LAKE BUENA VISTA, Florida -- Jack Morris se enorgulleció siempre de ser un tipo duro en el montículo, un pitcher cuyo temple de acero le permitía ganar los juegos importantes.
Pero el lunes, como miembro recién elegido al Salón de la Fama, Morris no pudo conservar la frialdad, mientras hablaba ante George Brett, Robin Yount y algunos otros integrantes del recinto de Cooperstown.
El llanto le entrecortó la voz en varias ocasiones, mientras hablaba junto a Alan Trammell, su excompañero en los Tigres de Detroit, elegido también un día antes como miembro del Salón de la Fama.
"Fui un desastre", sentenció Morris.
No tanto. Fue simplemente un momento digno del Salón de la Fama, durante la conferencia de prensa realizada en el marco de las reuniones invernales de las Grandes Ligas.
"Estoy abrumado y agradecido. Me siento honrado y muy humilde ante esto", comentó Morris. "Quiero compartirlo".
Morris y Trammell fueron elegidos por un panel de 16 integrantes que analizó a un grupo de candidatos de la "era moderna", cuyas contribuciones mayores a este deporte llegaron de 1970 al 87. Brett y Yount formaron parte de ese panel, junto con otros integrantes del Salón de la Fama, como el panameño Rod Carew, Dennis Eckersley, Dave Winfield, Don Sutton, Bobby Cox y John Schuerholz.
Los exjugadores de Detroit debutaron en las mayores en 1977, jugaron 13 años con los Tigres y serán exaltados juntos, en una ceremonia prevista para el 29 de julio.
Ofrecieron un adelanto de lo que será esa festividad, al ceñirse jerseys del Salón de la Fama frente a las cámaras de la prensa.
"Hombre, ¿cómo me veo?", preguntó Trammell.
"Te ves bien", respondió Morris, quien logró 254 victorias y es particularmente recordado por lanzar una blanqueada de 10 innings en el séptimo juego de la Serie Mundial de 1991, cuando los Mellizos de Minnesota se coronaron ante los Bravos de Atlanta.
Trammell fue elegido seis veces al Juego de Estrellas y ganó el Guante de Oro en cuatro ocasiones como campocorto. Bateó para .285, anotó más de 1.000 carreras y rebasó también el millar de remolcadas.
"Seré sincero, me siento como fuera de lugar. El Salón de la Fama tiene un aura muy grande", manifestó. "Pero cuando escucho 'Alan Trammell, Salón de la Fama', creo que no lo digiero todavía, lo digo de corazón".
Ninguno de los dos consiguió el apoyo suficiente durante los 15 años en que fueron elegibles por los miembros de la Asociación de Cronistas de Béisbol de Norteamérica (BBWAA, por sus iniciales en inglés).
"Quiero que todos los cronistas sepan que no estoy disgustado con ustedes... Respeto a todos por lo que piensan. Ahora que estoy ahí, no tengo que preocuparme más por eso", dijo Morris, entre risas.
Morris se imagina que todo será incluso más emotivo cuando tenga que pronunciar su discurso en la ceremonia de exaltación. Se espera que una multitud de fanáticos de Detroit llene el recinto en Cooperstown, Nueva York.
"Quizás no logre completarlo. Haré mi mejor esfuerzo. Trataré de recordar (la película) 'El Discurso del Rey', y veré si puedo trabajar en eso", prometió. "Espero representar bien a la gente que me ha apoyado. Haré lo mejor posible".
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