El alambique, la invención alquímica que revolucionó el mundo antiguo
El alambique o alquitara es un aparato de destilación que se usa para obtener alcoholes destilados a partir de frutas, plantas y flores. En el mundo antiguo, también se usaba en la creación de perfumes, aceites esenciales de cítricos y algunos medicamentos. Funciona por un proceso que separa los líquidos por evaporación y recupera los gases condensados para obtener alcohol de alta graduación durante el enfriamiento. De ahí que a las sustancias provenientes de los primeros alambiques se les conociera como aguardiente, ya que con frecuencia, los líquidos ardían al manipularlos cerca del fuego.
El alquimista griego Zósimo de Panópolis, afirmó que una versión rudimentaria del destilador ya existía en el Siglo I y que fue obra de una alquimista conocida como María la Judía, que habitó en la antigua Alejandría (hoy Egipto). A esta mujer, a quien se le considera una de las grandes sabias de su tiempo, también se le atribuye la invención de la técnica de cocción conocida como: «baño María».
Durante el auge del Imperio Romano el uso del alambique se popularizó para obtener alcohol a partir del vino que posteriormente se añadía a ciertos vinos fortificados. Plinio El Viejo destaca en sus escritos que una variedad fortificada del vino Falerno era tan potente, que ardía al acercarse al fuego.
Con la llegada de los alquimistas árabes a Egipto se revolucionó el uso de los destiladores no solo para la obtención de alcohol. Los alquimistas musulmanes mejoraron las técnicas con el fin de elaborar esencias, perfumes, siropes y medicamentos herbales. No es casualidad que palabras como: alquimia, alcohol, alambique o alquitara, sean de origen árabe.
Los árabes viajaron a las costas mediterráneas para llevar las esencias a los mercados de Occidente, dejando un gran legado de conocimiento registrado por alquimistas como Avicena y que más tarde se cultivaron con gran cuidado durante la Edad Media en los monasterios y las abadías.
Los monjes irlandeses expandieron las artes de la destilación por Suiza, Italia y Francia, dando origen a las estructuras seguras del alambique con el sistema de refrigerado de serpentín. En Irlanda, la experimentación con los aparatos de destilación dieron origen a destilados de granos como la malta, la cebada o el maíz para la obtención del whisky o el brandy, que es un destilado de vino. En Rusia y Polonia surgieron los primeros destilados de patata, que dieron origen al Vodka, mientras que en Holanda, la destilación de la baya del enebro llevó a la invención de la ginebra. El descubrimiento del alcohol destilado del vino, al que se comenzó a llamar "el espíritu del vino" dio origen a todo un universo de bebidas espirituosas obtenidas de un gran número de frutos.
Pero no todas las aportaciones del alambique tienen que ver con bebidas alcohólicas, esencias o perfumes. En el Siglo XVII, el alquimista alemán Henning Brand, quien estaba convencido de que podía obtener oro a partir de destilar orina humana descubrió una sustancia altamente inflamable a la que bautizó como fósforo.
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