“En términos de responsabilidad el gran problema del diálogo ha sido que el Gobierno siempre que se ha sentado va con la idea de ver cómo se sale con la suya, prácticamente negado a transigir lo que realmente es fundamental”.
Pese a esa afirmación, el sacerdote jesuita Francisco José Virtuoso, rector de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) no cede al camino de una negociación para pasar la página de la más brutal crisis que alguna vez haya azotado al país.
En conversación telefónica con PANORAMA, valora la oportunidad que se tuvo en Barbados.
“Se hizo un esfuerzo inmenso por tratar de zafarse del esquema perdedores y ganadores, zafarse de la polarización tratando de presentar alternativas que le permitieran una salida honorable al Gobierno y realmente lamento que el Gobierno haya sido incapaz de tomar esa oportunidad y salir adelante y haya constituido esta mesa alternativa que deja por fuera a los grandes problemas, pero sin embargo abrió estas posibilidades (Psuv a la AN y promesa de nuevo CNE) que hay que aprovechar”, reconoce.
Incluso reflexiona sobre qué sería lo más conveniente para el chavismo: “Al chavismo le conviene una transición hacia la democracia en Venezuela y que pueda desocupar el poder por la vía pacífica, electoral y democrática porque eso le deja abierta las posibilidades para volver a asumir el poder”.
—La crisis avanza sin salidas a la vista… ¿eso nos pone en qué estado padre?
— Efectivamente la crisis en el país se agrava, cada vez más, lo más terrible es que se agrava haciendo casi imposible la vida de los venezolanos. Nos hemos visto obligados a sobrevivir tratando de responder a las necesidades más elementales: la educación, la salud, la vivienda, comer todos los días se ha convertido en una odisea. Tengo mucho afecto por la región zuliana porque pasé buena parte de mi vida en Maracaibo y la situación de los estados fronterizos es cada vez más dramática (…) estamos estancados en la aproximación a una salida de la crisis, cada vez más paralizados de encontrar una salida que es política porque estamos hablando de un Estado que puede responder a las grandes inquietudes de la población, un Estado que responda al bienestar de la gente, generar condiciones para que se reactive la inversión, el empleo, generar condiciones para que los venezolanos en el exterior puedan regresar, todo eso requiere un cambio político en el país y esa posibilidad se hace más difícil por la testarudez, empecinamiento del Gobierno que rige el Estado venezolano de empeñarse en mantenerse allí, a pesar de la mayoría del rechazo de la población.
— ¿Pero es que no ha sido ni siquiera suficiente una crisis tan dramática, como la que vive el Zulia, capaz de generar acuerdos mínimos para solucionar problemas como el de la electricidad y los servicios públicos?
— Esa situación terrible habla de una inamovilidad total del Estado venezolano. Es urgente tomar decisiones elementales para una prestación más eficiente de los servicios públicos, como el tema de la electricidad, del agua, del transporte, el suministro de combustible; todo eso requiere de una actuación más directa del Estado, más eficiente y en ese sentido se toman decisiones que tienden a obstaculizar más esos temas.
— Hay una nueva iniciativa de negociación que ha sido cuestionada por los grandes partidos opositores, ¿cuál es su opinión sobre este nuevo intento?
— Sobre este tema asumo la declaración del Grupo de Contacto Internacional que afirma la necesidad de una salida política, pacífica, constitucional a la crisis venezolana mediante una concertación, pero no cualquier tipo concertación. Más bien que sea entre los sectores mayoritarios que representan a la oposición venezolana y el Gobierno.
El contenido de esa concertación, que es lo más importante, tiene que resolver la crisis de raíz, en eso se estaba avanzando en las conversaciones en Barbados, y pretender sustituirlo por este diálogo en el que no se va a la raíz de los problemas en el que el tema fundamental tiene que ser por qué estamos dialogando, lo hacemos porque hay una usurpación en el poder con unas elecciones que se realizaron de forma ilegítima el 20 de mayo del 2018, hay que sustituir esa situación por una que nos devuelva al camino de la legitimidad. Volver a tener unas elecciones presidenciales en Venezuela no es nada fácil, requiere de pasos y la negociación busca acordar esos pasos por la vía de la concertación y no por la violencia o el conflicto.
Ahora si pretendes sustituir eso, obviando ese problema por otros, que también pudieran ser importantes; no van a la raíz del problema. La pretensión de sustituir la mesa de Barbados por la que se presentó en Caracas el lunes 16 de septiembre, no es equivalente.
—¿No pocas voces han cuestionado la decisión de pararse de Barbados que tuvo la oposición?
— La oposición no se paró de Barbados. Quien lo hizo fue el Gobierno. La oposición lo que hizo fue decir: Si ustedes no se sientan qué vamos a hacer, esas fueron las declaraciones de Guaidó, damos por terminado Barbados porque se pararon desde principios de agosto, quien se para de Barbados es el Gobierno de Maduro.
Formo parte del conjunto de voces en el país que pide volver a los procesos de negociación que se iniciaron en Barbados, ya no sé si serán en Barbados o dónde serán, pero hay que volver, ¿por qué? Porque ahí se presentó una suerte de hoja de ruta sobre cómo transitar hacia unas elecciones democráticas, libres y presidenciales en Venezuela con un mecanismo concreto que no recibió respuesta de parte del Gobierno.
Con todo y eso no soy pesimista. A estas altura del juego tenemos algunas cosas importantes, el hecho de que los diputados del Psuv hayan decidido volver a la Asamblea Nacional es positivo, eso significa reconocer la Asamblea, dejar en el limbo todo el tema del desacato, eso significa reconocer a las autoridades de la Asamblea y convierte al Parlamento en lo que es: una instancia de diálogo y de debate para llegar a acuerdos. Felicito también la idea de que el Gobierno reconozca la idea de que hay que cambiar a la directiva del CNE.
— Esto, lo del Psuv al Parlamento y el cambio del CNE ¿de alguna manera no pueden interpretarse como un punto de partida hacia delante?
— Claro que sí. Si algo nos dejó Barbados sobre la mesa, independientemente de que se retome o no ese mecanismo; fue la necesidad de reinstitucionalizar al país, para avanzar y transitar hacia la apertura del espacio democrático en Venezuela. La pretensión es la de avanzar hacia elecciones libre, primero presidenciales, porque son las que realmente están cuestionadas, la elección de mayo del ’18. Evidentemente también están las elecciones legislativas porque el año que viene, como está previsto, todos aspiramos a que se celebren al final del 2020. El tema electoral está en el centro y este rejuego de las circunstancias pudieran ayudarnos a avanzar.
— Hay un tema que no es menor, cómo cohabitan la Constituyente y el Parlamento, ¿esa pareciera ser otra de las mayores debilidades de esa mesa?
— Desde el punto de vista legal la Constituyente es totalmente írrita. Es una asamblea convocada y desarrollada al margen de lo que establece la Constitución, eso no fue convocada por el pueblo venezolano, eso fue convocado directamente por el presidente Maduro, desde el punto de vista legal no existe. Lo que existe es la Asamblea Nacional; efectivamente creo que lo importante es centrarse en este momento en fortalecer la Asamblea Nacional, en rescatar su valor, en convertirla en esa punta de lanza para abrir perspectivas para el país, obviando por ahora este tema de la Constituyente porque si se toma el espacio de la Asamblea Nacional, como lo consagra la Constitución, para legislar ese es el que debe prevalecer, aunque la ANC lo obstaculice, creo que eso debe ser parte de la discusión en el Parlamento.
— La prédica es habitual en algunos analistas de que el Gobierno gana tiempo con el diálogo, pero la crisis avanza y también pierde posibilidades, ¿cómo vislumbra usted al chavismo en una transición en Venezuela?
— Al chavismo le conviene una transición hacia la democracia en Venezuela y que pueda desocupar el poder por la vía pacífica, electoral y democrática porque eso le deja abierta las posibilidades para volver a asumir el poder.
Lo hemos visto en muchos casos en el mundo, ahorita mismo en Argentina, donde vamos a ver cómo termina eso.
Al chavismo le convendría esa posibilidad. Es una verdadera insensatez política empeñarse en aferrarse al poder a pesar de todas las consecuencias que eso tiene para el pueblo venezolano y mostrarse intransigente hacia la posibilidad de una transición en democracia en el país.
— Con Barbados agotado, por ahora; la calle apagada y los cuarteles en silencio, ahora todo apunta a más sanciones y al Tiar, ¿cuánto margen hay en esa estrategia de afilarse en el foco internacional?
— El apoyo internacional hay que buscarlo por la vía del apoyo político para el cambio en Venezuela, tipo la ONU, la OEA, el Grupo de Contacto Internacional, el Grupo de Lima, la Comunidad Europea, ese apoyo político es muy importante (…)
La vía de pensar que pueda producirse un acuerdo internacional para intervenciones militares lo que se ha mostrado es que el mundo no quiere caminar por esa vía, nadie está dispuesto a pagar ese costo por los males que trae consigo, todo el mundo le ha sacado el cuerpo a eso, incluso EE UU, esa no es una solución que merece gastar tiempo en ella.
Más bien todo esto que hace la oposición de ir a la ONU y desde ahí tratar de concretar apoyos para el cambio político y democrático en Venezuela me parece una acción organizada en la vía correcta.
Tenemos que estar claros que la presión internacional, la diplomacia internacional nos ayuda de manera clave, pero evidentemente la acción política y la acción civil dentro del país es lo clave en este proceso hay que conjugar esas dos fuerza en la dirección del cambio.
— El papel de la Iglesia no ha pasado inadvertido, el Vaticano aportó a la negociación, sin embargo, sectores radicales han cuestionado a Su Santidad Francisco sobre su rol en todo este tema…
— La Iglesia ha estado muy clara en toda esta acción, comenzaría por la Conferencia Episcopal de Venezuela (CEV) y por las instituciones de la Iglesia en el país, hemos apuntado a la necesidad del cambio democrático, a la crítica por las causas que originan esta tragedia en Venezuela, a la necesidad, como se dijo en el último documento de la CEV, de que Venezuela aspira y apuesta a una salida electoral de la crisis mediante elecciones libres para el cambio de Presidente.
Con respecto al Papa, su posición siempre ha sido la que desde el inicio de esta crisis asumió: es necesario una salida concertada, negociada, esa ha sido su prédica y después todos los organismos internacionales han convergido en esa idea.
Tanto desde el Vaticano, como de la Iglesia venezolana, hay una apuesta por la necesidad del cambio, hay un claro reconocimiento sobre la tragedia que se vive y que ese cambio hay que lograrlo de forma pacífica y constitucional para que se sostenible en el tiempo.
— Si tuviera que hacer una evaluación de las mesas de diálogo de estos seis años, ¿en qué ha fallado el Gobierno y en qué ha fallado la oposición?
— Ha habido etapas, tres intentos de diálogo, de negociación. El primero fue en 2017, cuando estuvo muy involucrado el Vaticano; en ese momento se montó un escenario de negociación, ahí la principal crítica que se puede hacer a los actores es que fue muy improvisado y al poco tiempo dejó de existir por eso, lo improvisado. La oposición cometió el error de asumir a la ligera ese proceso, como también el Vaticano asumió sus errores al entender que el mecanismo no daba por lo rápido e improvisado.
El segundo fue el de Dominicana. Donde sí se prepararon más las cosas, pero el modo como se manejó, el desarrollo de la mesa de diálogo, con declaraciones públicas en cada oportunidad generó un contexto muy adverso a ese proceso que lo llevó al fracaso.
En esta tercera oportunidad, en Barbados; se corrigieron muchos defectos, fue más preparado, con normas más claras, con una mediación internacional y profesional muy importante de parte de Noruega; el sitio escogido, los negociadores, la metodología, era un espacio muy prometedor.
En términos de responsabilidad el gran problema del diálogo ha sido que el Gobierno siempre que se ha sentado va con la idea de ver cómo se sale con la suya, prácticamente negado a transigir lo que realmente es fundamental.
Ahora, poniéndome claramente de parte de la oposición y del grupo de Juan Guaidó y su grupo negociador, he conocido muy de cerca ese proceso y se hizo un esfuerzo inmenso por tratar de zafarse del esquema perdedores y ganadores, zafarse de la polarización tratando de presentar alternativas que le permitieran una salida honorable al Gobierno y realmente lamento que el Gobierno haya sido incapaz de tomar esa oportunidad y salir adelante y haya constituido esta mesa alternativa que deja por fuera a los grandes problemas, pero sin embargo abrió estas posibilidades que hay que aprovechar.
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