Tener un buen aspecto físico no es siempre suficiente para estar en forma. Y tampoco consiste en hacer deporte de forma descontrolada o salir a correr dos veces por semana. Según el departamento de Salud y Servicios Sociales de Estados Unidos, estar en forma es “realizar una actividad física a diario de manera vigorosa sin sufrir exceso de fatiga”.
Sabemos que desde hace un tiempo a esta parte el deporte de correr se ha puesto de moda. Así, existe cada vez más gente decidida a calzarse los tenis y comenzar en esta actividad que muchas veces halla su colofón en una carrera, permitiendo a su vez encontrarse con otros en la misma situación y sentir la experiencia que convoca no solo a participantes sino también a sus familias.
De esta práctica podemos extraer importantes ideas útiles para todos aquellos con responsabilidad en la gestión de personas. Y estoy seguro que hay muchas más…
1. El sentido como factor motivacional
Muchas veces el líder intenta lograr el entusiasmo en los colaboradores por medio de distintas acciones, y principalmente utilizando al dinero como una de las herramientas más recurrentes. Sin embargo, luego de comprobar el efímero poder de éste aparecen las dudas y los enojos. Recomiendo en este punto pensar detenidamente por el sentido que el empleado atribuye a su trabajo. Para el corredor, este se halla en lograr una mejor condición física, sentirse mejor, conocer gente o alguna otra relacionada. Pero siempre hay un sentido para el que corre y si lo pierde, dejará de entrenar. Estoy convencido que una persona incapaz de atribuir una razón importante a lo que haga no podrá ser motivada desde el exterior. La responsabilidad del líder será descubrir lo que es realmente significativo para el colaborador.
2. Ir tras una meta: la planificación
El liderazgo sin objetivos claros equivale a andar a ciegas. Los seguidores sienten ahí que no tienen rumbo y por lo tanto desconocen aquello que deben hacer. Cuando el corredor entrena para una carrera debe planificar su alimentación, calendario y tipos de entrenamientos previos, asegurarse de conocer el circuito (si hay cuestas o es plano, cómo será el clima ese día, etc.) entre otros aspectos. Seguir el método logrará en algunos batir su propia marca o simplemente llegar a la meta. Por el otro lado, es vital para el Líder que no se confíe solo en su poder de improvisar sino que dedique el tiempo necesario para planificar acciones a corto y mediano plazo, identificando así los pasos necesarios para alcanzar los resultados que pretende.
3. Soportar la soledad
Todos los que lograron una posición jerárquica en la estructura organizacional conocen perfectamente que hay momentos en los que miran a su alrededor y no hay nadie. Momentos de sostener decisiones comprometidas o de asegurar firmeza. Esto es requisito tanto para él como para el corredor. Tanto en los entrenamientos como en las carreras, hay situaciones en las que solamente está él y sus pensamientos. De esta capacidad dependerá en gran medida su éxito.
4. Entender el trabajo en equipo
Un mito del running es que se trata de un deporte solitario. Y esto es verdad, pero solo en parte dado que también es posible realizarlo en grupos. Es más, quienes lo practican de esa forma admiten que los entrenamientos son mucho más gratos que los realizados solos. El llamado grupo de corredores ayuda a sostener las ganas si esta decae (esos momentos en que hay más deseo de ver una serie que salir a trotar) y empuja hacia la meta por medio del lenguaje verbal, con gritos de aliento y también desde lo gestual, con saludos o choques de manos. El mejor líder es quien se deja apoyar por su equipo de colaboradores y comparte sus logros con ellos. Entiende a la perfección que es una pieza clave, pero que su funcionamiento óptimo está reglado por las acciones de sus empleados.
5. Tolerar las presiones
Los líderes se sienten tironeados desde diferentes lugares. Subalternos, sus propios jefes, clientes, proveedores y así. Por el lado del runner la presión viene más desde adentro que desde el exterior. Sin embargo, en las dos situaciones debemos elevar nuestro umbral de tolerancia a las mismas. Claudicar antes de tiempo es tan decepcionante como no haberse nunca decidido a combatir. Las personas más eficientes son las que se animan a dar batalla, lo que implica lidiar con la incomodidad periódica de la tensión.
6. La emoción inexplicable de llegar
Lograr el estimado de ventas, o la reducción notable del ausentismo. Mejorar la situación financiera de la empresa u otras similares aportan una sensación única y ciento por ciento comparable al que cruza la línea de meta. Es asombroso para los que concurren a una carrera por primera vez como espectadores ver a los participantes que terminan, irrumpir en llanto con una sonrisa en el rostro. Es una experiencia única que merece ser disfrutada y que resulta la consecuencia directa de haber hecho las cosas bien y a su tiempo.
7. Manejo del estrés previo
En la noche anterior a la carrera lo ideal sería dormir como un bebé, tal como sería deseable para el líder que al día siguiente deba negociar un acuerdo. Sin embargo, no todos pueden dominar la adrenalina que esto supone y tienen insomnio o bien otras desagradables manifestaciones de malestar. Aquí también vale decir que se trata de una cuestión de hábito y entrenamiento. No es solo la noche previa en la que es necesario realizar tal o cual cosa sino en todas las anteriores. Cenar temprano y frugalmente. No ver tv o conectarse a la web debe ser la condición de los días previos tanto para corredores como para líderes.
8. La mejora continua
Un líder que confía solo en sus potencialidades y talentos actuales, despreciando la formación constante será perecedero y al momento de darse cuenta, será demasiado tarde. Si un corredor no se esfuerza por mejorar se sentirá estancado y su entusiasmo disminuirá progresivamente hasta su extinción en la actividad. Mejorar permanentemente significa por un lado admitir que no somos perfectos, que debemos seguir aprendiendo y estar actualizados. Y por el otro asumir el esfuerzo que eso supone, destinando el espacio y tiempo suficiente para llevarlo adelante.
9. Gestión de emociones y Control
En el running existen varias técnicas psicológicas que ayudan a poner el cerebro a nuestro favor, siendo la visualización una de las más conocidas. Existe un proverbio en esto que lo ilustra: “Una maratón se corre primero con las piernas, luego con la cabeza y se termina con el corazón”.
Efectivamente, exponer el cuerpo a 42 k no solo es posible con un entrenamiento físico adecuado sino también uno mental. Las veces que aparecen las ganas de abandonar en la trayectoria son muchas y aquí es donde la cabeza debe jugar a favor. Con los líderes sucede exactamente lo mismo: Cuántas veces tuviste ganas de renunciar, mandando todo al diablo? O irte de boca con el proveedor que no respetó el trato?. Sin embargo, esos momentos en los que pudiste gestionar tus emociones, priorizando la razón, te acercaron un poco más a la meta y aumentaron tu compromiso personal.
10. La pasión
Todo lo que uno encare necesita imperiosamente contar con el deseo suficiente para llevarlo a cabo. La experiencia en los dos ámbitos me enseñó de manera muy clara que es imposible ser un buen corredor si no lo hacés por gusto y tampoco serás un buen líder si te sentís incómodo en ese lugar. No le demos más vueltas a la cosa. Tal como sucede con una vara de madera, si la forzamos en exceso lo único que lograremos es quebrarla. Prioricemos nuestro deseo y esforcémosnos por conseguirlo que de se eso se trata, en definitiva, la felicidad…
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