“Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Mateo 6:10 (NVI)
Adoramos a Dios cuando le entregamos nuestras vidas cada vez que oramos. Jesús enseña que cuando oramos, debemos comprometernos a la voluntad de Dios.
Dios tiene una voluntad específica para tu vida. La Biblia dice en Romanos 12:2, que la voluntad de Dios es buena y perfecta para ti. Parte de la conexión con Dios, es decir: “Dios, ¿cuál es tu voluntad para mí hoy? Quiero hacer tu voluntad”.
En el cielo, la voluntad de Dios se hace perfectamente. El problema en la tierra es que la voluntad de Dios no siempre se hace. Es por ello por lo que oramos, “Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Le estamos diciendo, “Dios, quiero rendirme a ti. Quiero hacer lo que tú quieras que yo haga”.
Puedes orar “Hágase tu voluntad”, de tres maneras diferentes. Puedes decirlo con resentimiento: “Hágase tu voluntad, pero no me agrada”. Puedes decirlo con resignación: “Hágase tu voluntad, porque no puedo evitarla”. O puedes decir con anticipación: “Hágase tu voluntad porque sé que es lo mejor y ¡eso es lo que quiero para mi vida hoy!”.
Cuando yo era un niño, veíamos un programa popular en la TV llamado «Mi Padre Sabe lo que es Mejor”. Tu padre terrenal no puede saber siempre lo que es mejor, pero puedes confiar en que tu Padre celestial sí lo sabe. Eso es lo que significa decir, “Hágase tu voluntad”.
Haz esta oración: «Dios, sé que tu voluntad para mi vida es mejor que cualquier cosa que yo pueda soñar. Quiero darte mi vida. Quiero tu voluntad en mi vida.
Reflexiona sobre esto:
- ¿Qué significa orar con expectativas?
- ¿Cómo puedes saber cuál que es la voluntad de Dios?
- ¿Crees que Dios se preocupa por tus sueños y deseos? ¿Por qué o por qué no?
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