A poco más de un mes del inicio de la invasión rusa del 24 de febrero de 2022, el mundo ha visto en los televisores de sus casas y en las pantallas de sus teléfonos inteligentes los horrores de la guerra en Ucrania.
El lente de Evgeniy Maloletka capturó para Associated Press el momento en el que un grupo de rescatistas cargaban a una mujer embarazada sobre una camilla, luego de que un hospital de maternidad en Mariupol fuera destruido por artillería rusa el pasado 14 de marzo. Pese a los esfuerzos de los rescatistas, la mujer y su bebé no sobrevivieron al ataque.
Lynsey Addario, ganadora del Premio Pulitzer en 2009, fotografió para The New York Times el momento en el que soldados ucranianos intentaban salvar a un hombre, una mujer y dos niños, instantes después de que fueran impactados por un mortero ruso mientras procuraban escapar a través de una ruta de evacuación de Irpin a Kiev. La familia no sobrevivió.
El esfuerzo de reporteros y fotoperiodistas en Ucrania y otros países europeos ha permitido que miles de millones de personas en el mundo sean testigos de la guerra desde sus teléfonos y computadoras: ataques a corredores humanitarios, hospitales y centros de atención médica, así como la destrucción indiscriminada de zonas residenciales. Mientras tanto, al otro lado de la frontera ucraniana, en Rusia, millones de ciudadanos permanecen tras un muro de censura informativa impuesto por el Kremlin.
El 4 de marzo de 2022, apenas nueve días después de que comenzara la invasión a Ucrania, el gobierno ruso tomó una serie de medidas para afianzar su control sobre los medios de comunicación y consolidar el cerco informativo en el país.
Primero, el Servicio Federal de Supervisión de las Telecomunicaciones, Tecnologías de la Información y Medios de Comunicación, conocido en Rusia como Roskomnadzor, bloqueó el acceso a Facebook, Instagram y Twitter en todo el territorio ruso, en respuesta a la decisión por parte del equipo de Meta (anteriormente Facebook) de impedir la distribución de contenidos producidos por los medios estatales Russia Today y Sputnik en sus plataformas de redes sociales.
El bloqueo de estas plataformas también ocurrió después de que Meta anunciara que habían desmantelado una red de desinformación de cerca de 40 cuentas, páginas y grupos de Facebook e Instagram, que utilizaban perfiles falsos en varias plataformas en internet, incluyendo Facebook, Twitter, YouTube, Instagram y Telegram, para hacerse pasar por medios de comunicación independientes y publicar información falsa.
“Operaban desde Rusia y Ucrania e intentaban llegar a personas en Ucrania a través de distintas plataformas de redes sociales y de sus propios websites. Bloqueamos sus dominios y la posibilidad de compartirlos en nuestra plataforma”, escribieron Nathaniel Gleicher, director de política de seguridad, y David Agranovich, director de interrupción de amenazas, en una comunicación pública de Meta.
Junto a Facebook, Instagram y Twitter, Roskomnadzor también bloqueó el acceso a los portales web de varios medios de comunicación occidentales, entre ellos la BBC, Deutsche Welle, Voice of America, ABC, Radio Free Europe/Radio Liberty y Meduza, un medio independiente producido en Letonia, por “distribución sistemática de información falsa sobre la operación militar especial en el territorio de Ucrania”.
Ese mismo día, en la Duma (la Cámara Baja del Parlamento ruso), se aprobaba por unanimidad la nueva ley de medios contra la difusión de “noticias falsas”, que contempla penas de hasta 15 años de cárcel y multas de hasta 12.000 euros para quienes difundan “información falsa” sobre la guerra en Ucrania o las fuerzas armadas rusas.
La nueva legislación prohíbe el uso de las palabras “guerra”, “agresión” e “invasión”, para describir lo que el presidente Vladimir Putin ha definido como una “operación militar especial” en Ucrania.
Bajo la nueva ley, “aquellos que mientan y hagan declaraciones que desacrediten a nuestras fuerzas armadas serán obligados a sufrir un fuerte castigo”, dijo Vyacheslav Volodin, Presidente de la Duma Estatal, durante la sesión del 4 de marzo, y agregó que el objetivo de la nueva norma es “proteger la verdad”.
En los días sucesivos a la aprobación de la nueva ley, medios occidentales como CNN, BBC, CBS, Bloomberg News, Radio-Canada y la italiana Rai, suspendieron sus operaciones en Rusia para proteger a sus corresponsales. El diario El País, la agencia EFE y RTVE también retiraron a sus reporteros en Moscú.
“El cambio en el código penal, que parece diseñado para convertir a cualquier reportero independiente en un criminal sólo por asociación, hace imposible continuar cualquier forma de periodismo normal dentro del país”, dijo el editor en jefe de Bloomberg, John Micklethwait.
Otros medios, como el Washington Post, anunciaron que continuarán con su cobertura desde Rusia, pero manteniendo el anonimato de los autores de sus trabajos periodísticos como medida de protección.
Los medios independientes rusos tampoco escapan al cerco de la censura y varios de ellos han decidido cerrar al no poder emitir información veraz libremente. Un día antes de la aprobación de la ley de medios, la estación de televisión Rain TV (Dozhd) suspendió sus operaciones, despidiendo su programación con una transmisión de El Lago de los Cisnes, el célebre ballet de Tchaikovsky que se emitió en la televisión rusa durante el golpe de estado de 1991.
La cadena de radio Ekho Moskvy (Ecos de Moscú), una estación con más de 32 años transmitiendo, también anunció su cierre luego de que el Estado ruso la sacara del aire por su cobertura de la invasión en Ucrania.
El portal de noticias Znak cesó sus operaciones “por la gran cantidad de restricciones que han surgido recientemente en el funcionamiento de medios en Rusia”, y el medio cultural The Village cerró sus oficinas en Moscú y trasladó su sede a Varsovia, Polonia.
Tras conocer sobre la aprobación de la ley de medios, el diario Novaya Gazeta anunció que borraría toda su cobertura de la guerra en Ucrania. “Todo lo que no sea propaganda está siendo eliminado”, dijo Dimitri Muratov, editor en jefe del diario, quien recibiera el Premio Nobel de la Paz en 2021. Agregó que Novaya Gazeta también corre el riesgo de verse obligada a suspender operaciones en el futuro próximo.
De acuerdo con Top10VPN, una empresa en Reino Unido que reseña servicios de VPN, la demanda mundial de servicios de VPN aumentó en un 2,692% el 14 de marzo, en comparación con el promedio diario durante la semana previa al inicio de la invasión rusa. Los servicios de VPN (red privada virtual) permiten evadir la censura en internet al reemplazar la dirección IP del usuario por otra diferente asignada por un servidor remoto del VPN. Usando esta tecnología, usuarios ubicados en Rusia podrían navegar en internet con direcciones IP localizadas fuera del país, y así acceder a sitios web bloqueados por el gobierno.
También han surgido formas innovadoras de luchar contra la censura del gobierno ruso. El 6 de marzo, el grupo de activistas y hackers polacos Squad303, afiliados al colectivo hacker Anonymous, lanzó una herramienta llamada 1920.in, que permite enviar mensajes de texto con información sobre la guerra a números de teléfono en Rusia.
Con un banco de 140 millones de direcciones de correo electrónico y 20 millones de números de celulares en Rusia, el programa genera al azar una dirección de correo o un número de teléfono al cual los usuarios pueden enviar mensajes predeterminados con información sobre la guerra. De acuerdo con un vocero del grupo, hasta el momento la herramienta ha sido utilizada para enviar más de 30 millones de mensajes a personas en Rusia.
Si bien existen maneras de eludir la censura informativa del Kremlin, este tipo de herramientas no está al alcance de todos los rusos, quienes además son víctimas de un cerco informativo que se ha venido construyendo desde hace décadas.
El gobierno ruso no solo controla la difusión de información, sino que además es propietario de la mayoría de los canales de televisión que transmiten en el país. Durante las dos décadas transcurridas desde que Putin accedió al poder, empresarios cercanos al régimen han comprado medios de comunicación que mantienen una línea editorial favorable al gobierno.
El guión de los periodistas de las cadenas de televisión adeptas al gobierno ruso dibuja a Rusia como el “liberador” del pueblo ucraniano, presuntamente oprimido por “nacionalistas” y “nazis”, tal y como lo reporta Francis Scarr, periodista de BBC Monitoring, la división de la British Broadcasting Corporation dedicada a monitorear y analizar los medios masivos de comunicación en el mundo.
Bajo esta premisa, la invasión rusa en Ucrania es una operación militar de “pacificación” frente a las acusaciones, repetidas una y otra vez en la televisión estatal rusa, de que el ejército ucraniano dispara contra su propio pueblo, lo usa como escudo humano y permite la llegada de extranjeros neonazis para combatir en el conflicto. Al otro lado de las pantallas de televisión, millones de rusos sin acceso a fuentes alternativas de información se quedan con la versión oficial, a espaldas de una guerra que no pueden ver.