Nadie nunca pensó que el más pequeño de cinco hermanos de una pudiente familia de Palmira terminaría convertido en el hombre más buscado en Colombia desde de los tiempos de Pablo Escobar y el más codiciado en Estados Unidos después de Osama bin Laden.
Juan Carlos Ramírez Abadía, apodado "Chupeta" -por su apariencia dulce en la infancia-, llegó a tener un emporio de droga de una fortuna estimada en 1.800 millones de dólares, tan poderoso que inició en el negocio a Joaquín "Chapo" Guzmán, el líder del más temido y poderoso cartel de México, el de Sinaloa, que ahora está siendo juzgado en Nueva York.
Pese a que se graduó como economista en una prestigiosa universidad de Bogotá, Ramírez se prometió que antes de llegar a los 30 sería multimillonario. Para lograr tal fin debía, casi por obligación, incursionar en el mundo ilegal.
A sus 20 años ya había abandonado sus estudios de posgrado. Se vinculó entonces con los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, líderes del Cartel de Cali, donde se inició en las actividades ilícitas.
Su estilo frío y calculador lo hicieron escalar en la organización, hasta formar su propia red criminal junto a su socio y amigo Juan Carlos Ortiz, alias "Cuchilla".
Tras el asesinato de Pablo Escobar, cabecilla del cartel de Medellín, y la disolución del Cartel de Cali, "Chupeta" rápidamente pasó a ser el principal distribuidor de cocaína en Estados Unidos y Europa. Y fue el primer narcotraficante colombiano en trazar nuevas rutas para iniciar el transporte de heroína.
Sus lujos y excentricidades -pues le gustaban las joyas y la ropa de marca y vistosa- lo pusieron en la mira de las autoridades. Por lo que en 1996 se entregó a la justicia junto a "Cuchilla", aceptaron cargos por narcotráfico, enriquecimiento ilícito y testaferrato, y fueron condenados a 24 años de prisión.
"Chupeta" solo cumplió cuatro de esos años por rebajas de pena. Y desde los tres centros de reclusión en los que estuvo siguió consolidando su organización. Entonces entendió que debía manejar un perfil bajo.
Ya en libertad, se fue a vivir a Brasil, donde montó algunas empresas fachadas para lavar dinero del narcotráfico. Las autoridades colombianas le seguían la pista, así que para no ser descubierto tomó una medida radical: cambiarse el rostro. Fueron unas 10 cirugías estéticas en las que se operó la nariz, se ensanchó la quijada, se partió el mentón, se estiró la frente, transformó el contorno de los ojos y se pronunció los pómulos. Quedó irreconocible.
Ramírez logró enviar más de mil toneladas de cocaína a Estados Unidos entre 1990 y 2004, creando su propia red distribuidora en Nueva York. Las ganancias regresaban a empresas familiares en Colombia y Brasil, y a otras inmobiliarias y automovilísticas en España y México, donde lavaba el dinero. Así se convirtió en uno de los 10 narcotraficantes más buscados del mundo, por el que Estados Unidos ofreció hasta cinco millones de dólares.
El sanguinario
"Chupeta" tenía otra particularidad, "era un hombre frío, calculador y "extremadamente violento", como lo describió en un informe la DEA, que lo acusaba de 15 asesinatos cometidos en Estados Unidos. Pero la realidad es que había ordenado unas 300 muertes. Quizás el caso más sorprendente fue el homicidio de 35 miembros y amigos de la familia del narcotraficante Víctor Patiño Fómeque, en un solo año.
La captura
Luego de años de búsqueda, Ramírez fue capturado el 2 de noviembre de 2007 en una lujosa mansión en Brasil por las autoridades de ese país que le seguían la pista por lavado de activos, sin imaginarse la persona que tendrían entre manos.
"Sólo pudo ser identificado por su voz y sus huellas dactilares, confirmadas por el propio director de la Policía colombiana, general Óscar Naranjo (de entonces)", dijo a Semana, Fernando Francischini, un agente de la Policía federal a cargo de la investigación en su contra. Luego anunciaron la incautación de 60 millones de dólares más 309 lingotes de oro enterrados en siete casas de Cali.
"Chupeta" fue extraditado a Estados Unidos, donde recibió 55 años de condena por aceptar los cargos de narcotráfico que se le imputaron. Ahora, busca rebajar esa sentencia sirviendo como el principal testigo en el juicio contra Joaquín "Chapo" Guzmán, el cabecilla del Cartel de Sinaloa de México, al que presuntamente le suministraba la droga, y que enfrenta cadena perpetua por enviar más de 150 toneladas de cocaína a EEUU.
Más tarde, el general (r) Óscar Naranjo, contó en su libro El general de las mil batallas, que "Chupeta" fue finalmente localizado por información suministrada por un amante a quien traicionó. Era un oficial retirado de la Armada Nacional en grado de teniente de corbeta que terminó en su misma celda en la cárcel de Palmira por un caso de corrupción.
Al tiempo de su relación, el hombre, que no es identificado en el libro, se volvió una especie de contador del narco, conocía la ubicación de sus caletas y de sus principales escondites. Así lo reveló en una llamada realizada a la Dijín de la Policía en 2006. "General, pasó que me enamoré de "Chupeta" y fui su pareja muchos años. Pero le voy a decir una cosa: me traicionó, me dejó y por eso quiero verlo arruinado", sentenció el delator. Y parece que lo logró.
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