“Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno”. 2 Corintios 4:18 (NVI)
Rara vez evaluamos nuestros valores o cuestionamos nuestras percepciones hasta que tenemos una crisis. Una vez que estamos en un profundo dolor, comenzamos a examinar en lo que estamos basando nuestras vidas. Ya sea materialismo, sentirse bien o verse bien, instintivamente nos damos cuenta de que tiene que haber algo más.
Es por eso que es tan crítico que nos preguntemos – antes de que estemos sumergidos en el dolor – ¿qué es lo que va a durar para siempre?
Nuestra cultura nos anima a hacer todo lo contrario. Nuestra sociedad valora el aquí y el ahora. El mañana no importa. El próximo año no importa. Mil años a partir de hoy no importan. La eternidad y el cielo no importan. Vive el ahora.
Pero la Biblia dice algo diferente en 1 Juan 2:17, “El mundo se acaba con sus malos deseos, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (NVI).
Considera lo que sucede cuando somos tentados. La tentación no es sólo una batalla entre lo bueno y lo malo o lo que es mejor y lo que no.
La tentación es siempre una batalla entre el ahora y el después. ¿Hago lo que Dios dice y disfruto de los beneficios después, o hago lo que quiero y disfruto de los beneficios ahora?
La Biblia nos enseña “que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se ve es pasajero, mientras que lo que no se ve es eterno” 2 Corintios 4:18 (NVI).
Reflexiona sobre esto:
- ¿Qué hace que sea difícil mantener una perspectiva eterna a largo plazo cuando tratamos con las tentaciones?
- ¿Qué decisiones consideras más difíciles de tomar, cuando tienes en mente la eternidad?
- ¿Cuándo otros toman decisiones, cómo puedes ayudarlos a pensar en las consecuencias a largo plazo?
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