El fundador de la todopoderosa red social defiende ante el Congreso de EE UU la necesidad de lanzar la moneda digital Libra y advierte de que "China se está moviendo rápido"
Washington
El fundador y máximo responsable de Facebook, Mark Zuckerberg, compareció este miércoles por segunda vez ante el Congreso de Estados Unidos y admitió la desconfianza que genera su compañía para lanzar Libra, un proyecto de moneda virtual que despierta muchos recelos entre inversores, reguladores y políticos. Ante los recelos, se mostró dispuesto a aplazar su lanzamiento, previsto para 2020. "Creo que esto es algo que debe construirse, pero entiendo que no soy el mensajero ideal ahora mismo", afirmó, tras la ola de críticas por no hacer suficiente contra las noticias falsas o por proteger la privacidad de los usuarios.
La audiencia del Comité de Servicios Financieros tenía como objeto principal la criptodivisa, el proyecto que, contra viento y marea, se ha puesto entre ceja y ceja del joven multimillonario, pero la comparecencia fue mucho más allá y, como ocurrió en la de abril de 2018, desencadenó en un interrogatorio áspero. Son muchos los frentes entre Washington y el gigante tecnológico en el que se ha convertido Facebook. El poder sin precedentes que esta y otras compañías de Silicon Valley han acumulado en la economía y la sociedad ha generado un debate intenso sobre la conveniencia de obligarlas a trocearse. Y sigue pesando como una losa el papel difusor de noticias falsas que Facebook y otras redes sociales desempeñó en la campaña electoral presidencial de 2016.
"Nos hemos enfrentado a muchos problemas en los últimos años y esto seguro de que la gente desearía que fuera cualquiera menos Facebook quien saque esta idea adelante", afirmó Zuckerberg. Cuesta imaginar al primer ejecutivo de una empresa hablar así de su negocio y de su credibilidad. Probablemente, solo alguien como Zuckerberg y una empresa como Facebook, que tiene 2.700 millones de usuarios en el mundo, pueden permitírselo. Este miércoles lo hizo en la Cámara de Representantes y, acto seguido, pasó varias horas defendiendo que, pese a todas las desconfianzas, su proyecto de moneda virtual debe salir adelante.
"Hay más de mil millones de personas en el mundo que no tienen acceso a una cuenta bancaria, pero podrían tenerla a través de sus teléfonos móviles su existieses el sistema adecuado", apuntó el presidente de Facebook ante los congresistas. También lamentó que los consumidores están pagando un precio "demasiado alto y deben esperar demasiado" para enviar dinero a sus familias en el extranjero. "La idea detrás de Libra es que enviar dinero debería ser tan fácil y seguro como enviar un mensaje de texto. Libra será un sistema de pago global, completamente respaldado por una reserva de efectivo y otros activos de gran liquidez", defendió.
Genera muchas dudas este proyecto. La semana pasada se hizo público que Visa, MasterCard, PayPal, eBay, Booking, Mercado Pago y Stripe han decidido apearse, aunque otros 21 miembros fundadores siguen en el barco. Zuckerberg quiere lanzarla oficialmente en junio de 2020 y ha constituido recientemente su junta de gobierno en Ginebra.
Pese a la elección de la ciudad suiza como cuartel general, el presidente de Facebook recalcó que la apuesta por Libra "extenderá el liderazgo financiero de Estados Unidos". China, advirtió, "se está moviendo rápido para lanzar ideas similares en los próximos meses".
Ahí tocó un punto clave. El equilibrio entre el control regulatorio sobre un proyecto así y, al mismo tiempo, asegurar que las empresas estadounidenses compitan con margen de maniobra ante el gigante asiático subyace en este complejo debate. El país que vio pasar una crisis financiera como la de 2008 teme que este sistema de pago crezca tanto que pueda significar tantos riesgos sistémicos como un gran banco. Además, como admite el propio empresario, el mar de fondo no es bueno ahora mismo en Washington.
La presidenta del Comité de Servicios Financieros, Maxine Waters, abrió el turno de preguntas con dureza. Preguntó insistentemente a Zuckerberg, cortando en seco los rodeos del empresario, si Facebook estaba haciendo algo por comprobar la veracidad de los anuncios políticos por los que la plataforma cobra. El presidente de la red social argumentó que esa no es su labor, idea que despierta muchas críticas, aunque colabora, dijo, con algunas plataformas externas para ello.
Como hizo en su primera comparecencia, Zuckerberg advirtió de que los intentos extranjeros por interferir en la política estadounidense, y señaló que, a diferencia de 2016, Facebook ya no está a la defensiva, sino que lo trata de combatir de forma activa. Puso como ejemplo la reciente eliminación de cuentas falsas rusas e iraníes. También alertó de los deepfakes (manipulaciones de vídeo a través de intelígencia artificial) como "una de las amenazas emergentes" y recalcó la necesidad de medidas para afrontarlo. Pero hay que distinguir este fenómeno, argumentó, de "contenidos que no gustan".
Waters, quien precisamente ha elaborado un borrador de ley que prohibiría a las empresas tecnológicas entrar en los servicios financieros, representa esa ola de sentimiento de alerta ante el creciente poder del sector. No es solo un asunto político. Un total de 46 fiscales generales de distintas partes de Estados Unidos se han sumado ya a la investigación antimonopolio liderada por la fiscalía de Nueva York, según trascendió el martes, lo que supone expandir el proceso a casi la totalidad del país.
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