Hacia el año 1208 un guerrero mongol llamado Temudjin (“el acero más fino”) logró unificar a todas las tribus nómadas bajo su poder asumiendo el título de Genghis Khan, equivalente a emperador universal. Lo hizo para someter a otros clanes rivales debido a la fuerza de su ejército, la crueldad con que actuaba ante quienes no se le sometían y su capacidad de liderazgo. Luego, emprendió la tarea de hacer de los mongoles un pueblo poderoso y moderno.
Puso por escrito su lengua, elaboró jurisprudencia y organizó una administración que permitiera evolucionar a los mongoles hacia una sociedad más moderna y sedentaria, cuyo modelo más inmediato era el Imperio chino.
Genghis Khan también empleó las campañas de conquista como gran elemento de cohesión de su pueblo. El primer objetivo fue China, la cual estaba dividida en cuatro reinos. Desde 1209 fueron cayendo uno tras otro, aprovechando la inestabilidad interna y las divisiones étnicas que existían en todos ellos. El líder mongol no dudaba en emplear el exterminio masivo para quienes se resistían, lo que le facilitaba la rendición de otros enclaves.
En campo abierto, apoyado en su caballería, el ejército mongol no tenía rival, y la dificultad de tomar las ciudades la solventó incorporando artesanos chinos para que construyeran máquinas de guerra capaces de derribar las murallas; así, en 1215 Pekín fue saqueada y arrasada.
EL IMPERIO CRECE
Tras dominar el norte y centro de China, Genghis Khan puso sus ojos en el oeste, y hacerlo lo llevó a dominar toda Asia central tras conquistar el reino de Kitai en 1218 y el de Jorezmio en 1220. Con ello incorporó a su joven Imperio las ciudades de Bujara, Samarkanda, Tashkent y Urganj, siendo masacrados todos aquellos que se atrevieron a resistir. A finales de ese año ya había alcanzado el mar Caspio y comenzado la invasión de Afganistán y Persia, donde aprovechó la rivalidad entre chiítas y sunitas para conquistarlos.
Los éxitos militares fueron, en gran parte, producidos como resultado de la astucia de Genghis Khan. Los mongoles eran un pueblo pequeño, de poco más de dos millones, y su ejército no sobrepasaba los 250,000 hombres, por lo que era preciso utilizar tácticas que ahorraran bajas.
Aparte de la crueldad física, sabía emplear la psicología; por ejemplo, Genghis Khan ordenó a sus hombres acentuar su mal olor, afear su aspecto y lanzar gritos terribles cuando cargaban,todo para aterrorizar al enemigo. También cuidaba mucho sus servicios de espionaje a fin de evaluar las defensas enemigas. Igualmente, dejaba falsas vías de escape al adversario; ello evitaba su lucha desesperada, que le podía costar muchos hombres, y facilitaba una posterior persecución en la que siempre los rápidos mongoles salían vencedores sin apenas verse comprometidos.
Tácticas de guerra
Se cuenta que ante las graves dificultades para tomar una ciudad china, se le ocurrió una curiosa estratagema: dijo al gobernador chino que levantaría el asedio si se le entregaban todos los gatos y aves de la ciudad. Extrañados por tan absurda demanda, pero aliviados, le entregaron lo solicitado. Sin embargo, el mongol no pensaba retirarse; ató trozos de tela a las colas de los miles de animales que tuvo en sus manos, les prendió fuego y, al dejarlos en libertad, volvieron asustados a sus nidos en la ciudad.
El resultado fue un pavoroso incendio que obligó a abrir las puertas a los residentes para escapar.
En otra ocasión, y ante su inferioridad numérica en una batalla, fabricó muñecos a modo de jinetes y los ubicó mezclados con sus soldados. Ante el aparente número de efectivos, la moral del enemigo se vino abajo. La austeridad de sus hombres también favorecía mucho la logística del ejército. Su alimentación se basaba en la leche y derivados, la carne y algo de cereal; en casos desesperados, sabían beber sangre de sus caballos sin matarlos.
En 1221 los ejércitos mongoles prosiguieron su avance e invadieron el reino cristiano de Georgia y luego Azerbaiyán.Tras cruzar el Cáucaso, atacaron Ucrania y aniquilaron al ejército ruso en la batalla del río Kalka, a orillas del Mar Negro, en 1223. Después, con un enorme botín a cuestas, regresaron a sus bases de partida cruzando los Urales.
EL FINAL DE SU VIDA
En 1225, y controlando ya un imperio de casi 40 millones de kilómetros cuadrados mediante un eficiente servicio de mensajeros a caballo, Genghis Khan se instaló de manera definitiva en Mongolia. Favoreció la diversidad de religiones, el comercio y la cultura, demostrando una actitud tolerante que contrastaba con la extrema crueldad que ejercía en la guerra. En el terreno íntimo fue exuberante: tuvo 36 esposas oficiales y cientos de concubinas, las más bellas de todos los pueblos sometidos, con las que se supone engendró a miles de hijos.
En agosto de 1227 murió por causas indeterminadas, contando por entonces más de 70 años de edad y dominando la mayor parte de Asia. Fue enterrado en un lugar secreto, al parecer junto a enormes riquezas y miles de sirvientes sacrificados, sin que quedara vivo ningún testigo de la ubicación de la tumba. Hoy sigue sin aparecer, por lo que continúa siendo uno de los más fascinantes retos para los arqueólogos.
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EL MÁS SANGUINARIO
Hoy el líder mongol es considerado por algunos un salvaje, un héroe o, incluso, un semidiós. Para musulmanes, rusos y europeos se trata de un asesino de masas. En 1221 se atribuyeron a su ejército 1,748,000 muertes.
Los habitantes de las ciudades derrotadas eran colocados contra un muro y decapitados con machetes por las tropas mongolas. Cada soldado tenía que degollar a 50 personas y, como prueba, debían cortar una oreja de la víctima, colocarlas en un saco y llevarlas para que un oficial lo comprobara. El número estimado total de personas que los mongoles mataron ––con Genghis Khan al mando–– se calcula en 40 millones de personas.
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