jueves, 13 de diciembre de 2018

La irrupción de un excéntrico multimillonario pone color a la política uruguaya

Dueño de un equipo de fútbol inglés y marido de la hija de un magnate ruso, Juan Sartori presenta por sorpresa su precandidatura presidencial por la derecha

Sartori, en el lanzamiento de su precandidatura a la presidencia por el PN.
Sartori, en el lanzamiento de su precandidatura a la presidencia por el PN

En medio de un clima de apatía, Uruguay se prepara para unas elecciones clave que definirán el relevo de dirigentes dentro del gobernante Frente Amplio (FA, centroizquierda)y pondrán a prueba la estabilidad del sistema uruguayo en una región convulsa, con el surgimiento de fenómenos nuevos y hasta exóticos, como la precandidatura de un millonario totalmente desconocido: Juan Sartori.
La irrupción de Sartori, casado con la hija de un magnate ruso, es una primera prueba para el Partido Nacional (PN, centroderecha), una de las formaciones más viejas y tradicionales del país sudamericano. Sartori, que vive en el extranjero desde hace 20 años, apareció de la nada hace unos meses anunciando su candidatura por el PN —donde nadie lo conocía— aupado por un pequeño grupo que lo había inscrito como miembro, abriendo la posibilidad de que se presente a las elecciones internas (primarias) de junio del año que viene. De esos comicios saldrá el nombre de los cabezas de cartel presidenciales de las diferentes formaciones políticas uruguayas rumbo a las presidenciales de finales de octubre.
Joven, con el sello de empresario exitoso, Sartori pronto se reveló como el prototipo de millonario con ambiciones políticas: es propietario de grandes extensiones de tierra en Uruguay, de un club de fútbol inglés —el Sunderland— y de un portal de noticias uruguayo. Y está casado con Ekaterina Ryvolovleva, hija de un magnate ruso (también prototípico) acostumbrada a recibir regalos como la isla griega de Skorpios, famosa por haber pertenecido a la familia Onassis.

"¿Quién es Sartori?"

Después de lanzar una operación de marketing para crear expectativas, con la pregunta "¿quién es Sartori?" diseminada por las redes sociales, el empresario hizo su presentación oficial el martes por la noche en un teatro de Montevideo. Apareció en solitario, con un fondo dominado por la bandera uruguaya. "Yo soy Sartori", exclamó antes de iniciar un discurso en el que se esforzó en la defensa de "los logros basados en el esfuerzo" y la ética de los negocios como trampolín hacia la política. Los dirigentes del PN no acudieron al acto y los medios de comunicación le dieron la atención justa al evento, sin grandes despliegues.
La campaña para las elecciones internas en los partidos uruguayos, abiertas a la participación de todos los electores, ya está presente en los medios, en las redes sociales y en la calle. Esa cita con las urnas será el preludio de unas presidenciales en las que los nombres de los candidatos se antojan, por ahora, más importantes que los propios programas y propuestas políticas. Los comicios se antojan, a la vez, tan previsibles —con el gobernante Frente Amplio como gran favorito— como totalmente inciertas a la vez: los sondeos han dejado de servir de brújula y los electores —un fenómeno casi global que también ha llegado a Uruguay— dan señales de desencanto con la política tradicional.
En unas elecciones al uso, se podría decir que un hombre como Sartori no tiene ninguna posibilidad en un país como este, tradicionalmente estable, en el que la exhibición de la riqueza está mal vista, hay un culto a la clase media y se huye de las estridencias. Y menos ante el favorito el Partido Nacional, Luis Lacalle Pou,hijo, nieto y bisnieto de dirigentes blancos —como llaman también al Partido Nacional—. Destacados dirigentes del PN no han dudado en arremeter contra su nuevo integrante, al que consideran una devaluación de la política contraria a los valores republicanos del país. Pero los aspirantes a la presidencia, como el propio Lacalle Pou, se han limitado a recoger el guante y a tratarlo como un competidor más.
En unas elecciones inciertas, su precampaña a golpe de talonario, con asesores de comunicación y una fuerte presencia en las redes sociales, podría cambiar la ecuación política uruguaya. Sartori tiene en la mira a los simpatizantes del PN que están fuera de la estructura de base de la formación, que podrían representar un 50% de sus votantes en las primarias.

Adiós a una generación de políticos

Por ahora, la candidatura de Sartori es, más que nada, una preocupación en el Partido Nacional. Mientras, la coalición gobernante del Frente Amplio está inmersa en sus propias primarias, con cuatro dirigentes disputándose el puesto de candidato a la presidencia. Una vez más, el debate gira en torno a las personas, más aún cuando en 2019 se producirá un relevo de la generación de políticos que transformó Uruguay dándole un giro a la izquierda.
Por razones de edad, Tabaré Vázquez, el primer presidente de izquierdas de Uruguay —y actual jefe de Estado—, el exguerrillero José Mujica, y el todopoderoso ministro de Economía, Danilo Astori, se irán retirando de escena después de décadas. Sus sucesores tendrán que lidiar con el desgaste de tres periodos consecutivos de Gobierno y unos sondeos que indican un claro retroceso que les haría perder la mayoría parlamentaria.

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