El Museo Picasso de Barcelona rastrea la relación del artista con la fotografía
Un visitante contempla el icónico retrato de Picasso en camiseta marinera relizado por Robert Doisneau |
En 1957, cuando Pablo Picasso ya había trascendido lo puramente artístico y se había convertido en un icono popular, David Douglas Duncan lo fotografió no posando ni rematando alguno de sus lienzos, sino de espaldas y rodeado por una nube de paparazzis en una calle de Cannes. «Hay una revolución en el arte moderno y él tiene que ser el protagonista. Es uno de los primeros famosos de la era de la imagen», concluye ahora Violeta Andrés, comisaría de una exposición que, bajo el título de «Picasso, la mirada del fotógrafo»,rastrea en el Museo Picasso de Barcelona la «fructífera y compleja» relación de creador malagueño con cámaras y fotógrafos.
«Tenemos al Picasso fotógrafo, al artista de la foto y al actor de su propio personaje», resume el director del museo, Emmanuel Guigon, a los pies de una gigantesca reproducción de la instantánea de Duncan. Es ahí, a la sombra del padre del cubismo, donde arranca una exposición que combina los fondos del Museo Picasso de París con los de la pinacoteca barcelonesa para alternar «fotos icónicas e imágenes completamente desconocidas». Fotos como las que Dora Maarrealizó en el taller parisino de la Rue des Grands Augustins mientras Picasso daba forma en apenas seis semanas al «Guernica» y también como las que Leopoldo Pomés tomó durante su visita a La Californie en 1958 y que nunca antes se habían expuesto. «Picasso es fotogénico. Es algo que sabía todo el mundo. Él mismo tiene desde muy joven esa conciencia de poner en escena un personaje», explica Andrés.
Quizá por eso, y por más que la muestra presta especial atención a lossucesivos talleres en los que trabajó Picasso, apenas hay testimonios gráficos del artista en pleno rapto creativo. «Hay muy pocas imágenes de Picasso trabajando de verdad», confirma Andrés. A cambio, tenemos infinidad de fotos y retratos realizados en París, Montrouge, Boisgeloup, Antibes o La Californie por Brassaï, Lee Miller, Lucien Clergue, Michel Sima, Herbert List, Man Ray, Arnold Newman y Edward Quinn, entre otros.
Nombres cuyas instantáneas comparten protagonismo en Barcelona con óleos y esculturas de Picasso y objetos de alto valor simbólico como una cámara de fotos de Dora Maar. También con dieciocho fotografías y siete placas de vidrio que se muestran por primera vez y que dan cuenta de la faceta del malagueño como fotógrafo. «Picasso es un ojo, una mirada. Antes de todo necesita crear y experimentar. Y experimentó con la técnica fotográfica como con cualquier otra técnica», recuerda la comisaría en referencia a sus colaboraciones a cuatro manos con Maar y André Villers o a la serie de fotografías deHorta de Sant Joan (Tarragona) que el propio Picasso realizó en verano de 1909. Esto último, apunta Guigon, conduce directamente al «Picasso etnólogo» que capta imágenes de su entorno y sus habitantes mientras empieza a descubrir las bondades del arte fotográfico.
Con los años llegarían retratos como el de Olga Khokhlova, inspirado en una fotografía de Émile Delétang; el nacimiento del Picasso escultor en un taller de Normandía; y, sobre todo, la constatación de que el artista no había dejado prácticamente ningún aspecto de su construcción pública al azar. «Antes incluso de la explosión de popularidad de los años cincuenta ya sabe perfectamente cómo ponerse en escena», insiste Andrés.
Ahí están, por ejemplo, los retratos de Cecil Beaton de 1933, utilizados aquí para ilustrar la portada del catálogo, anticipando el despliegue iconográfico que llegaría con Robert Doisneau y la célebre instantánea de Picasso enfundado en una camiseta de rayas marineras, santo y seña de la inconografía picassiana.
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