En la Fundación Sagrado Corazón de Jesús está la señora Carmen Labrador dando manduco a la ropa, y no es cantando la canción precisamente, sino colaborando en la lavandería de este hogar de cuidado de ancianos que ha sufrido los embates de los apagones y la falta de agua e insumos para el aseo.
Carmen hizo un manduco con un palo de escoba y un pote plástico de cloro y en la batea se encargaba de darle y darle a dos camisas que tenían bastante sucio. “De esta forma logramos sacar la orina y pupú de la ropa de los abuelos”, confesó, pues son 100 ancianos que deben estar aseados, pero sin agua, sin luz y la escasez de detergente han tenido que resolver.
“Esta técnica nos las dio una compañera y es la que hemos estado usando”, comentó Carmen, aunque también soltó que lavar a mano es una opción. En la fundación hay varias lavadoras, pero están paradas por repuestos o porque son muy viejas, y solo cuentan con dos que usan cuando les llega la luz.
“Estamos pasando roncha, con el manduco es que nos hemos medio ayudado”, lamentó la abuela Isabela Arispe, quien vive allí y ha sufrido las penurias que han pasado con los “mega apagones“.
LA PRENSA logró visitar a tres casas de cuidados de ancianos, incluidas San Vicente de Paúl y Mis Años de Vida, donde la crisis de luz y sus consecuencias las ha afectado tanto, como en Sagrado Corazón de Jesús.
“En el primer apagón se nos cayó una abuela y se golpeó toda la cara”, mencionó la hermana Rosalina González cuando explica los riesgos que corren cuando en Sagrado Corazón de Jesúsquedan en penumbras y los ancianos quieren ir al baño. En el caso de esta lesionada, la mujer sufrió una fuerte caída ocasionándole una fractura en las costillas.
En las otras casas de cuidado, aunque no se precisaron detalles, confesaron que han tenido que resolver con velas y mechurrios.
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