A lo largo y ancho del mundo las personas viven cada vez más años. Aunque ha habido altibajos, la esperanza de vida siempre ha ido en aumento constante y en los dos últimos siglos ha aumentado más del doble.
Este aumento se venía produciendo por la disminución de la mortalidad infantil. Sin embargo, desde los años 50 del siglo XX, el motivo principal ha sido la reducción de la mortalidad en edades más avanzadas. Por ejemplo, en Suecia, donde los datos demográficos se recogen desde mediados del siglo XVI y son muy completos, la esperanza de vida ha ido aumentando durante cerca de 150 años. La prolongación de la esperanza de vida se ha observado en muchos otros lugares, como Europa Occidental, Norteamérica y Japón.
Esto ha contribuido a un rápido aumento del número de personas ancianas (las que llegan a los 100 años, incluso a los 110 o más).
El primer supercentenario (por encima de los 110 años) confirmado fue Geert Adrians-Boomgaard, que murió en 1899 con 110 años y cuatro meses. Otros han superado su récord. La primera mujer supercentenaria, Margaret Ann Neve, murió en 1903 con 110 años y 10 meses, y mantuvo el récord durante casi 23 años. Delina Filkins falleció en 1928 con 113 años y siete meses. Su récord se mantuvo imbatido 52 años.
Actualmente, el récord lo tiene la francesa Jeanne Calment, que murió el 4 de agosto de 1997 a los 122 años y 5 meses. A pesar del aumento exponencial del número de personas supercentenarias desde los años 70, su récord se mantiene, pero es probable que no dure mucho tiempo más.
Sobrevivir cumplidos los 100
Aunque esta tendencia al aumento de la esperanza de vida esté generalizada, no puede darse por sentada. Las últimas mejoras en los índices de mortalidad en Dinamarca, tras un periodo de estancamiento, hacen sospechar que allí la esperanza de vida está aumentando. En cambio, en Suecia se ha observado un descenso en el número de personas con edades más altas.
Estudiamos a 16.931 centenarios (10.955 suecos y 5.976 daneses) nacidos entre 1870 y 1904 en Dinamarca y Suecia, países vecinos con estrechos lazos históricos y culturales, para saber si nuestras sospechas eran ciertas. Aunque generalmente Suecia tiene un índice de mortalidad más bajo que Dinamarca en la mayoría de edades, no hemos encontrado pruebas de que haya aumentado en los últimos años. Por el contrario, en Dinamarca hemos observado que los más mayores mueren a edades cada vez más altas, y la edad a la que sobrevive sólo el 6% de los centenarios aumentó constantemente durante el período de estudio.
Dinamarca y Suecia son similares en muchos sentidos, a pesar de la diferente tendencia respecto a la esperanza de vida. Esta disparidad podría deberse a distintas causas, que no son fáciles de desentrañar. No obstante, exponemos algunas ideas.
Sistemas de salud
En primer lugar, existen distintos niveles de salud entre las dos poblaciones ancianas. Las últimas investigaciones realizadas con mujeres centenarias en Dinamarca muestran mejorías en la salud medidas por las Actividades de la Vida Diaria (ADL, por sus siglas en ingles) –las tareas básicas necesarias para llevar una vida independiente, como bañarse o vestirse–. En Suecia, por el contrario, esta tendencia en la población anciana es menos optimista. Un estudio no halló ninguna mejoría en las ADL, con deterioro de la movilidad, cognición y rendimiento.
Por lo tanto, la diferencia entre los dos sistemas sanitarios, sobre todo en los últimos tiempos, podría explicar en cierto modo la diferencia. El gasto en los servicios públicos en Suecia se redujo a principio de los años 90 debido a una serie de crisis económicas. El servicio de salud para los mayores se vio afectado. Por ejemplo, la hospitalización de personas mayores: se pasó de los hospitales a las residencias de ancianos y se redujo el número de camas en estas últimas. Todo esto puso a algunas personas mayores en riesgo, en especial a aquellos con condiciones socioeconómicas más bajas.
Además, los dos países han seguido desde entonces distintos caminos en cuanto al cuidado de los mayores: Suecia tiende a enfocarse en los más débiles, mientras que Dinamarca tiene un enfoque algo más amplio. Algunos estudios sugieren que el enfoque de Suecia ha tenido como consecuencia que quienes más necesitan los cuidados no los reciben, y que los segmentos más desfavorecidos de la población de edad avanzada dependen en mayor medida de los cuidados familiares, que pueden ser de menor calidad.
Las personas que alcanzan edades muy altas son un grupo selecto y, por supuesto, muy duradero. Quizás, por su resiliencia inherente y su fisiología particular, tienen más posibilidades de beneficiarse de las mejoras de las condiciones de vida y de la tecnología.
Nuestro estudio comparativo sugiere algunas cosas interesantes para otros países, en especial aquellos con economías emergentes o en desarrollo. Estos hallazgos demuestran que es posible alargar la esperanza de vida si se produce una mejoría en la salud en las edades más altas y si se dispone de un sistema de cuidados de calidad. De hecho, si esto es así, la revolución de la longevidad humana va a continuar durante un tiempo.
Anthony Medford, Postdoctoral associate researcher, University of Southern Denmark; James W Vaupel, Professor of Demography and Epidemiology, University of Southern Denmark y Kaare Christensen, Director of the Danish Aging Research Center and the Danish Twin Register, University of Southern DenmarkEste artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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