sábado, 11 de febrero de 2017

Mientras más viejos, menos dormimos

El insomnio es un gran enemigo de la salud que habitualmente suele pasarse por alto en los chequeos médicos, pero que puede ocasionar problemas graves





Jane E. Brody / New York Times News Service

El insomnio es como un ladrón que llega en la noche, despojando a la gente de un muy necesario sueño reparador, en especial a la de más de 60 años. Como se lamenta el rey en la segunda parte de Enrique IV de Shakespeare: "Sueño, dulce sueño, suave nodriza de la naturaleza, ¿qué espanto te he causado, no quieres ya cerrar mis párpados y empapar mis sentidos en el olvido?".

Las causas del insomnio son muchas y aumentan en número y gravedad con la edad. Pero este problema suele ser pasado por alto en los exámenes médicos de rutina, lo que no solo disminuye la calidad de vida de las personas a medida que cumplen años, sino que también puede provocar o agravar trastornos físicos y emocionales, por ejemplo, síntomas de pérdida cognitiva.

La mayoría experimenta amnesia episódica, es decir, noches en las que el cuerpo parece haber olvidado cómo dormir el número requerido de horas, si es que se logra dormir algo. Por angustioso que puede parecer ese problema en el momento, palidece en comparación con los efectos que padecen aquellos para quienes el insomnio –la dificultad de conciliar el sueño y de permanecer dormido, así como el despertarse demasiado temprano– es un asunto de todas las noches.

Un estudio llevado a cabo en 1995 por investigadores del Instituto Nacional de la Edad, entre más de 9.000 personas de 65 años y más que vivían en tres comunidades reveló que el 28% tenía problemas para conciliar el sueño y 42% presentó dificultad tanto para quedarse dormido como para mantenerse dormido. Pero en la actualidad, cuando millones de personas pasan el tiempo previo a dormirse mirando pantallas electrónicas que pueden perturbar el ritmo biológico del organismo, esas cifras probablemente sean mucho más altas.

El insomnio, advierte el doctor Alon Y. Avidan, "es un síntoma, no un diagnóstico", por lo que puede ser la clave de problemas de salud generalmente tratables y que, de persistir, deben ser tomados muy en serio. Avidan es director de la clínica de sueño de la Escuela de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles.

El llamado insomnio transitorio, que dura menos de un mes, puede ser causado por un problema temporal en el trabajo o una enfermedad aguda. El insomnio de corto plazo, que dura de uno a seis meses, puede surgir por una crisis financiera personal o por la pérdida de un ser querido. Varios meses de insomnio son bastante angustiosos de por sí, pero cuando se vuelve crónico, cuando dura más de seis meses, llega a causar graves trastornos físicos, emocionales y sociales.

Además de la excesiva somnolencia durante el día, que puede ser peligrosa en sí misma, Avidan señala que el insomnio crónico "puede perturbar el intelecto, obstaculizar el conocimiento, causar confusión, provocar retardos psicomotrices y aumentar el riesgo de sufrir lesiones". Comprensiblemente, suele ir acompañado de depresión, ya sea como causa o resultado del insomnio persistente. Si no se trata, el insomnio también eleva el riesgo de sufrir caídas y fracturas, como demostró un estudio con residentes en casas de salud.

Factores determinantes

Existen dos tipos de insomnio. Uno, el llamado primario, es causado por un problema que se produce solamente durante el sueño, como la apnea obstructiva, el síndrome de la pierna inquieta (que aflige de 15% a 20% de adultos de edad avanzada), movimientos periódicos de las extremidades o la tendencia a actuar físicamente en los sueños, que puede ser uno de los primeros síntomas del mal de Parkinson.

A menos que su compañero de cama se lo señale, las personas con trastornos de insomnio primario pueden no saber por qué se perturba su sueño. Para hacer un diagnóstico adecuado generalmente se requiere un estudio profesional, para lo cual la persona pasa una o dos noches en un laboratorio, conectada a instrumentos que registran la respiración, el ritmo cardíaco, la presión arterial, los movimientos del cuerpo y las diversas fases del sueño.

El otro tipo de insomnio, el secundario, más común, es consecuencia de un problema médico o psiquiátrico. También puede ser efecto secundario de medicamentos o ser causado por factores ambientales, como el consumo a destiempo de cafeína, alcohol o nicotina, o por dormir la siesta en el día. Puede deberse también a perturbaciones ambientales, como el desfase horario y el exceso de ruido o de luz en la habitación, en especial la luz azul de los dispositivos electrónicos.

Entre los muchos padecimientos médicos que pueden causar insomnio están la falla cardíaca, el reflujo gastroesofágico (acidez estomacal), enfermedad pulmonar, artritis, mal de Alzheimer e incontinencia. Cuando es posible tratar el padecimiento causante se puede aliviar el insomnio.

Sin importar las razones, este problema puede convertirse en una conducta aprendida, cuando existe la angustia de tener dificultades para poder dormir o para volver a dormir después de despertarse a medianoche. La persona puede pasar horas despierta, dando vueltas en la cama, preocupada por no poder dormir. Y la ansiedad misma le impide hacerlo.

¿Cómo combatirlo?

Las causas no médicas del insomnio generalmente pueden tratarse satisfactoriamente siguiendo una buena "higiene de sueño", concepto desarrollado por el difunto Peter J. Hauri, especialista del sueño en la Clínica Mayo. Estos son los puntos básicos:

* Limitar las siestas a no más de 30 minutos al día, de preferencia temprano en la tarde.
* Evitar estimulantes y sedantes, así como comidas pesadas y reducir al mínimo los líquidos de dos a tres horas antes de acostarse.
* Hacer diariamente un ejercicio moderado, de preferencia en la mañana o temprano en la tarde.
* Exponerse lo más posible a la luz brillante durante el día y lo menos posible en la noche.
* Crear condiciones agradables para dormir e irse a la cama solo cuando se empiezan a tener ganas de dormir.

Si bien el alcohol puede ayudar a dormir, produce un sueño fragmentado.También existen algunos alimentos que pueden ayudar, como la banana, las cerezas, los kiwis, la avena, la leche y el té de manzanilla, aunque la evidencia de su eficacia es anecdótica.

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