El Tribunal Supremo francés rechazó este la demanda de un ciudadano que nació con atributos masculinos y femeninos y que pretendía ser inscrito en los documentos oficiales con el sexo neutro.
La máxima instancia judicial francesa consideró que esa petición no figura en el ordenamiento jurídico galo y que el perjuicio causado al demandante por ello "no es desproporcionado".
En caso de haber admitido la demanda, el Supremo habría obligado al país a cambiar la legislación para incluir un tercer sexo en el estado civil de sus ciudadanos, algo que ya han hecho otros países como Alemania, Australia o Nepal.
El demandante, que en la actualidad tiene 66 años, nació sin ovarios ni testículos, con una vagina rudimentaria y un micropene, sin que su cuerpo generara ninguna hormona sexual.
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De niño, sus padres decidieron que era un hombre y así fue educado toda su vida, pese a su aspecto femenino.
A los 35 años recibió el primer tratamiento de testosterona para masculinizarle. En 1993 se casó y adoptó un hijo.
Convencido de que no es un hombre, acudió a la justicia, que en primera instancia le dio la razón en agosto de 2015.
Pero ese veredicto adoptado por el Tribunal de Tours, en el centro del país, fue rectificado en marzo de 2016 por el de Apelación, lo que llevó el caso hasta el Supremo.
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