viernes, 21 de diciembre de 2018

Fallece Joana Biarnés, primera fotoperiodista de España





En 1965, 
la fotógrafa Joana Biarnés (Terrassa, 1935) se coló en el avión en el que los Beatles viajaban de Madrid a Barcelona. Voló con ellos y estuvo en la habitación de un hotel haciéndoles fotografías durante tres horas sin que los del famoso cuarteto de Liverpool se percataran de que era una fotógrafa profesional. "La clave estuvo en que tiré las fotos sin flash y ellos pensaron que era una fan enloquecida que tenía dinero para seguirlo a todas partes. La fotos de la escalerilla yo no las hice, porque esas las hizo todo el mundo, pero las del hotel solo las tenía yo. Siempre me ha gustado hacer fotos diferentes", recordaba Biarnés hace apenas unos días en una conversación con EL PAÍS Semanal. Biarnés, que ha fallecido a los 83 años de un infarto en su casa de Viladecavalls (Barcelona) la pasada madrugada, conservó hasta el último momento las ganas de hacer fotografías, pese a los problemas de vista que le afectaron en los últimos años. 

 Autodidacta, como la gran mayoría de su generación, que dieron a la fotografía un lenguaje moderno lejos del salonismo que había imperado hasta la fecha, le gustaba decir que "la fotografía no se enseña en las academias, ni en talleres. Es la calle la que te enseña".

A Biarnés siempre se la ha reconocido por este trabajo único de los Beatles que mostraba a una mujer intrépida que se movía con soltura en un mundo de hombres. Tanto, que cuando desde el diario Pueblo, donde trabajó durante 22 años, la enviaban a cubrir una información le solían preguntar: "¿Dónde está el fotógrafo?" y ella respondía "el fotógrafo soy yo". No lo tuvo tan fácil cuando las fotografías las tuvo que hacer en el campo de futbol. "Me gritaban de todo. '¡Guarra!', ¿Buscas novio?', '¡Vete a casa fregar los platos!", pero yo no hacía caso". Por suerte, su trabajo mayoritario fue alrededor del mundo de la cultura, "del artisteo", como solía calificar sus magníficas imágenes de los protagonistas de la cultura y del mundo del espectáculo de los años sesenta y ochenta. Desde Marisol, a Joan Manel Serrat, pasando por Lola Flores, Rocío Jurado, Luis Buñuel, Massiel (a la que acompañó a París a comprarse su famoso vestido con el que cantó y ganó en Eurovisión en 1968), Salvador Dalí, al que llamaba "maestro" y con el que le unió una gran amistad de años, y Raphael, del que fue fotógrafo oficial durante años. "En el mundo de la cultura nunca tuve ningún problema", reconocía.

En 1985, con la llegada de los paparazzi, Biarnés colgó las cámaras y se retiró a la isla de Ibiza, con su inseparable Jean Michael, donde abrieron un restaurante en el que muchas de las personas a las que había fotografiado acudían cada verano a comerse una de sus famosas paellas. Y así estuvo 20 años, hasta que se jubiló y se instaló en Viladecavalls (Barcelona), cercana a su natal Terrassa.

Biarnés se dio a conocer como periodista gráfica en 1962, cuando hizo un trabajo de las terribles inundaciones del Vallès, la comarca barcelonesa donde trabajaba. "Las envié en un taxi y fueron las imágenes que la televisión utilizó para ilustrar la tragedia", explicaba. Las dos décadas que permaneció lejos del mundo de la fotografía le habían hecho caer en el olvido. Fue otro fotógrafo de Terrassa, Cristóbal Castro, el que preparando una exposición sobre los 50 años de estas inundaciones redescubrió el potencial de esta mujer que recordaba todas y cada una de las historias y anécdotas que se escondían detrás de sus imágenes. Una exposición con su trabajo que ha recorrido varias ciudades españolas, un documental y un libro colocaron a Biarnés en el lugar que le corresponden dentro del mundo del fotoperiodismo español, convirtiéndola en una referencia obligada.

Sencilla, cercana y con ganas de explicar su trabajo, Biarnés, sin renunciar a sus famosas fotografías de los Beatles, reivindicaba el resto de su trabajo: "No es que esté harta de que se hable de este trabajo, pero parece que en mi vida profesional no he hecho nada más". Lo que también le gustaba contar, con humor, es que estas fotos también le eran útiles en su vida diaria: "Cuando llego a una de las paradas del mercado, el dependiente, fan absoluto de los Beatles, siempre me dice: 'Qué le pongo, que seguro que tiene prisa' y me cuela delante de todo el mundo. Nunca pensé que pasar un rato con los Beatles fuera tan útil", explicaba con una enorme sonrisa.

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