¿Cómo resurgió Aroldis Chapman y volvió a ser el mejor relevista de MLB en 2025?
Había algo casi mítico en regresar al montículo después de haber sido dado por acabado. Aroldis Chapman, aquel brazo temible que alguna vez fue sinónimo de terror en la novena entrada, parecía desvanecerse entre dudas y altibajos. Su recta de fuego se volvió errática, su confianza flaqueaba, y los ecos de su grandeza sonaban como un recuerdo lejano. Sin embargo, 2025 se ha convertido en el escenario de su renacimiento, un regreso digno de epopeya.
Su llegada a los Red Sox en diciembre de 2024 fue vista por muchos como un intento desesperado de un equipo necesitado de experiencia. Pero Chapman no aceptó ser un actor secundario: volvió a encarnar el papel de verdugo. Con un ERA cercano a la perfección, un WHIP inquebrantable y más de dos decenas de salvamentos, no solo recuperó su lugar en la élite: se convirtió nuevamente en el mejor relevista de la temporada. La liga, incrédula, lo vio regresar desde la penumbra a reclamar un trono que parecía ocupado por una nueva generación de brazos jóvenes.
Su dominio no se mide solo en estadísticas, sino en la sensación de inevitabilidad que volvió a irradiar. Sus rivales apenas pueden rozar la pelota, y su comando —antes su punto débil— alcanzó niveles de excelencia con una proporción de ponches y bases por bolas que no había logrado ni en sus años dorados. A los 37 años, Chapman se reinventa con disciplina quirúrgica y con un aplomo que solo da la experiencia de haber sobrevivido a la tormenta.
El ajuste técnico fue clave: pequeñas variaciones en la selección de lanzamientos, un mejor manejo de las rectas internas y una coordinación plena con su receptor. Esa confianza mutua transformó su arsenal en un cuchillo afilado que corta sin compasión. De errático pasó a implacable, de cuestionado pasó a venerado otra vez. Y con ello llegó el premio: la confianza del club, la extensión de contrato y el reconocimiento de toda la liga.
El clímax de esta resurrección llegó en el Juego de Estrellas, cuando la Liga Americana recurrió a él en la novena entrada. Chapman no titubeó: dominó con un inning perfecto y selló su regreso en el escenario más brillante, como si el béisbol mismo lo hubiera llamado para recordar que las leyendas nunca mueren, solo esperan el momento de volver a rugir.
Comparado con contemporáneos como Kenley Jansen o Craig Kimbrel que después de ser muy dominantes se perdieron en el camino, Chapman ha logrado algo más raro: elevar su legado cuando ya todos pensaban en su epílogo. En un deporte despiadado con el paso del tiempo, el "Misil Cubano" ha demostrado que la grandeza no es una línea recta, sino un círculo que siempre encuentra la manera de cerrarse.
En 2025, Chapman no es solo un relevista recuperado: es el símbolo viviente de que la resiliencia puede reconstruir imperios. Lo que vemos no es un número en el box score, es la epopeya de un guerrero que volvió desde las cenizas para reclamar su lugar en el Olimpo del béisbol.
¿Recuerdas algún otro caso similar donde un cerrador volvió a su mejor versión después de temporadas para el olvido?
No hay comentarios:
Publicar un comentario