Claudio Rodríguez Otero
Ramírez va camino a convertirse en el segundo importado en ingresar al Salón de la Fama nipón
Con el anuncio de la promoción 2019 del Salón de la Fama de la NPB pautado para mañana y la posibilidad de que el venezolano Alex Ramírez sea exaltado al mismo, el momento es ideal para recordar a los pocos extranjeros que han sido inmortalizados hasta ahora.
Antes que nada, debemos diferenciar entre los jugadores o personas extranjeras que llegaron a trabajar en el béisbol nipón como “importados” y los jugadores o personas de nacionalidad foránea que nacieron o crecieron en Japón e ingresaron a la NPB como “japoneses”.
Ramírez, por ejemplo, fue firmado por las Golondrinas de Yakult en la campaña 2001 como un refuerzo foráneo, por lo que al momento de ser exaltado se convertirá en apenas el segundo jugador de esas características en recibir ese honor.
El taiwanés Dai-Kan Yo, por el contrario, completó su escuela secundaria en Japón y firmó en 2007 con los Luchadores de Nippon Ham a través del Draft de la NPB, por lo que todavía hoy sigue siendo considerado como un jugador “japonés” en el roster de su equipo.
Yonamine se caracterizó por su manera agresiva de correr las bases
Así, el único otro pelotero extranjero que firmó con un equipo de la NPB en calidad de importado y fue luego exaltado al Salón de la Fama local es el hawaiano Wally Yonamine, quien se convirtió en 1951 en el primer extranjero en ver acción en la liga luego de la Segunda Guerra Mundial.
Nacido en Olowalu, Hawaii, Yonamine fue un atleta consumado y se convirtió en 1947 en el primer descendiente de japoneses en jugar fútbol americano en la NFL, luego de disputar toda esa temporada con los 49 de San Francisco.
Una fractura en su muñeca al año siguiente le puso el punto y final a su carrera en ese deporte, por lo que optó por jugar béisbol en las ligas menores de su país, algo que sin saberlo cambiaría su futuro.
Su amistad con varios compatriotas que estaban ayudando a desarrollar el béisbol en Japón le brindó la oportunidad de firmar con los Gigantes de Yomiuri en 1951 y éste decidió no desaprovecharla.
Desde el primer turno que tomó, su habilidad para batear hacia todas partes del terreno y su agresividad para correr las bases transformaron por completo la forma de practicar el deporte en Japón.
A partir de entonces, fue un miembro clave de un conjunto que ganó 8 títulos de la Liga Central y 3 Series de Japón en la década de 1950. Adicionalmente, ganó 3 títulos de bateo, fue nombrado Jugador Más Valioso del circuito en 1957 y fue electo al Equipo Ideal de la liga en 7 ocasiones consecutivas.
Como manager, Yonamine llevó a Chunichi al título de la Liga Central en 1974
En 1972, además, se convirtió en el primer manager extranjero en la historia de la NPB tras asumir las riendas de los Dragones de Chunichi, equipo que llevó al título de liga en 1974, momento en el que cortó la racha de 9 campeonatos en fila de Yomiuri.
Su inducción se tardó un poco, pero en 1994 un comité especial de evaluación finalmente decidió reconocer sus logros como jugador y manager y abrirle las puertas al panteón de los inmortales de la pelota nipona.
Otros dos estadounidenses pertenecen también al Salón de la Fama japonés, pero no por sus logros como peloteros sino por su invalorable trabajo para promover el desarrollo del deporte en el archipiélago.
El primero de ellos es el profesor universitario Horace Wilson, quien llegó al país en 1870 a enseñar inglés y matemáticas en la prestigiosa Academia Kaisei Gakko. Él está acreditado como la persona que trajo el béisbol a Japón luego de comenzar a practicarlo con sus estudiantes a partir de 1872.
"El zurdo" O'Doul fue exaltado al Salón de la Fama nipón en 2002
El segundo es Frank “El zurdo” O’Doul, quien fue uno de los principales promotores de la cooperación entre Japón y los Estados Unidos para el desarrollo del béisbol en la tierra del sol naciente.
Incluso durante su carrera como jugador, que lo llevó a defender las camisetas de 5 equipos distintos de las Grandes Ligas, O’Doul ayudó a organizar las famosas giras de estrellas de la MLB por Japón a principios de la década de 1930.
Más adelante, como manager y embajador de buena voluntad, ayudó a instaurar el sistema de dos ligas que la NPB ha estado utilizando desde 1950 y hasta facilitó la firma del ya mencionado Yonamine con Yomiuri en 1951.
Tanto él como Wilson fueron electos por el Comité Especial del Nuevo Siglo, que fue creado en la década del 2000 para estudiar y evaluar los logros de distintas personas que fueron claves para el desarrollo del béisbol en el país a lo largo de su historia.
Starffin fue el primer ganador de 300 juegos en la historia del béisbol japonés
Entre los jugadores que nacieron en el exterior o son descendientes de extranjeros pero desarrollaron sus carreras en la NPB como “japoneses”, el ejemplo más claro es el del ruso Víctor Starffin.
Nacido en los Urales, Rusia, en 1916, se mudó con sus padres a Hokkaido, al norte de Japón, luego de la Revolución rusa de 1917. Allí se convirtió en un héroe del béisbol colegial como lanzador con el Liceo Asahikawa Este.
Su deseo era asistir a la Universidad Waseda y continuar su carrera ahí, pero fue forzado por Matsutaro Shoriki, dueño del Diario Yomiuri y fundador de los Gigantes, a firmar con su equipo y jugar en la primera liga profesional del país.
Luego de defender exitosamente las camisetas de diversos equipos japoneses, Starffin se convirtió en 1955 en el primer ganador de 300 partidos en la historia del béisbol japonés y todavía posee el récord de más blanqueos de por vida con 83.
Otros ejemplos de esta categoría no son tan claros o conocidos, pero sí existen. Entre ellos destaca el del legendario Sadaharu Oh, quien posee el récord mundial de jonrones de por vida con 868.
El legendario Sadaharu Oh ha sido siempre ciudadano taiwanés, no japonés
Para muchos el mejor jugador de la historia del béisbol japonés, Oh es hijo de padre taiwanés y madre japonesa, razón por la cual todavía hoy no posee ciudadanía japonesa, sino taiwanesa. Sin embargo, como nació y creció en Japón, siempre ha sido considerado como un jugador japonés en lo que al registro de peloteros de la liga se refiere.
Otro caso igual de interesante es el de Masaichi Kaneda, el único ganador de 400 juegos de por vida en la NPB, quien es descendiente de inmigrantes coreanos. Tal como ocurrió con Oh, nació y creció en Japón, por lo que siempre ha sido considerado un jugador “japonés”.
También podemos mencionar el caso de Sachio Kinugasa, el hombre que en 1987 rompió el récord de 2130 juegos disputados de manera consecutiva de Lou Gehrig, quien era descendiente de un padre estadounidense y una madre japonesa pero siempre fue considerado con un jugador "japonés".
Personalmente, estos son todos los ejemplos que conocemos de miembros del Salón de la Fama del béisbol japonés que nacieron en el exterior o son descendientes de padres foráneos. Es probable que existan más, pero como por lo general la mayoría de esos jugadores prefiere mantener esa información en secreto, no es fácil saberlo.
Lo que sí podemos concluir entonces es que cuando Ramírez sea exaltado se convertirá en apenas el segundo “importado” de la liga en recibir ese honor y, obviamente, el primer latino.
También podríamos decir que será el sexto extranjero en general, si contamos también a Wilson, O’Doul, Oh y Starffin, ya que todos fueron, o son, ciudadanos foráneos (los dos primeros son estadounidenses, el tercero taiwanés y el cuarto ruso).
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