El actor es recordado por su capacidad de conmover al público desde la comedia. Su papel del Doctor Valerio en Por estas calles fue el primer trabajo importante de su carrera. El sepelio será mañana en el Cementerio del Este
“Yo no soy ni seré galán, soy actor”. Así de tajante fue Roberto Lamarca en una entrevista publicada en El Nacional en 1992, cuando le daba vida al Doctor Valerio de Por estas calles, papel que siempre consideró el más importante de su carrera.
Fue querido por lo que era en la ficción y en la realidad. Sus personajes de hombre pícaro, cargados de viveza criolla, lograron conectar con el público. Ese mismo público que asistió a las funciones de teatro y otros espectáculos que se realizaron a beneficio del actor –se encontraba hospitalizado desde finales de enero por complicaciones pulmonares– y que quedó consternado con la noticia de su muerte el pasado miércoles.
Roberto Lamarca nació el 4 de octubre de 1959 en la provincia de Corato, en Bari, Italia. Su padre viajaba constantemente a Venezuela, país en el que su familia se residenció cuando él tenía 5 años de edad.
Estudió en el Colegio Cristóbal Colón, plantel que era dirigido por dos hermanas, una de ellas era su madrina y la otra de Caridad Canelón. Ambos empezaron a participar en proyectos de televisión e iniciaron años después una relación de pareja.
Lamarca comenzó a trabajar en la televisión a la edad de 7 años, con participaciones especiales en telenovelas. Fue el hijo de Doris Wells en Raquel y de Yanis Chimaras en Cándida. Poco a poco se fue ganando su lugar en la industria y el respeto del público.
Ibsen Martínez fue uno de los impulsores de su carrera. El escritor le ofreció un papel en la obra de teatro Fiero amor y su primera protagonización en la pantalla chica en 1990, cuando trabajó con Anabel Gracia en La ventana indiscreta, unitario de RCTV basado en la película homónima de Alfred Hitchcock.
En Por estas calles su nombre cobró más peso. En esta producción interpretaba al Doctor Valerio, un médico cínico y corrupto. Lamarca sentía que con este papel la industria del entretenimiento lo empezó a ver como un actor y ya no como “el esposo de Caridad Canelón”, etiqueta que le incomodaba. El matrimonio con la actriz duró 14 años.
Lamarca tuvo tres hijas. De la unión con Caridad Canelón nació Angélica Vanessa. En otros dos matrimonios se convirtió en padre de Joselyn y Sophia.
Participó en telenovelas como Abigail, El desprecio, Los amores de Anita Peña, Contra viento y marea, Destino de mujer, El país de las mujeres, Amantes de luna llena, Cosita rica, El amor las vuelve locas, Los querendones, Aunque mal paguen yLa vida entera. Su último papel en la televisión fue en Entre tu amor y mi amor, dramático transmitido por Venevisión en 2016.
Fue Fabián Botero en Guerra de mujeres y Otto de Jesús en Las González, ambas telenovelas escritas por Mónica Montañés, quien lo recuerda por su buen humor. “Es maravilloso cuando el actor hace que lo que uno escribe crezca hasta lo máximo y cuando se trata de comedia es más difícil aún. Hacer reír, conmover a través de la risa, no es nada fácil y Roberto en eso era genial”, señaló la escritora.
Leonardo Padrón lo consideraba un actor imprescindible en sus proyectos. “No concebía la posibilidad de no tenerlo en el elenco. Tenía un don indiscutible para ungir de gracia, carisma y una particular dulzura a sus personajes. Supo, como pocos, interpretar el alma del venezolano de a pie. A eso hay que agregarle su sonrisa eterna y su calidez humana. Un actor que todo televidente agradecía ver en escena. Un tipazo. Un abrazo menos en esta oscuridad que es hoy el país”.
Recientemente estuvo en las tablas junto con Adrián Delgado y Augusto Nitti en la comedia en El manual del levante, que se presentó anoche en honor de su memoria.
“Era una persona entregada y comprometida con el público. Cuando montamos la obra, él ya estaba enfermo pero tenía ganas de sentirse activo. Lo que lo mantenía en pie era seguir dentro del escenario”, expresó Delgado.
El acto del sepelio se llevará a cabo mañana en el Cementerio del Este.
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