“Dijo María: Mi alma glorifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador,” (Lucas 1:46-47 NVI).
Cuando se trata de planificación, muchos cristianos actúan como ateos. Se dan cuenta de que Jesús los salvó, pero en realidad no confían en él. Creen que pueden planear su vida como quieran. Pero la realidad es que Dios creó a todos e hizo a cada persona con un propósito único. Tiene un destino específico para todos.
Dios tenía un plan para María. La escogió, y la creó para convertirse en la madre del Hijo de Dios. ¿Y cuál fue la respuesta de María? Ella no dijo, “Tengo mis propios planes para mi vida. Estoy muy ocupada. Tengo que hacer lo que es mejor para mí”. No, se dio cuenta de que Dios tenía un propósito para su vida, y estaba dispuesta a hacer lo que quisiera.
Su respuesta fue un canto de alabanza: “Mi alma glorifica al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1:46-47 NVI). María reconoció que Dios era su Señor y Salvador, y estaba ansiosa por hacer su voluntad. Ella le confió su vida, a pesar de que sabía que nadie le creería cuando les dijo lo que dijo el ángel.
¿Confías en que Dios te ha hecho para un destino específico? La Biblia dice: “Reconozcan que el Señor es Dios. Él nos hizo, y le pertenecemos; somos su pueblo, ovejas de su prado” (Salmos 100:3 NTV).
El destino de Dios para tu vida es mejor que cualquier plan que se te ocurra. Así que, si vas a confiar en alguien con tu vida, ¿quién mejor para confiar que tu Creador, el que te creó para un propósito?
Reflexiona sobre esto:
- ¿Qué planes has estado haciendo por ti mismo? ¿Qué tan bien reflejan tu confianza en Dios y en su voluntad?
- ¿De qué manera el confiar verdaderamente en Dios por tu destino afecta tu vida de oración, tus relaciones con otras personas y tu perspectiva sobre los acontecimientos mundiales?
- Tómate unos momentos y escribe algunas palabras de alabanza a Dios que reflejen tu deseo de hacer Su voluntad y cumplir su propósito para tu vida.
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