“Amo al Señor porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia. Debido a que él se inclina para escuchar, ¡oraré mientras tenga aliento!!” (Salmo 116:1-2 NTV).
Me tomó un tiempo, pero finalmente averigüé que este asunto del matrimonio es acerca de comunicación. Descubrí que en los días cuando tenía una comunicación abierta y plena con mi esposa Kay –no del tipo: “Hola, ¿cómo estás?, te amo. Nos vemos luego”- nuestra relación creció. Y en esos días cuando tuvimos poca o ninguna comunicación, nuestra relación disminuyó. Una relación nunca se mantiene firme. O crece o decrece.
Lo mismo es cierto con Dios. En los días cuando tienes unas pláticas significativas y profundas con Dios, tu relación crece. En los días cuando tienes poca o nula conversación con Dios, tu relación decae, es así de simple.
Cuando realmente amas a alguien, no solo quieren pasar tiempo juntos. Quieres hablar con esa persona. ¿Recuerdas cuando te enamoraste siendo un adolescente y tus padres se molestaron porque siempre estabas en el teléfono? Hablabas y hablabas y hablabas porque estabas conociendo a esa persona. La comunicación es como conoces a otros.
¿De qué hablas si quieres expresar amor a Dios? De todo lo que hablarías con tu mejor amigo: tus esperanzas, tus temores, tus sueños, tus ansiedades, las cosas que te desconciertas, las cosas de las que estás orgulloso, las cosas de las que sientes vergüenza, tus metas, tus ambiciones, tus heridas, lo que te importa –cada parte de tu vida.
La Biblia dice en Salmos 116:1-2 “Amo al Señor porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia. Debido a que él se inclina para escuchar, ¡oraré mientras tenga aliento!” (NTV).
Si no te sientes cercano a Dios a causa de tu vida cristiana se ha vuelto una rutina, aburrida, sin alegría y sin vida, hay un remedio simple: Comienza a hablar con Dios de nuevo.
La oración no es solo un deber que tienes que hacer. Es un privilegio que puedes hacer. ¡Puedes hablar con el creador del universo! Él está esperándote a que tengas una conversación con él para que su relación pueda crecer.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Qué tan a menudo hablas con tus amigos más cercanos? ¿Es más, o menos seguido de lo que hablas con Dios?
- ¿Has intentado orar a través de las Escrituras a Dios? ¿Por qué crees que es importante?
- Si la oración es una conversación, ¿Cómo has respondido para lo que Dios te ha dicho?
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