La devastada capital libanesa, a la que el presidente francés Emmanuel Macron llegó este jueves para brindar su apoyo. (Foto AFP) |
En Beirut, cientos de voluntarios salieron con escobas para barrer los escombros. Otros colocaron mesas de plástico en la calle con bebida, bocadillos y tentempiés.
Decenas de personas siguen desaparecidas en Beirut tras las explosiones que causaron al menos 137 muertos y 5.000 heridos en la devastada capital libanesa, a la que el presidente francés Emmanuel Macron llegó este jueves para brindar su apoyo.
Es el primer jefe de Estado que visita el país desde la catástrofe del martes. Macron, que tiene previsto reunirse con los principales responsables libaneses, quiere “desmentir que Líbano”, afectado por una crisis política y económica, “está solo, hundido, cerca de desaparecer”, según la presidencia francesa.
Varios países, entre ellos Francia, ya han enviado socorristas y material para hacer frente a la emergencia después de la doble explosión accidental —según las autoridades— que destrozó el puerto y parte de la capital.
“La situación es apocalíptica, Beirut nunca ha vivido esto en su historia”, afirmó el gobernador de la ciudad, Marwan Abboud, quien se echó a llorar frente a las cámaras el martes al ver el puerto devastado.
Hasta 300.000 personas se han quedado sin vivienda, según él. Se decretó el estado de emergencia por dos semanas.
– Escasez de harina –
Las enormes explosiones fueron provocadas por un incendio que estalló en un almacén que contenía 2.750 toneladas de nitrato de amonio desde hace seis años, “sin medidas de precaución”, según las autoridades. Prácticamente destruyeron el puerto y devastaron barrios enteros de Beirut, haciendo añicos los cristales de las ventanas a varios kilómetros a la redonda.
Decenas de personas seguían desaparecidas, según el gobierno. Los socorristas prosiguen la búsqueda con la esperanza de encontrar supervivientes.
El jefe de la diplomacia libanesa, Charbel Wehbé, anunció el jueves una comisión de investigación “que tiene cuatro días para dar un informe detallado sobre las responsabilidades” en declaraciones a la radio francesa Europe 1.
Esta tragedia se ceba con un país sumido desde hace meses en una crisis económica gravísima, con una inédita depreciación de la moneda, hiperinflación, despidos masivos y drásticas restricciones bancarias.
Sus efectos se han visto agravados aún más por la pandemia de coronavirus, que ha obligado en los últimos meses a las autoridades a confinar a la población durante más de tres meses.
El organismo de la ONU para la Agricultura y la Alimentación (FAO) teme a corto plazo una escasez de harina en el Líbano, ya que los silos de cereales instalados cerca del puerto han reventado.
– La catástrofe de más –
Los libaneses están conmocionados y muy enfadados después de esta catástrofe de más.
“¡Márchense todos! (…) Sois corruptos, negligentes, destructivos, inmorales. Sois cobardes. Vuestra cobardía y vuestra negligencia fue lo que mató a la gente”, afirmó un conocido periodista libanés, Marcel Ghanem, cuyo programa de televisión goza de gran audiencia. La etiqueta “Cuélguenlos” circulaba en Twitter.
“Incluso con el coronavirus, y todo lo que pasó en el país, siempre mantuve la esperanza. Pero ahora se acabó, ya no tengo esperanza”, dijo Tala Masri, una voluntaria, mientras quitaba cristales rotos de una acera de un barrio cercano al puerto.
“Si tuviéramos un Estado de verdad estarían en la calle desde ayer limpiando. ¿Donde están?” dijo Melissa Fadlallah, otra voluntaria que limpiaba los escombros en la calle Mar Mikhael, conocida por sus bares y restaurantes.
La gran diáspora libanesa también ha exigido que se rindan cuentas. “Esta tragedia es una prueba más de la incompetencia de la clase política que ha gobernado el Líbano durante décadas”, afirmó indignado Antoine Fleyfel, un filósofo y teólogo francolibanés que reside en Francia.
Según fuentes de seguridad, las autoridades portuarias, los servicios de aduanas y los de seguridad estaban al corriente de que había productos químicos peligrosos almacenados en el puerto, pero se echan la culpa unos a otros de lo sucedido.
En medio del desastre, la población se ha movilizado creando una cadena de solidaridad.
En Beirut, cientos de voluntarios salieron con escobas para barrer los escombros. Otros colocaron mesas de plástico en la calle con bebida, bocadillos y tentempiés.
En las redes sociales, varias marcas y comerciantes ofrecen sus servicios gratis para reparar puertas, pintar paredes o reemplazar vidrios.
Varias ciudades del país se han ofrecido a acoger a familias que se hayan quedado sin vivienda. El patriarcado católico maronita ha anunciado que abrirá los monasterios y las escuelas religiosas.
Entre tanto el Tribunal Especial para el Líbano (TSL) anunció que aplazaba la lectura del veredicto, prevista el viernes, en el juicio de cuatro hombres acusados de haber participado en el asesinato en 2005 del ex primer ministro libanés Rafic Hariri, “por respeto a las innumerables víctimas” de las explosiones.
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