653 que resulta más que discreto.
Veámoslo así: de acuerdo con el OPS ajustado, que compara la capacidad para embasarse y sumar extrabases de cada quién con el promedio de las Mayores en el momento en que a cada quien le tocó jugar, Aparicio dijo adiós después de un trayecto en el que rindió con el madero 18 por ciento ¡por debajo! de la media de su tiempo.
Mark Belanger es quizás el caso más emblemático. Ganó ocho guantes de oro entre 1969 y 1978, un lapso en el que bateó para .237/.312/.290. Mientras no existió el designado en la Liga Americana, los Orioles tenían dos pitchers en el lineup, metafóricamente hablando.
Belanger es uno de los mejores defensores de la historia, contando todas las posiciones. Fue casi tan bueno como Aparicio, Smith o Vizquel. Pero se retiró con un OPS ajustado 32 por ciento inferior al promedio de su época.
Entonces no existían los derechos que la Asociación de Peloteros conquistó progresivamente. El estadounidense colgó los spikes cuando empezaba el auge de los agentes libres, poco antes de que el arbitraje se convirtiera en una vía para mejorar dramáticamente los salarios.
Un jugador en la actualidad tiene que aceptar el monto que le impongan solamente en los primeros tres años de servicio. Al cuarto, quinto y sexto años puede ir al arbitraje y solicitar millones de dólares, si su rendimiento lo vale. Y luego, para su séptimo año, puede escoger la oferta y el equipo que más le convengan.
Sánchez se vio en tierra de nadie al finalizar la justa anterior. Era elegible para el arbitraje, acababa de cobrar 4,6 millones de dólares y, tras ganar el Guante de Oro, podría solicitar 6 millones o más, que seguramente los habría obtenido.
El problema es que, con el bate, apenas ligó para .252/.318/.321, que su OPS ajustado le mostró como un toletero 27 por ciento inferior a la media de la Gran Carpa (y 21 por ciento inferior de por vida, si se evalúa su carrera toda).
Tiene gran talento, posiblemente cuente con capacidad para mejorar a la ofensiva y con el cuero es excepcional. Su titularidad sería indiscutible décadas atrás, cuando los clubes decidían unilateralmente los salarios.
Chicago tenía un prospecto listo para dar el salto, Danny Mendick, que ligó para .308 cuando fue subido en 2019. No tiene el alcance de Sánchez, pero al día de hoy batea para .253/.305/.400, con .705 de OPS y espacio para seguir mejorando. Más significativo todavía: cobra salario mínimo.
Con Mendick, los patiblancos tienen un camarero eficiente, que produce un poco más que el aragüeño y que le ahorra unos 6 millones de dólares a la gerencia. Por eso prefirieron no ofrecerle arbitraje al nativo de Maracay y, por tanto, cortaron lazos con él.
Estos malabares financieros no eran necesarios en los tiempos de Aparicio o Belanger.
Sánchez no tuvo lugar en San Francisco. El colombiano Donovan Solano y el carabobeño Wilmer Flores se soltaron a repartir tablas de todos los tamaños, el hondureño Mauricio Dubón es un legítimo prospecto y con el porteño Pablo Sandoval se completaron los puestos disponibles para respaldar el infield desde la banca.
Por eso, porque no era llamado a las Grandes Ligas, porque ni siquiera había opción arriba para él, pidió y obtuvo su libertad de los Gigantes.
Esto de Sánchez quedará como un récord. Es el primer ganador del Guante de Oro que es dejado libre inmediatamente después de obtener el premio, estando saludable, y no una, sino dos veces.
Ahora está de regreso con los Medias Blancas. El elenco que le dejó ir en diciembre, porque consideraba caro pagarle 6 millones de dólares o más, lo recibe por 400 dólares a la semana, mientras esté en el campo alterno (o aproximadamente 100.000 dólares, en caso de que sea subido por el resto de la zafra).
Son tiempos diferentes y toca adaptarse. Como todo en la vida.
Al menos es posible que tenga una ventana en la Ciudad de los Vientos para volver a mostrar su talento, a fin de conseguir en 2021 una nueva oportunidad.
Ignacio Serrano
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