sábado, 26 de enero de 2019

Frederick Forsyth: “Vivimos una nueva guerra fría”

El autor británico publica ‘El zorro’


Frederick Forsyth: “Vivimos una nueva guerra fría”
Euroescéptico. Frederick Forsyth fotografiado en febrero del 2016 frente al Parlamento británico. El escritor, periodista y espía se declara euroescéptico porque cree que la UE se dirige hacia un superestado en el que el poder principal no será democráticamente elegido (Anthony Devlin / EFE)

Frederick Forsyth ha vuelto. El británico había anunciado su retirada tras sus memorias El intruso, pero el ciberespacio y el ciberespionaje le han tentado para escribir un nuevo thriller, El zorro (Plaza Janés). El autor de Chacal –inspirada en el intento de asesinato del general De Gaulle por paramilitares de ultraderecha–, que fue periodista y espía durante largos años, regresa al terreno donde se siente cómodo, en el que la más abrasadora actualidad, Rusia, Irán y Corea del Norte, Putin y Trump, cobran vida a través de intrigas, espionaje y asesinatos despiadados. Incluso el protagonista de la obra, Luke, de 18 años, se inspira en la historia real de dos jóvenes británicos, Lauri Love y Gary McKinnon, genios con síndrome de Asperger que burlaron como un juego todas las defensas de los ordenadores del ejército estadounidense y de la NASA.
¿Cuando cayó el muro en 1989 imaginaba que 30 años más tarde seguiría escribiendo de espías?
Ni yo, ni nadie. Al caer el muro hubo gran júbilo en Occidente. La Guerra Fría se había acabado. Teníamos los dividendos de la paz. Pero pronto las cosas tomaron otra dirección. El 11-S, Al-Qaeda, Irán, China volviéndose agresiva, Rusia tornándose muy agresiva... Hemos vuelto a otra Guerra Fría. Es una vuelta a los viejos días. Cada vez que tratamos de vivir pacíficamente alguien en alguna parte quiere lo contrario, parece parte de la condición humana.
Y entonces hay que contratar espías... y más en el ciberespacio.
Hoy hay más espías rusos activos en Londres que en la Guerra Fría. Y el ciberespionaje es una nueva guerra fría que se libra en un lugar extraordinario en el que luchan computador con computador por obtener o proteger los secretos. Esa lucha ya se producía en la Edad Media, con Felipe II intentando descubrir los secretos de la reina Isabel, pero ahora ya no se trata de interceptar cartas, sino del ciberespacio, el nuevo campo de batalla donde los secretos están almacenados y los espías operando. Por eso inventé al protagonista de mi novela, Luke, de 18 años, una mente inusual.
Se inspiró para él en la peripecia real de Lauri Love y Gary McKinnon. ¿Qué le interesó?
Son dos jóvenes británicos con dones extraordinarios para penetrar todos los muros de protección de las bases de datos. Pero eran inofensivos, no terroristas. Son mentalmente extraños y lo hacían para divertirse. Para ellos era como un supervideojuego. Afortunadamente no trabajaban para Rusia o China.
Usa a Luke para arreglar algunos problemas del mundo. Y Rusia es el mayor. En la novela a Putin le llama siempre el Vozhd.
Es una palabra que en Rusia tiene el significado de jefe de una banda criminal. Como llamar padrino a Vito Corleone. Es como se refieren comúnmente a él en Rusia. Me parecía divertido llamarle así siempre.
Escribe usted que el Vozhd ­entendió que podía perpetuarse en el poder teniendo bajo su ­mando servicios secretos, ­oligarcas y ­crimen organizado.
Es así. No es ficción. Es la realidad de la Rusia de hoy. Putin controla las tres. Son los tres pilares de su poder. Es el único país donde el crimen organizado se ha convertido en parte del Gobierno. Las bandas criminales ganan mucho dinero con los servicios secretos.
Y los dibuja como especialmente crueles.
Lo son. Ya vio con los Skripal. Era un refugiado ruso que había sido espía para nosotros, fue descubierto y enviado a una cárcel en Rusia. Y fue objeto de un intercambio de espías. Las reglas dicen que a un ex espía se le permite vivir en paz pero Putin no obedece reglas y envió asesinos a matarle con Novichok. Les enviaba el GRU, el sustituto de la KGB. Es gangsterismo. Y de hecho usan gángsters, asesinos a sueldo, para hacer su trabajo sucio.
A Putin lo retrata como un ex matón aficionado a hacerse fotografías homoeróticas.
Hay muchos misterios sobre él. ¿Hay alguna novia? Aparentemente no. Pero le gusta cabalgar por Siberia con el pecho descubierto como lo que ves en las revistas gays.
¿Qué busca?
El poder. Es como una droga. Más que el éxtasis o la heroína. Y es inmensamente rico. Técnicamente, no ha tenido otro salario que el de primer ministro o presidente. No te conviertes en multibillonario con un sueldo. Pero su riqueza secreta es como la del rey de Arabia Saudí.
¿Y dónde ve sus límites?
Tiene el poder completo en Rusia e intenta volver a lo que era la URSS. Ve su desaparición con Gorbachov como el peor crimen de la historia. Ahora presiona a Bielorusia, amenaza a los Estados bálticos, trata de influir en Georgia y Armenia, toma provincias ucranias. Intenta reconstruir la URSS.
Su novela parece un retrato periodístico del mundo actual. ¿Echa de menos el periodismo?
Creo que nunca lo he dejado. Tengo una columna semanal en un diario. Y la parte que me interesa es la investigación. Cubrir fútbol no está prohibido. Ir al Parlamento tampoco. Me intrigan las cosas donde no quieren que metamos las narices. Los periodistas tenemos un papel que hacer. Yo escribo mis novelas como lo haría un corresponsal extranjero. De hecho buena parte del trasfondo de mis novelas es verdad. Como el intento de matar a De Gaulle en Chacal , o de cazar a un asesino de masas nazi en Odessa. O de capturar una pequeña república africana usando mercenarios. Todo sucedió. Con frecuencia simplemente tomo la realidad y voy un poco más allá sobre la base del quizá.
Y en su retrato de la situación del mundo, ¿le preocupa la ola populista?
No tanto. La política está cambiando sin duda en toda Europa. La aceptación habitual de lo que llamamos el establishment está chirriando. Antes asumías que el primer ministro decía la verdad, que los servidores públicos eran honestos. Todo eso ahora está en duda. La gente se pregunta si está gobernada por corruptos y mentirosos. Lo llaman populismo, pero básicamente es desencanto, no creer ya más. Es el clima de nuestro mundo actual. La gente ya no cree automáticamente, sólo pruebas. Es obviamente malo para la estabilidad. En mi país hemos decidido salir de la UE por una clara mayoría y la razón es la misma. La clase trabajadora ordinaria, la gente que decantaba la balanza, no confía más en Bruselas, no quiere que sean los que nos gobierne. Era el ánimo que había tras el voto.
Usted también ha apoyado el Brexit. ¿Por qué?
Creo que la dirección de la UE lleva a un superestado.No democráticamente elegido. La Comisión es mucho más poderosa que el Parlamento Europeo. Y aquí en Gran Bretaña ya ve el caos actual en nuestro Parlamento: es porque durante siglos nuestra suprema autoridad de gobierno ha sido nuestro poder democráticamente elegido, y no un funcionario llamado Juncker sentado en Bruselas.

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