Fotografía de Andrea Carrubba | AA | picture alliance |
POR Thomas Klein
Kiev parece estos días una ciudad fantasma. El alcalde, Vitali Klitschko, ha impuesto un toque de queda y hay gran preocupación porque los ataques aéreos del ejército ruso continúen. Solo la gente con un permiso especial puede salir de casa. Sergiy Stakhovsky tiene ese permiso.
El jugador, de 36 años, puso fin en enero a su carrera como tenista profesional y estaba de vacaciones con su familia cuando comenzó la invasión rusa el 24 de febrero.
Stakhovsky: «Me siento culpable»
«No empezó bien el día cuando recibimos la información de que Ucrania estaba siendo atacada», dijo en una entrevista con DW. «Inmediatamente encendí la televisión y vi las explosiones en Kiev, Kharkiv y Mariúpol. No fue fácil, al principio no entendía lo que estaba pasando».
Solo unos días después, Stakhovsky voló de regreso a su tierra natal y fue llamado a filas. Desde entonces ha estado separado de su familia. «Me siento culpable por mis hijos y mi esposa porque tuve que dejarlos atrás», dice. Y agrega: «No lo hablé mucho con mi esposa. Ella lloraba. Si hubiéramos hablado de ello más detenidamente, no habría ido. No habría tenido el coraje de dejar atrás a mi familia».
«No a la guerra en Ucrania»
Vladyslav Heraskevych vive en Zhytomir, a unos 150 kilómetros al oeste de Kiev. El esquiador de skeleton estaba en acción en Beijing en los Juegos Olímpicos de Invierno en febrero. Dos días antes de que estallara la guerra, el joven causó revuelo allí cuando mostró un cartel que decía ‘No a la guerra en Ucrania’ ante las cámaras de televisión.
«Lo hice para mostrarle al mundo que los ucranianos somos gente pacífica y no queremos la guerra», explicó Heraskevych en una entrevista con DW. «He recibido muchos comentarios negativos de Rusia, incluso de políticos y otras personas importantes, pero también hubo muchos mensajes positivos del resto del mundo».
Pocos días después de su regreso desde China, le despertaron las sirenas antiaéreas. Desde entonces, este estudiante de 23 años también se ha visto en medio de la guerra. Hablar de ello no es fácil para él.
«Se oían explosiones por todas partes», dice. «Hace unas semanas todavía estábamos en los Juegos Olímpicos luchando por las medallas para nuestro país. Poco después estamos en guerra. Todo lo que has logrado en tu carrera hasta ahora no importa. Ahora se trata de nuestro país». A su regreso, él y otros atletas escribieron cartas al COI e hicieron campaña por la suspensión de los atletas rusos.
Heraskevych difunde «información verdadera»
Además, el joven también ha estado apoyando a los voluntarios en su trabajo desde el comienzo de la guerra. Pero considera parte de su tarea hacer que la información veraz llegue al público en todo el mundo. Utiliza su reputación y sus canales de redes sociales para ello. «Tengo muchos amigos en toda Ucrania y me envían videos y fotos, que luego distribuyo a través de mis canales. Es muy importante difundir información sobre nuestra situación», dice Heraskevych. Y enfatiza: «Es información verdadera de los propios ucranianos y ucranianas».
Los videos y fotos que le llegan al atleta y que él luego distribuye muestran toda la destrucción en el país: edificios en llamas, familias que huyen… El número de víctimas aumenta cada día. «Los edificios y las carreteras se pueden reconstruir, pero las personas que mueren ya no volverán», dice Heraskevych. «Los niños pierden a sus padres o los padres a sus hijos. Yo también he perdido algunos amigos y eso duele mucho. Es una pesadilla».
A pesar de todo, el joven de 23 años intenta ser positivo. «Reconstruiremos nuestro país. Estaremos orgullosos de nuestro país e intentaremos desarrollarlo más en el futuro», dice. «Espero que muchas personas puedan visitar Ucrania nuevamente pronto y ver lo hermoso que es».
Kryvytska: «Probablemente nunca volvamos a ver nuestra casa»
Aún más lejos, en el oeste de Ucrania, Olena Kryvytska pasea a sus dos perros. Es un pedazo de normalidad que ella está tratando de mantener. Porque no ha quedado mucho de su antigua vida. Un día después de su cumpleaños, el 23 de febrero, su casa fue atacada. «En 15 minutos hicimos las maletas con lo más necesario y nos subimos al auto con nuestros dos perros para buscar un lugar seguro», recuerda esta deportista, con tres bronces en mundiales de esgrima. «Dejamos nuestra casa, nuestro hogar, y probablemente nunca lo volvamos a ver», lamenta.
Cada mañana, las sirenas antiaéreas la despiertan. A ella y a su familia. Alertan de posibles nuevos ataques. «Eso puede durar hasta cuatro horas», dice Kryvytska a DW. «Durante este tiempo esperamos en un refugio e intento mantenerme al día, porque todo puede cambiar en cualquier momento».
Llama mucho por teléfono a sus amistades, les pregunta y trata de ayudar a quien puede. «Trato de encontrar refugio para las familias que han tenido que abandonar sus hogares. A veces compro medicinas, alimentos u otros artículos de primera necesidad y los llevo a los puntos de recolección donde los voluntarios los distribuyen».
Ucrania es un gran equipo
Kryvytska es una de las mejores esgrimistas de espada del mundo, pero ahora no piensa en el deporte. «Volveré a la esgrima pronto, pero eso no es lo más importante en este momento», dice la deportista, de 35 años. «Mis amigos de la esgrima internacional me apoyan todos los días. Así que la esgrima sigue siendo parte de mi vida».
Kryvytska sigue enfatizando que Ucrania ahora es un gran equipo, una gran familia. «Queremos luchar contra el enemigo que ha venido a nuestro hogar para destruirlo». No importa cuán desesperada sea la situación, Kryvytska lo tiene claro: «Ucrania resurgirá de sus cenizas como el ave fénix. Somos personas fuertes, libres e independientes que amamos a nuestro país. Nunca nos rendiremos».
Una película de zombis, solo que sin zombis
Renunciar tampoco es una opción para el ex tenista profesional Stakhovsky. Hace unos meses todavía sostenía una raqueta de tenis, ahora patrulla las calles de Kiev, su ciudad natal, con una ametralladora colgada del hombro. «Estoy de patrulla durante dos horas y entre medio trato de ayudar a los demás habitantes de Kiev y apoyar en la distribución de ayuda humanitaria».
Stakhovsky nació en Kiev, creció aquí y tiene muchos amigos en la ciudad. Mientras camina por las calles, constantemente recuerda su infancia pacífica. «Es un desastre», resume la situación en entrevista con DW. «Las calles están vacías… cuando caminas por las calles donde jugabas de niño y hay bloques de hormigón o puestos de control por todas partes, no parece real. Es como una película de zombis, solo que sin zombis».
Kiev no perecerá
Aunque después de diez días dice que se acostumbró a este nuevo escenario bélico, a lo que no se acostumbrará nunca es a los bombardeos sobre zonas residenciales y a la matanza contra la población civil. «No creo que los rusos tomen Kiev. Nuestras tropas ucranianas detendrán al enemigo, estoy seguro de eso», confía Stakhovsky.
Para él, es importante que los ucranianos conocidos demuestren que no han salido del país. «La nación se mantiene unida. Pero lo que es más importante, demostramos que no somos nazis, como afirma Putin. En Ucrania, hay libertad de expresión, todos tienen la libertad de elegir hacer lo que quieren», dice Stakhovsky. «Ese no es el caso en Rusia». Hay una cosa en la que sí está de acuerdo todo el mundo en Ucrania: no van a dejar que su país caiga y luchan por él todos los días.
(lgc/mn)
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