Quienes hemos experimentado el accidental encuentro con la afilada punta del aguijón de una abeja sabemos lo doloroso que resulta. Pero el arma de defensa de este insecto podría generar más que una simple molestia. Una nueva investigación científica muestra que una molécula presente en el veneno de abeja puede suprimir el crecimiento de células cancerosas particularmente desagradables.
La investigación, publicada en Nature Precision Oncology, se enfocó en determinados subtipos de cáncer de mama, incluido el cáncer de mama triple negativo (TNBC), que es una afección extremadamente agresiva con opciones muy limitadas de tratamiento.
El TNBC representa entre el 15% y 20% de todos los cánceres de mama. En muchos casos, sus células producen más de una molécula llamada EGFR que también se observa en las células normales. Los anteriores intentos de desarrollar tratamientos que se dirijan específicamente a esta molécula no han funcionado, porque también afectarían negativamente a las células sanas.
Melitina
El veneno de abeja (Apis mellifera) ha mostrado potencial en otras terapias médicas, como el tratamiento del eccema, y desde hace algún tiempo se sabe que posee propiedades antitumorales, incluido el melanoma. Sin embargo, no se comprende completamente cómo funciona contra los tumores a nivel molecular. Ahora, la ciencia está dando un gran paso hacia la respuesta.
Las abejas realmente producen melitina, una molécula que constituye la mitad de su veneno y hace que sus picaduras sean dolorosas. Los insectos producen este péptido no solo en su veneno, sino también en otros tejidos, donde se expresa en respuesta a infecciones.
Con los ojos puestos en esta poderosa molécula, los científicos sometieron células cancerosas y células normales cultivadas en laboratorio al veneno de abeja de Irlanda, Inglaterra y Australia, y al veneno de abejorro (Bombus terrestris) de Inglaterra.
Hallaron que el veneno de abejorro, que no contiene melitina, pero sí otros potenciales asesinos de células, tuvo un reducido efecto sobre las células del cáncer de mama. Por su parte, el veneno de abeja (de todos los lugares) sí marcó la diferencia.
Así lo señaló la investigadora médica Ciara Duffy del Instituto de Investigación Médica Harry Perkins:
El veneno era extremadamente potente. Descubrimos que la melitina puede destruir completamente las membranas de las células cancerosas en 60 minutos.
Cuando la melitina se bloqueó con un anticuerpo , las células cancerosas expuestas al veneno de abeja sobrevivieron, lo que demuestra que la melitina era de hecho el componente del veneno responsable de los resultados de los ensayos anteriores.
La mejor parte: la melitina tuvo poco impacto en las células normales, dirigiéndose específicamente a las células que producían una gran cantidad de EGFR y HER2 (otra molécula producida en exceso por algunos tipos de cáncer de mama); incluso estropeó la capacidad de replicación de las células cancerosas.
Versión sintética
Llevando sus conclusiones aún más lejos, el equipo de investigación también produjo una versión sintética de melitina, para ver cómo funcionaría en comparación con la sustancia real. Esto dijo Duffy al respecto:
Descubrimos que el producto sintético reflejaba la mayoría de los efectos anticancerígenos del veneno de abeja.
Luego, Duffy y su equipo probaron la acción de la melitina combinada con medicamentos de quimioterapia en ratones. El tratamiento experimental redujo los niveles de una molécula que las células cancerosas utilizan para evadir la detección por parte del sistema inmunológico. Esto explicó la científica:
Descubrimos que la melitina se puede usar con moléculas pequeñas o quimioterapias, como docetaxel, para tratar tipos de cáncer de mama altamente agresivos. La combinación de melitina y docetaxel fue extremadamente eficaz para reducir el crecimiento tumoral en ratones.
La sobreexpresión de EGFR y HER2 también se observa en otros tipos de cánceres, como el cáncer de pulmón, y estos resultados sugieren que también podrían ser objetivos potenciales para la melitina.
Ciertamente, muchas cosas pueden matar una célula cancerosa en una placa de Petri, y los científicos advierten que aún queda un largo camino por recorrer antes de que esta molécula de veneno de abeja pueda usarse como tratamiento en humanos.
Se requerirán estudios futuros para evaluar formalmente las toxicidades y las dosis máximas toleradas de estos péptidos antes de los ensayos en humanos.
Pero esta estupenda arma de insecto proporciona otro ejemplo extraordinario de sustancias químicas que se encuentran en la naturaleza y que también podrían resultar útiles para las enfermedades humanas. Sin embargo, no olvidemos que, como tantas otras criaturas de nuestro planeta, las abejas también enfrentan importantes amenazas para su supervivencia.
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