El mandatario de derecha, con una popularidad de 33%, ajusta las expectativas de crecimiento en una cuenta pública ante el Congreso
El presidente de Chile, Sebastián Piñera, saluda durante el balance de su año de Gobierno ante el Congreso. |
En su segunda cuenta pública ante el Congreso, la de mayor importancia antes de que en 2020 arranque un período de consecutivas elecciones de autoridades regionales y nacionales, el presidente chileno, Sebastián Piñera (2018-2022), ajustó por primera vez las expectativas de crecimiento, un asunto central para su Gobierno y uno de los motores de su campaña.
“Este año nuestro país crecerá entre 3% y 3,5%”, reconoció el sábado por la noche el mandatario de la coalición de derecha Chile Vamos, aunque añadió que con estas cifras su país seguiría liderando el crecimiento de América Latina y superaría el promedio de crecimiento mundial.
Es la primera vez que su Administración reconoce que Chile podría no alcanzar la meta de 3,5% para 2019, un trago amargo para un Gobierno que llegó al poder con la promesa de tiempos mejores, generando altas expectativas económicas en la población, luego de cuatro años de crecimiento promedio de 1,8% en el mandato de la socialista Michelle Bachelet (2014-2018).
Piñera indicó en su cuenta anual ante el Parlamento que “este 2019 será, sin duda, más difícil” en el plano económico y enumeró las razones: “El debilitamiento de la economía mundial y de América Latina, la recesión o estancamiento en países como Argentina y Brasil, la guerra comercial y tecnológica desatada entre EEUU y China…”. Agregó que en este escenario ha influido “el deterioro de los términos de intercambio, con la caída del precio del cobre y alza del precio del petróleo” y “la falta de colaboración de algunos sectores” de la oposición chilena. “Han obstaculizado la aprobación de modernizaciones y reformas importantes, urgentes y necesarias para Chile”, añadió el mandatario, en un discurso en que reiteradamente realizó llamados al diálogo político a sus opositores. “Es tiempo de dejar atrás el obstruccionismo”, señaló el gobernante.
El presidente chileno, cuya coalición no logró la mayoría en el Congreso en las elecciones legislativas de 2017, necesita de la oposición para sacar adelante su programa de Gobierno, que contempla una reforma tributaria, laboral y de pensiones, entre otras iniciativas. “Pero Piñera tiene un panorama legislativo tormentoso”, describe el columnista Ascanio Cavallo. “Tiene minoría en el Parlamento, pero adicionalmente tiene una mayoría opositora que es muy estridente, que le gusta amenazar, gritar y que considera que negociar es una traición”, añade el analista sobre la oposición chilena, donde se encuentran fuerzas tan diferentes como la Democracia Cristiana, el Partido Socialista y el Frente Amplio, que no conforman una alianza ni comparten un proyecto común.
En un país donde no se observa un escenario de conflictividad –“no hay movilizaciones, no hay paros”, describe Cavallo– la mayor parte de los 14 meses de mandato de Piñera ha estado marcada por la confrontación de las fuerzas políticas. “Tanto el oficialismo como la oposición disputan la propiedad de la mayoría. Cuál es más legítima, más amplia, si la del Gobierno o la del Congreso”, señala el columnista. Pese a las dificultades de la Administración de Piñera, sin embargo, Cavallo indica que la probabilidad de que haya un nuevo Gobierno de derecha es alta. “Si las elecciones fueran en un mes, la derecha volvería a ganar. En parte, porque la oposición chilena está cada vez peor”.
Para Harald Beyer, columnista y rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, el Gobierno de Piñera se encontró con tres sorpresas en el camino desde que arrancó en marzo de 2018. “En primer lugar, una oposición más dura de lo que anticipaba. Por otro lado, el caso Catrillanca [el asesinato de un dirigente mapuche por parte de Carabineros], que desdibujó uno de los proyectos centrales de esta Administración, el Plan Araucanía. Y un tercer elemento, que no es tan grave como los anteriores, pero que ha afectado en su relación con la oposición: que la economía se ha ido ralentizando”, señala el economista. Para Bayer, sin embargo, ninguna de estas circunstancias debería empujar al Ejecutivo a abandonar la búsqueda de grandes acuerdos, uno de sus propósitos centrales en el arranque del período, que se desdibujó con el paso de los meses, según el rector. “En gobiernos cortos como los chilenos [de cuatro años] no resulta conveniente cambiar el libreto, a menos que ocurra algo realmente desestabilizador”.
La ciudadanía ha castigado también a La Moneda por el clima de confrontación política. “En un régimen tan presidencialista como el nuestro, siempre el Gobierno termina siendo responsable de estas situaciones”, indica Beyer. La popularidad del presidente ha caído consecutivamente. De acuerdo a la encuesta CADEM, de una popularidad de un 60% en abril de 2018, un mes después de regresar al Gobierno, su respaldo bajó a un 33% en la actualidad. “La tendencia natural es que su popularidad disminuyera, porque no es un presidente que genere cercanía, no es empático. Pero con una estrategia política cuidadosa se podría haber evitado”, indica el economista. Un presidente impopular tiene mayores dificultades en el Congreso para aprobar sus leyes y, según señala Beyer, el 33% de respaldo “no resulta nada cómodo para el Gobierno”. “Pero La Moneda tiene una ventaja con respecto al primer mandato de Piñera [2010-2014]: la oposición no tiene propuestas ni grandes liderazgos”.
Para la presidenta de la fundación Chile 21, Gloria de la Fuente, “esta Administración partió con expectativas muy altas y ha tenido gran dificultad en cumplirlas, tanto por errores propios como por la falta de mayoría”. “Es una cuestión que debió ponderar a la hora de enfrentar sus promesas”, añade la cientista política. Sobre la necesidad del alcanzar grandes acuerdos, indica que “el camino del diálogo político es el camino, pero respetando las diferencias y teniendo en el norte que lo que está en juego o lo que debe estar al centro es la calidad de vida y la fortaleza de las instituciones en nuestro país”.
Con un escenario complejo por lo económico, la relación tirante con la oposición y la baja popularidad del presidente, el Gobierno adicionalmente ha anotado varios autogoles, como la polémica por la presencia de dos de los hijos del mandatario en una reciente gira oficial a China, donde participaron de reuniones de negocios oficiales. “La idea del abuso de poder está directamente relacionada a la mala administración de los conflictos de interés, con la ventaja inmerecida que tienen algunos y que rompe un principio fundamental de la democracia que es la igualdad”, analiza De la Fuente. “Creo que eso explica el impacto que han tenido distintos episodios que ha enfrentado este Gobierno. Es importante hacerse cargo de la situación desde las prácticas, sobre todo considerado que el telón de fondo de esta discusión es el descrédito general de las instituciones”, añade la columnista.
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