Un documental muestra el futuro de miles de personas tras huir del conflicto de Sudán del Sur a un asentamiento de refugiados en el norte de Uganda
Alice y Gladys, protagonistas del documental 'Palabek, Refugio de Esperanza' |
Madrid
"Durante la guerra mataron a mi tía. La violaron entre ocho hombres y luego le retorcieron el cuello hasta matarla". Gladys, de 23 años, arruga el entrecejo visiblemente emocionada, mientras cuenta angustiada cómo perdió a parte de su familia en Sudán del Sur. "Huí con otros niños del pueblo de cinco, siete y 11 años. Simplemente corres para salvar tu vida. Pensaba que iba a morir". Alice, de 20, también escapó del país más joven del mundo por culpa de la guerra y se reencontró con su madre y su hijo en otro país después de perder a su padre y a su marido. Ellas dos y sus historias son las protagonistas de Palabek, Refugio de Esperanza, un corto documental de Raúl de la Fuente para Misiones Salesianas que muestra el futuro de miles de personas tras huir del conflicto armado a un asentamiento de refugiados en el norte de Uganda.
"La guerra es una experiencia destructiva. No solo destruye casas, comunidades. Destruye corazones, mentes. Todo queda atrás, todo está perdido", relata el misionero salesiano Ubaldino Andrade en los primeros minutos del corto documental que ha realizado Raúl de la Fuente —ganador de Premio Goya en 2014 por Minerita y por Un Día Más Con Vida en 2019— sobre este asentamiento. "Palabek habla de la guerra y de la vida después de la guerra", explicó el director en la presentación de la película el pasado jueves 17 de octubre en el Palacio de La Prensa de Madrid, que estará de gira por toda España.
En lengua acholi, palabek significa "guardar la espada. No pelees". Es también el nombre del lugar donde rehacen su vida más de 50.000 personas desplazadas por el conflicto que azota al país más joven del mundo. La guerra ha dejado más de 320.000 muertos, dos millones de desplazados internos y más de 2,5 millones de refugiados en Kenia, República Democrática del Congo, Sudán, Etiopía y, sobre todo, en Uganda. Dos de estas personas son Alice y Gladys.
Gladys, de 23 años, estudió Moda en Yuba. Vendió las únicas pertenencias que tenía después de huir de Sudán del Sur y con ese dinero compró una máquina de coser. La ropa que diseña le sirve de recurso para poder ayudar a criar a su hijo, que se quedó en su país. Ella es la única mujer que asiste a las clases de reparación de motos de la Escuela Técnica Don Bosco del asentamiento de refugiados de Palabek. Quiere ser conductora profesional. "Están en medio de la nada, a 100 kilómetros de cualquier ciudad donde conseguir un trabajo por lo que, para muchas mujeres, picar piedra es la única salida dentro de Palabek", contextualiza el padre Uba en el documental.
Palabek, que se abrió en abril de 2017, tiene una extensión de 400 kilómetros y capacidad para 150.000 personas. El asentamiento está divido en ocho zonas y, a su vez, en secciones. En cada una viven unidades familiares de la misma población para que su integración sea más rápida y la convivencia mejor. Cada semana se recibe a más de 500 personas, aunque a veces esa cantidad es la de un solo día. Tras huir al bosque y caminar varias jornadas durante las noches llegan hambrientos y heridos a la frontera, a unos 45 kilómetros de Palabek, donde el personal de ACNUR los atiende, pasan un reconocimiento médico, les curan las heridas y son vacunados. Después se recogen sus datos para poder localizar a los familiares y reciben alimentos y ropa durante unos días ante de establecer su destino final según la etnia a la que pertenecen. Uganda es el país que más refugiados recibe y acoge en sus fronteras, después de Turquía y Pakistán. Solo el año pasado, recibió al doble de personas de las que llegaron a toda Europa de manera irregular por mar, según cifras de Misiones Salesianas.
Uganda recibió al doble de personas de las que llegaron de manera irregular por mar a toda Europa
"El mejor recuerdo que conservo es cuando mi padre, en fechas cercanas a la Navidad, me compró un vestido blanco", explica Alice en la película, mientras baila vestida similar a su recuerdo. Para ella, con 20 años, estudiar Secundaria gracias a una beca es volver a tener una oportunidad para darle una casa a su familia. Su sueño es ser enfermera. "Son el mejor ejemplo de resiliencia", expresó Miguel Ángel Rodríguez, periodista especializado en conflictos y crisis humanitarias, en el coloquio posterior a la película.
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