EL EMERGENTE
Por Ignacio Serrano
Las lesiones cortaron el vuelo de Edwin Hurtado, lo que realmente es una lástima. No solamente por ser un leal deportista, un personaje cordial y un fiero lanzador. De no haber empezado sus problemas al llegar a los Leones del Caracas, en 2004, habría redondeado una de las carreras más notables de pitcher alguno en la LVBP. Y a pesar de ello, resultó memorable. Tanto, que finalmente es miembro de nuestro Salón de la Fama.
El barquisimetano fue símbolo del dominio de los Cardenales de Lara en los años 90 y en la primera parte de este siglo. Fue uno de los monticulistas más exitosos de la liga entre 1994 y 2004. Dos veces ganó el premio al Lanzador del Año. En una ocasión se llevó la Triple Corona, el galardón que únicamente han logrado él y Wilson Álvarez desde la zafra 1971-1972.
Es el número uno de todos los tiempos en triunfos y ponches propinados en los playoffs de la pelota profesional criolla, la más importante instancia del campeonato. Y es segundo en aperturas e innings lanzados.
No fue más prolífico debido a esos problemas físicos. Cuando llegó a los melenudos el brazo le pasó factura por tantos capítulos lanzados con los pájaros rojos, por tantos sliders imbateables.
Su única sombra estuvo en no haberse consolidado más allá de las fronteras, cuando viajó a Japón o pasó por las Mayores.
El languideciente epílogo de su carrera, al suceder las molestias en el brazo, hace que algunos no le recuerden como el afilado competidor que fue. Pero Hurtado marcó una época de nuestro beisbol, y tiene muy merecido su lugar en nuestro Salón de la Fama .
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Con extractos de artículos que he publicado en El Nacional.
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