Estos New York Yankees han enamorado al mundo del béisbol, cuando muchos pronosticaban que caerían como un piano ante la epidemia de lesiones que afectó a sus mejores jugadores desde los campos de entrenamientos primaverales.
Los Yankees llegaron a tener hasta 14 peloteros en la lista de incapacitados y tuvieron que echarles mano a muchos muchachos inexpertos, algunos de ellos totalmente desconocidos para el gran público, quienes contra viento y marea mantuvieron al equipo en la ruta ganadora.
La química casi mística que logró Aaron Boone con este grupo de muchachos lo pone a la cabeza en la carrera por el premio de Manager del Año, en tanto mostró la profundidad de la franquicia producto del trabajo de los últimos años, en que cambió la mentalidad de la gerencia que antes trataba de tapar todos los huecos simplemente a golpe de billetes.
Pero poco a poco los estelares van sanando y se acerca el momento de tomar duras decisiones.
Algunos de estos chicos que han ayudado a escribir una verdadera hazaña tendrán que ser de una u otra forma sacrificados para abrirle espacio a quienes van llegando de la lista de lesionados.
Este tiempo de juego que recibieron esos chicos sirvió de vitrina, en que demostraron ser capaces de jugar al más alto nivel y ahora podrían ser valiosas piezas de cambio en busca de pitcheo abridor, la mayor necesidad que tiene el equipo.
Uno de los sacrificables sería el jugador de cuadro venezolano Thairo Estrada, buen defensor de la segunda base, pero capaz de desempeñarse también en el campocorto y ocasionalmente en los jardines. Tiene 23 años y en su estadía en Las Mayores ha bateado para average de .280 (50-14), con tres dobles, igual cantidad de jonrones y 11 carreras impulsadas.
Estrada está listo para seguir adelante en Grandes Ligas, pero con el regreso de Didi Gregorius y la presencia del también venezolano Gleyber Torres y de D.J. LeMahieu se hace complicado darle tiempo de juego.
Nueva York podría aguantarlo, teniendo en cuenta de que Gregorius será agente libre al final de la campaña y una extensión contractual dependería de cuán saludable y sólido en su rendimiento se muestre en lo que queda del 2019, mientras a LeMahieu le resta el 2020 con el equipo.
En caso de que el holandés no sea renovado, Gleyber pasaría a defender el campocorto a tiempo completo y su compatriota Estrada podría ser la segunda base del futuro, con D.J. como utility para el próximo año.
El otro sacrificable sería el jardinero Clint Frazier, elegido como quinta selección de la primera ronda del draft del 2013 por los Cleveland Indians y transferido a los Yankees en el 2016 en el canje que involucró al relevista zurdo Andrew Miller.
Frazier lo ha hecho muy bien con el madero, con 11 dobles, igual cantidad de vuelacercas y 34 carreras remolcadas en 50 juegos, con average de .287, pero tiene debilidades defensivas y cuando Aaron Judge y Giancarlo Stanton lleguen de vuelta, posiblemente tan pronto como la semana próxima, a unirse con Brett Gardner y Aaron Hicks, no tendrá espacio en los jardines. Gardner termina su contrato al final de la contienda y podría retirarse o tal vez el equipo decida darle un año más, en retribución por sus 12 campañas de servicios con este, su único equipo.
De cualquier manera, a Frazier lo más que le quedaría es el papel de cuarto jardinero, injusto para alguien que ha demostrado capacidad y merecimiento para ser un jugador de todos los días, lo cual podrá hacer en otro conjunto.
Todo depende de cuánto pueda recibir nueva York en retorno por él.
Y también parece estar próximo el final de su aventura con los Yankees para el veterano cubano Kendrys Morales, ahora mismo en la lista de incapacitados.
Morales llegó a Nueva York tras ser dejado en libertad por los Oakland Athletics y fue muy poco lo que pudo aportar, apenas cinco empujadas, un bambinazo y un doble en 62 turnos, con average de .177.
Alternó en primera base con Luke Voit, pero esa función la puede asumir LeMahieu.
Su paso por los Yankees podría haber sido la última escala de su accidentada trayectoria, que despegó de manera impresionante en el 2009 con Los Angeles Angels, pero comenzó a descarrilarse un año después, tras aquella fatídica lesión de tobillo al llegar al plato luego de un grand slam para decidir un partido.
A partir de entonces ya nada fue igual y aunque ha tenido una digna carrera de 13 temporadas, a sus 36 años ha llegado la hora de decir adiós.
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