Por Andrés Pascual
“Snitch” significa soplón en español, mucho más ofensivo “chivato”, la chivatería es vieja y despreciable, por miedo, por dinero o por lograr credibilidad chivatean algunas alimañas; tal vez basada en la 3era referencia, el ex pitcher del Brooklin, Elvin Charles “Preacher” Roe, (el apodo quiere decir “predicador”), con todo y que le dirigía la palabra “veraz, formativa y reconfortante” desde un púlpito a una feligresía que lo creyó casi divino, le dijo alguna vez a la revista Sporting News que “tiró saliva durante finales de los 40’s y principios de los 50’s”, y que tuvo como colaborador en la faena ilegal y prohibida a Pee Wee Reese, forma soez y repugnante de “echar pa’lante como a un carrito de hela’o” al inmortal shortstop, cuyo nombre se relaciona con la defensa de Jackie Robinson, aun contra amenazas de muerte; nada, lo cantó Beny Moré: ¡Qué humanidad caballeros! ¡Qué humanidad! Común en este tipo de elemento que se retracten de una entre tres formas posibles “no lo dije, no quise decir eso, no lo dije así…”.
Hace muchos años, el ex catcher de los Bengaleses de Michigan y manager del Cinci, Birdie Tebbets, contó, como quien hace un chiste en “stand-up”, que todo el mundo en el Detroit conocía que Tommy Bridges tiraba el veneno.
Durante los 50’s, los cubanos Raúl Sánchez y Orlando Peña usaron la saliva como lanzamiento de dominio alterno; Peña continuó metido en terreno ilegal durante los 60’s y 70’s.
En la Liga Americana lo “ayudó” en la faena proscrita un inmortal de fama y prestigio, obligado a mantenerse “acatarrado” para desgarrar sobre su guante y frotar la bola que, asquerosamente, jugaría al “me agarras no me agarras” en cada envío de la mano derecha del orgullo de Las Tunas; sin embargo, lanzando contra Minnesotta en 1967, Tony Oliva le metió una línea que casi le arranca la cabeza y, cuando el artillero llegó a la inicial, le gritó en español: “vuelve a tirarme otra salivita que te la voy a arrancar”.
Años después, el Predicador Roe le concedió una entrevista a otro magazine, esta vez a Sports Ilustraded, en la que sugirió que “aquella vez” quiso defender al pitcher; al que consideró una especie de “Cenicienta del juego”.
En lo de Cenicienta, posiblemente haya tenido razón, a la luz de que, todas las novedades en la relación pitcher-bateador, giran alrededor de los cañoneros desde que Ruth popularizó el jonrón y comenzó la era de “la bola viva”.
Piense en esto: reducción de las distancias hasta las cercas; 3 segundos estático en el balk; disminución de la elevación del montículo; reducción de la zona de strike, incluso el unguento de Blackburne benefició a los pitchers.
Hace poco se comentó que analizaban el uso de la saliva para legalizar el de sustancias de crecimiento por los bateadores (que no se limita solo a estos), es decir, reautorizar el recurso maldito y piadoso para aliviar la muerte de un condenado.
A fin de cuentas son los tiempos, que no equilibran nada como se supone que debe ser o ¿Acaso no ha visto una foto de Mariano Rivera escupiendo una bola en pleno montículo? ¿Qué pasó?
Para colmo de males, Mariano es tan predicador como lo fue aquel pitcher de los Dodgers al que hace años le cayó la grada arriba; aunque, vale la pena decirlo, porque comprometió a algunos, no por ensalivar la pelota.
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