Una alimentación baja en sal, ejercicio físico y medicación son las claves principales. En España, casi un 40% de los hipertensos desconoce serlo
Tener hipertensión o ser una persona hipertensa supone un gran obstáculo para la salud. Según apunta la evidencia científica, la hipertensión aumenta el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca. Sin embargo, la buena noticia es que la hipertensión es un factor de riesgo evitable. Si tenemos la presión alta para reducirla sólo debemos adherimos lo más posible a la medicación pautada por nuestro cardiólogo y a una serie de hábitos saludables que debemos interiorizar de por vida. La hipertensión se puede reducir y controlar y por ende, disminuir (y alejar) el riesgo de desarrollar episodios cardiovasculares.
Según datos de la Fundación Española del Corazón (FEC), las enfermedades hipertensivas han duplicado el número de fallecimientos en la última década: en 2005 la hipertensión provocó 6.661 fallecimientos, en 2015 produjo 12.674. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la hipertensión es el principal factor de riesgo de las enfermedades del corazón que son en la actualidad, la primera causa de muerte en España -también en todo el mundo-.
Por todo ello, los expertos señalan que es fundamental mantener a raya nuestra tensión y situarla dentro de los niveles recomendados. Pero ¿sabemos cuál es el estado de nuestra tensión? ¿Conocemos cuáles son nuestros niveles? Los datos dicen que casi el 40% de las personas hipertensas desconoce serlo.
1. ¿Conoces el estado de tu tensión?
Según los datos del estudio di@bet.es publicado en Revista Española de Cardiología (REC), en España, el 37,4% de los hipertensos están sin diagnosticar (43,3% hombres vs 31,5% mujeres). En total, y según expone este informe, un 42,6% de la población adulta española (mayores de 18 años) es hipertensa -igualmente, más hombres (49,9%) que mujeres (37,1%).
Sin embargo, de todas las personas diagnosticadas como hipertensas, no todas siguen un tratamiento, ni mantienen su tensión controlada. Los datos de este mismo estudio muestran que un 88,3% de los hipertensos conocidos toman tratamiento y solo el 30% tiene la presión arterial controlada.
2. Los niveles adecuados de tensión
“Para considerar que se tiene la tensión bien controlada, debemos bajarla al menos a 130/80 mm Hg”, expone a El Independiente Katia López Revuelta, especialista en nefrología y Coordinadora de la Unidad de Hipertensión de Hospital Quirónsalud Sur en Alcorcón (Madrid). Según expone la FEC en su página oficial, es fundamental mantener los niveles presión arterial sistólica (máxima) entre 120-129 mmHg, y las de diastólica (mínima) entre 80 y 84 mmHg.
Es importante medir la tensión cada tiempo, ya que en muchas ocasiones la hipertensión no avisa
Podemos medirnos la tensión solos en nuestra casa con la ayuda aparatos homologados y validados que se venden en las farmacias, bien acudir a cualquier farmacia cercana o hacerlo en la misma consulta del médico de cabecera. Es importante, según recomienda la FEC, que se hagan controles tanto en las empresas como en los centros de salud. Lo importante es medir la tensión cada tiempo, ya que en muchas ocasiones la hipertensión no avisa, es decir, en muchas ocasiones no produce síntomas.
3. Los (no) síntomas de la hipertensión
En la mayoría de ocasiones, explica López Revuelta, la hipertensión arterial no da síntomas hasta que las cifras son muy elevadas. Por eso es recomendable revisarse la tensión anualmente a partir de los 40 años. Sobre todo, cuando existen antecedentes familiares y en el caso de la mujer también cuando entra en la fase de la menopausia.
Algunos de los síntomas que pueden alertarnos sobre la posibilidad tener la tensión arterial alta son, según detalla esta experta, dolor de cabeza, las palpitaciones o la dificultad para respirar, la sensación de mareo o alteraciones en la vista como visión borrosa o puntos negros.
4. Las claves principales para reducir la tensión
Interiorizar en tu día a día una sería de hábitos saludables son la clave para reducir la tensión arterial y mantenerla y tenerla controlada. Estos estilos de vida o hábitos saludables que debemos interioridad en nuestra rutina son fundamentalmente cuatro: perder o controlar el peso, llevar a una alimentación sana, equilibrada y pobre en sal; hacer ejercicio físico de forma regular (una recomendación para esto es caminar durante 30 minutos diarios a una velocidad moderada); evitar malos hábitos como el tabaco y el alcohol y por último, evitar el estrés crónico.
Además de los hábitos saludables, en aquellas personas hipertensas es fundamental que mantengan una buena adherencia al tratamiento farmacológico que le ha indicado su médico. De nada sirve lo anterior si no toman la medicación pautada de forma correcta y adecuada, todos los días.
Una mala calidad del sueño se asocia con un aumento de enfermedad coronaria
Otro de los aspectos importantes en las patologías del corazón y en concreto en la hipertensión es el sueño: “Una mala calidad del sueño se asocia con un aumento de enfermedad coronaria. El trastorno conocido como síndrome de apnea del sueño se asocia con hipertensión arterial y riesgo cardiovascular y por ello es muy importante tratarlo. Lo recomendable sería dormir una cantidad de horas suficientes en torno a siete horas”, recomienda la doctora.
5. Sobre todo: una dieta baja en sal
Uno de los hábitos más importantes para reducir la tensión y mantenerla controlada es llevar a cabo una alimentación cardiosaludable, basada fundamentalmente en la dieta mediterránea, que ha demostrado científicamente ser un escudo y un protector para el corazón. Según López Revuelta, la dieta que ha de llevar una persona hipertensa tiene que ser “rica en frutas y verduras, legumbres y pescados, aceite de oliva virgen y evitar grasas saturadas, tomar los lácteos desnatados, pocas carnes rojas y evitar los fritos y bollería industrial”.
Por otro lado, es fundamental que sea una alimentación con bajo contenido en sal, es decir, “sobre todo no tomar fiambres, conservas, precocinados (que son los alimentos que más sal aditiva tienen) y añadir la menor posible ( menos de una cucharadita al día repartida en comidas). Un buen truco es añadirla después de guisar, de esta forma usaremos menos”, añade la doctora.
Así, y según alertó el doctor Carlos Macaya, presidente de la FEC, en una charla con motivo del Día Europeo de la Prevención del Riesgo Cardiovascular, “la reducción de la sal añadida en nuestros alimentos debe ser una prioridad para nuestros políticos e industria alimentaria; pero no solo de ellos; retirar el salero de nuestra mesa es una medida que podemos, y debemos, realizar cada uno de nosotros en nuestro día a día”.
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