jueves, 24 de abril de 2025

El verdadero sabio parece un tonto

"𝐄𝐥 𝐯𝐞𝐫𝐝𝐚𝐝𝐞𝐫𝐨 𝐬𝐚𝐛𝐢𝐨 𝐩𝐚𝐫𝐞𝐜𝐞 𝐮𝐧 𝐭𝐨𝐧𝐭𝐨."

El zen no se explica, se experimenta. Y sin embargo, algunas de sus sentencias parecen pequeñas llaves que abren puertas enormes a la comprensión. Esta es una de ellas, una frase corta, pero con una profundidad que no se agota.

¿𝐐𝐮𝐞́ 𝐬𝐢𝐠𝐧𝐢𝐟𝐢𝐜𝐚 𝐫𝐞𝐚𝐥𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞?

A primera vista, parece un contrasentido. ¿Cómo puede un sabio (alguien con conocimiento y comprensión profundos) parecer un tonto?

Esta sentencia nace del Tao Te Ching de Lao-Tsé y fue adoptada y refinada por las escuelas zen. En esencia, expresa que la auténtica sabiduría no necesita ostentarse, ni buscar validación externa. El sabio no necesita probar nada, ni imponer su visión. Su comprensión es tan profunda que no se ve atrapado por el ego, ni por el deseo de parecer brillante ante los demás.

El "tonto" al que se refiere esta frase no es el ignorante, sino aquel que no entra en la lucha por demostrar superioridad intelectual. Puede parecer ingenuo, callado, distraído... pero su silencio y sencillez esconden una mente serena y despierta.

𝐌𝐨𝐫𝐚𝐥𝐞𝐣𝐚 

La moraleja es clara: 𝐥𝐚 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚 𝐩𝐮𝐞𝐝𝐞 𝐞𝐧𝐠𝐚𝐧̃𝐚𝐫. En una sociedad obsesionada con la imagen, el éxito visible y la brillantez verbal, a menudo se subestima a quien elige el camino de la humildad, el silencio o la observación profunda.

Este proverbio zen nos recuerda que el verdadero conocimiento va de la mano de la humildad, y que muchas veces, los más sabios son los que menos hablan. Mientras los ignorantes gritan, el sabio sonríe.

𝐀𝐩𝐥𝐢𝐜𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐝𝐢́𝐚 𝐚 𝐝𝐢́𝐚 

𝐄𝐬𝐜𝐮𝐜𝐡𝐚𝐫 𝐦𝐚́𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐥𝐚𝐫: En reuniones, discusiones o conflictos, el sabio no interrumpe. Observa. Escucha. Entiende antes de opinar.

𝐍𝐨 𝐛𝐮𝐬𝐜𝐚𝐫 𝐞𝐥 𝐫𝐞𝐜𝐨𝐧𝐨𝐜𝐢𝐦𝐢𝐞𝐧𝐭𝐨 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐚𝐧𝐭𝐞: Hoy se valora más el "parecer" que el "ser". Esta frase invita a resistir esa presión. No necesitas aparentar ser sabio para serlo.

𝐏𝐫𝐚𝐜𝐭𝐢𝐜𝐚𝐫 𝐥𝐚 𝐡𝐮𝐦𝐢𝐥𝐝𝐚𝐝 𝐚𝐜𝐭𝐢𝐯𝐚: El sabio no se cree superior. No necesita demostrar que sabe. Deja que los hechos hablen por él.

𝐍𝐨 𝐣𝐮𝐳𝐠𝐚𝐫 𝐩𝐨𝐫 𝐥𝐚𝐬 𝐚𝐩𝐚𝐫𝐢𝐞𝐧𝐜𝐢𝐚𝐬: Puede que quien parezca simple, reservado o incluso distraído, esconda una gran sabiduría interior. Evita caer en el prejuicio.

𝐂𝐨𝐧𝐜𝐥𝐮𝐬𝐢𝐨́𝐧 

Esta sentencia zen no es solo una observación sobre los sabios. Es una invitación. Una invitación a vivir con menos ego, a buscar la verdad sin necesidad de aplausos, a cultivar una mente clara en un mundo lleno de ruido.

En un tiempo en el que todos quieren ser escuchados, el sabio elige el silencio.

En un mundo que premia la vanidad, él prefiere la discreción.
Y aunque a veces parezca invisible o hasta ingenuo, su luz interior es tan poderosa que no necesita brillar hacia afuera.

Tal vez, al final, el verdadero sabio no quiere parecer sabio. Y ahí está la mayor muestra de sabiduría.

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