Se trata de uno de los interrogantes del ámbito de la nutrición que suscita más controversia. Tomar fruta para cenar siempre ha sido objeto de duda puesto que no todo el mundo lo considera adecuado, sobre todo si se tiene la intención de perder peso.
La licenciada en Farmacia y experta en alimentación, Marta Soler manifestño que debemos tener en cuenta dos claves a la hora de dar respuesta a esta cuestión.
La primera, que la fruta es un ingrediente básico que debe formar parte esencial de una alimentación sana y equilibrada para cualquier persona. La segunda, que la bioinividualidad, es decir, las circunstancias particulares de cada cuerpo, marca la diferencia.
La fruta, pilar básico de una dieta saludable
No cabe duda de la importancia de tomar fruta. Sus múltiples beneficios y aportes vitamínicos son incuestionables. De este modo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda tomar 5 raciones diarias entre frutas y verduras, repartidas a lo largo de la jornada como cada uno considere más adecuado.
“No podemos olvidar que cada organismo tiene unas características propias y puede sufrir casos concretos de intolerancia a la fructosa o digestiones difíciles, de modo que cada cual sabrá en qué momento le será más conveniente consumirla”, puntualiza la coach.
Asimismo, también hay que tener en cuenta otros factores externos, como la hora de irse a dormir o si se tienen turnos de trabajo nocturno, lo que alterará los ciclos circadianos (ritmo biológico) y las necesidades nutricionales serán muy distintas.
Por la noche el consumo energético varía
En lo que Soler hace especial hincapié es que la fruta tiene las mismas calorías independientemente de la hora a la que se consuma, por lo tanto, el efecto que produce en nuestro organismo siempre es el mismo. Hay que tener en cuenta que la fruta tiene una cantidad importante de azúcar en su composición, de modo que, “si nos acostamos pronto y, por ejemplo, comemos varios plátanos, que es una de las frutas que más glúcidos contiene, no daremos tiempo a nuestro organismo a consumirlos. Pero lo mismo sucede si tomáramos pasta, arroz o un chuletón de ternera”, explica.
Siempre van a ser mucho más difíciles de digerir, puesto que a última hora del día el metabolismo se ralentiza y la actividad física se ha reducido de manera considerable en comparación con otros momentos, por lo que no se va a poder quemar esa energía, generándose picos de azúcar en sangre que pueden acabar convirtiéndose en grasa. Sin embargo, afirmar que la fruta, por naturaleza, engorda más de noche “no es correcto”.
Comidas equilibradas a lo largo del día
“Cenar solo fruta es una opción tan válida como cualquier otra, pero mi recomendación siempre es que todas esas piezas se distribuyan de manera más compensada a lo largo de las cinco comidas del día”, subraya la experta.
En ellas, además, se deberán introducir los tres macronutrientes: hidratos de carbono, proteínas y grasas. Así, un buen ejemplo para ella sobre cómo introducir fruta en la cena sería a través de una compota de manzana, mucho más fácil de digerir. Aunque añadir una pieza entera tampoco supondría ningún problema en el marco de una alimentación equilibrada. Piña, sandía, melón o papaya son excelentes opciones que resultan muy depurativas por la noche.
Lo que sí resulta de vital importancia para Marta Soler es, en cualquier caso, huir de los extremos y de las llamadas ‘dietas milagro’, basadas en el consumo exclusivo de fruta con la falsa promesa de perder unos kilos de manera dudosa en tiempo récord con el consiguiente ‘efecto rebote’.
Con información de Hola.
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