En un país con más de cuatrocientos peloteros en las Grandes Ligas parece fácil deducir que a lo largo del territorio nacional hay muchas poblaciones donde se anida la disciplina con facilidad. Pero asociar el desarrollo de la actividad con un caserío de menos de tres mil habitantes, a orillas de una costa y por ende retirado de una carretera principal, no es lo usual. Es allí donde La Sabana expone sus virtudes como cuna del beisbol en el estado La Guaira y se posiciona como el espacio geográfico más fértil de los últimos años para la exportación de talento, tanto como San Pedro de Macoris en República Dominicana.
El poblado, ubicado a tres horas de Caracas, es una de las siete localidades que integran la parroquia Caruao dentro del litoral central, y para acceder a él existen dos formas: desde la antigua Ciudad Vacacional Los Caracas, por la carretera de la costa pasando los pueblos de Quebrada Seca, Osma, Oritapo, y Todasana. O de Caracas a Caucagua hacia Barlovento, siguiendo por Higuerote y Carenero en la carretera hasta la encrucijada del Puerto Francés, rumbo a Chirimena y Chuspa.
Como en casa
Las expectativas durante el recorrido por conocer el espacio donde se juega beisbol mañana, tarde y noche son altas; y al culminar la última subida luego de dejar atrás el letrero de identificación de la zona todo se torna familiar.
Las expectativas durante el recorrido por conocer el espacio donde se juega beisbol mañana, tarde y noche son altas; y al culminar la última subida luego de dejar atrás el letrero de identificación de la zona todo se torna familiar.
Basta susurrar los apellidos “Acuña”, “Escobar”, “Blanco” entre otros, para que cualquiera de los habitantes te guíe hasta ellos, o al estadio Óscar Santiago Escobar, donde se han formado los más de 50 peloteros profesionales que ha dado el lugar, entre los cuales destacan siete gradeligas, incluido al Novato del Año de la Liga Nacional en 2018 y el segundo jugador venezolano en acumular treinta jonrones e igual número de bases robadas en una misma temporada, Ronald Acuña Jr.
El jardinero de los Bravos de Atlanta le ha sido fiel a su linaje beisbolero y por eso se identificó como “El de La Sabana” durante la realización del players weekend de MLB la semana anterior. Una frase que cuenta con una vieja pero prominente data, cuyas interrelaciones configuran, para muchos, la mayor cantidad de jugadores profesionales por metro cuadrado para cualquier lugar de Venezuela.
“La Sabana ha dejado de ser un pueblo desconocido desde que Ronald está en Grandes Ligas”, exclamó con regocijo Kenny Escobar, hermano de Kelvim. “Eso nos llena de orgullo. Ese muchacho ha enaltecido sus raíces y para nosotros es lo máximo”.
Los inicios
Todo comenzó con Óscar Santiago Escobar, papá de José (MLB 1991) y Óscar júnior, quien fundó un equipo de béisbol en 1963 con el nombre de San José de La Sabana. José, actualmente parte del staff de la Academia Escobar es padre de Elvis y Edwin, ambos lanzadores de Cardenales de Lara, el último de ellos grandeliga en 14-15’, es tío de Kelvim (MLB 97-09), Alcides (MLB 08-18’), y Vicente Campos (MLB 16’). También de Acuña Jr., cuyo vínculo con los Escobar viene dado por su abuela paterna, mamá de Ronald padre e hija de Óscar, Justina Blanco.
Todo comenzó con Óscar Santiago Escobar, papá de José (MLB 1991) y Óscar júnior, quien fundó un equipo de béisbol en 1963 con el nombre de San José de La Sabana. José, actualmente parte del staff de la Academia Escobar es padre de Elvis y Edwin, ambos lanzadores de Cardenales de Lara, el último de ellos grandeliga en 14-15’, es tío de Kelvim (MLB 97-09), Alcides (MLB 08-18’), y Vicente Campos (MLB 16’). También de Acuña Jr., cuyo vínculo con los Escobar viene dado por su abuela paterna, mamá de Ronald padre e hija de Óscar, Justina Blanco.
Como es notorio, la frondosidad genealógica de las familias hace casi imposible fijar un número de miembros, aunque en las reuniones decembrinas es más “fácil” la demarcación por el nivel de disfrute de su terruño y la hospitalidad adherida entre sus humildes calles.
“Escobar hay muchos. Hay unos que tienen el apellido y se identifican más rápido, pero otros que no, aunque sí somos familiares. Pero son como veintitantos”, confesó José, primer profesional y segundo bigleaguer de la familia, después de Ángel (1988). “Mi papá tiene hasta bisnietos y de allí pueden venir muchos más peloteros. Aquí casi todos tenemos somos familias, incluso si no llevan el Escobar como tal. Tengo primos de apellido Campos, Acuña, Blanco. Somos un gentío”.
De hecho, una investigación más extensa y con aclaratoria de las partes involucradas permitió deducir que el recordado Carlos “Café” Martínez y sus hijos, José y Teodoro, tienen lazos sanguíneos con los Escobar, y de allí sus tratos como primos-hermanos. La mamá del primer Martínez profesional llevaba el conocido apellido y dio origen a la radicación en el poblado, sin ser propiamente el nativo que aparece en los registros de identidad.
Formación
El mencionado despliegue sanguíneo justifica la cultura deportiva de la región, donde hasta el más pequeño tiene siempre una estaca en la mano para simular un bate y cualquiera intenta hacer una pelota con un pedazo de papel. No hay secretos escondidos en La Sabana, solo ejemplos reales de superación, esfuerzo y ganas de darle continuidad a la práctica del beisbol para subir la cifra de estrellas con “sello sabanero”.
El mencionado despliegue sanguíneo justifica la cultura deportiva de la región, donde hasta el más pequeño tiene siempre una estaca en la mano para simular un bate y cualquiera intenta hacer una pelota con un pedazo de papel. No hay secretos escondidos en La Sabana, solo ejemplos reales de superación, esfuerzo y ganas de darle continuidad a la práctica del beisbol para subir la cifra de estrellas con “sello sabanero”.
“En este pueblo todos los muchachos nacen con una pelota en la mano. Todo el mundo quiere ser pelotero. Salen de aquí del estadio y se ponen en la calle a jugar y pasan todo el día en eso”, afirmó José con una sonrisa de satisfacción por lo que tiene ante sus ojos. La familia sigue creciendo y el arraigo a La Sabana aún más.
El exjugador recordó que el número de exportación a la fecha fuese sido aún mayor en años anteriores de existir las condiciones para firmar peloteros que se exhiben en la actualidad, por lo que se ha convertido en una misión familiar lograr que esto se haga realidad.
Del censo sabanero que existe en hoy en día, han firmado muchos peloteros con academias fuera de Caruao y si se quiere hacer de La Sabana una fábrica registrada de peloteros exitosos hay que formarlos allí, para que las futuras generaciones puedan contar con el respaldo que necesitan y se entusiasmen en la admirable, pero nada sencilla labor.
“Hay muchos que han firmado pero no todos han llegado. Son 56 los peloteros de aquí que han conseguido contrato de Grandes Ligas, un pueblo de cuatro calles, gracias a Dios ahora podemos darle un mejor respaldo a todos con la ayuda de los que ya han tenido la experiencia de jugar en el show”, agregó José, quien considera a La Sabana como el lugar donde los sueños nacen y se hacen realidad, también donde cada día los vecinos frente al televisor ligan los extrabases y jugadas defensivas de Acuña Jr. para festejar en diciembre al son de los tambores y acompañado de fuegos artificiales.
La Academia Escobar prepara el relevo
“La gente estaba esperando por esto hace mucho tiempo”, soltó a viva voz el exgrandeliga de los Indios de Cleveland José Escobar cuando se le preguntó por las actividades de la Academia de Beisbol Escobar, fundada el 13 de octubre de 2015, como parte del interés familiar por darle seguimiento a la generación de relevo e instruirlos en el difícil camino hacia la profesionalización.
Desde hace cuatro calendarios, niños entre los 12 y 16 años de edad de la zona y otros estados del país llegan tempranito al Óscar Santiago Escobar para una rutina de entrenamiento junto al staff sabanero, encabezado por Ronald Acuña padre y dirigido por John Al Hay, en compañía de Rudy Bolívar (preparador físico), Dionisio Díaz (coach de pitcheo), Carlos Suárez, Ricardo Laya. Todos con experiencia en pelota.
“Hablamos con ellos siempre. Les decimos que el beisbol no es solo correr y batear. Hay que inculcarle muchas cosas, la disciplina, la constancia, el trabajo fuerte, para que sean buenos peloteros dentro y fuera del terreno”, comentó el papá de Elvis y Edwin, quien también desempeño funciones como coach de Cardenales de la Lara en la LVBP por más de 30 temporadas.
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