viernes, 31 de enero de 2020

El petro venezolano: una ilusión y una moneda de chocolate

Nicolás Maduro, durante la presentación del petro, en octubre de 2018. En vídeo, el vicepresidente venezolano anunciaba el nacimiento del petro en febrero de ese mismo año. 


El Gobierno de Nicolás Maduro apuesta a toda costa a la que llama criptomoneda, aunque para los economistas no es más que otra reconversión para enfrentar la agonía del bolívar


El viernes 27 de diciembre, Carolina Guerra, ama de casa de 54 años, salió a comprar queso con medio petro, la criptomoneda de la que Nicolás Maduro lleva hablando dos años. Primero tuvo suerte, dice: no le costó tanto encontrar un negocio que aceptara la nueva moneda, hizo fila y esperó su turno. Pero cuando quiso hacer la transacción electrónica, el dinero desapareció. El encargado del negocio le dijo que la compra no se había procesado, una falla común en un país con una infraestructura en telecomunicaciones tan ruinosa que el Internet, uno de los más lentos de la región, funciona en forma intermitente.
"Ni siquiera pude pedir el queso. Te hacían pagarlo primero, por si fallaba la plataforma", cuenta ahora la mujer, un miércoles de enero, bajo el sol del centro de Caracas, mientras espera en otra fila para saber qué pasó con su dinero.
En diciembre pasado, Maduro anunció la entrega de un bono de medio petro (equivalente a unos 30 dólares, o cuatro o cinco kilos de queso) para pensionistas y trabajadores del sector público, unas seis millones de personas. Era la primera vez que los venezolanos podían salir a hacer compras con la criptomoneda que el Gobierno viene presentando como la panacea a todos sus problemas. “El petro es una maravilla y un milagro”, dijo entonces el presidente. “Es una nueva experiencia única y extraordinaria de nuestra economía”.
El anuncio impulsó una avalancha de personas que salió a tratar de comprar productos como medicinas, queso y otros alimentos con su medio petro, y se pasaron el fin de año haciendo filas en negocios. En ese furor, 1,2 millones de venezolanos —según datos del propio Gobierno— pudieron gastarlo. Pero la primera semana de enero la plataforma entró en una fase de mantenimiento obligado que iba a durar solo una semana y luego se extendió hasta finales de este mes. Las operaciones quedaron en suspenso como el dinero de Carolina Guerra.
“Los que se vayan a registrar en la app del petro vuelvan mañana porque se cayó el sistema. Hoy solo se atenderán reclamos”, les dijeron a Guerra y a los demás que hacían cola los militares que controlan el acceso a la Superintendencia Nacional de Criptoactivos, el organismo creado en Venezuela para regular el petro y el intercambio en criptomonedas, cuya marca de nacimiento es, justamente, que puedan operar al margen de las regulaciones de los Gobiernos y de los bancos. Los comerciantes que habían aceptado el petro también quedaron esperando su dinero.
Un negocio que acepta el pago con tarjeta de crédito en Caracas.
Un negocio que acepta el pago con tarjeta de crédito en Caracas.  BLOOMBERG
El uso del petro inyectó una liquidez que disparó la inflación y dejó expuesta la fragilidad de esta herramienta en el rebote que tuvo en esos días el precio del dólar, que marca la economía en el país y va triturando el bolívar día a día. El efecto que causó obedece a su concepción misma: “El petro no es una criptomoneda: es un token digital, una ficha centralizada, politizada, direccionada y multipropósito. El Gobierno decide si lo usas como un beneficio social o para apostar en un casino. No se mina, tampoco es de uso voluntario sino obligatorio, la única manera que han encontrado para darle usabilidad. Es discrecional, el Gobierno decide cuando lo apaga”, explica el economista Aarón Olmos, especialista en criptomonedas.
El bono de diciembre con el que Guerra esperaba comprar queso ha sido el paso más grande que ha dado Maduro, que busca a toda costa introducir el petro en la laberíntica economía venezolana, sancionada y en default, en la que más del 60% de las transacciones se hacen en dólares —y aún así a 90% de los venezolanos no le alcanzan los ingresos para comprar la comida—, y en la que el raquítico bolívar ha quedado relegado a unas poquísimas transacciones como pagar un viaje en autobús.
“El bolívar está muriendo entre la dolarización que estamos viviendo y la aparición del petro
Además de ese bono, este mes Maduro agregó nuevos usos obligatorios para el petro como el pago de la gasolina que compren aerolíneas internacionales en el país y las tasas por trámites como los permisos de las navieras extranjeras para usar los puertos. También aseguró que le pagará a Cuba en petros por los servicios que sus delegaciones prestan en el país.
“El bolívar está muriendo entre la dolarización que estamos viviendo y la aparición del petro. Todo indica que el petro es una especie de reconversión monetaria. Van a sacrificar el bolívar, porque cada vez tiene menos relevancia en la economía”, apunta el economista Luis Oliveros.

Los caminos verdes

Maduro explora en el mundo de las criptomonedas en el momento en el que está asfixiado por las duras sanciones que ha impuesto Estados Unidos. El petro, que en marzo de 2018 también fue vetado por del Departamento del Tesoro estadounidense, se vuelve una vía rebuscada, pero no imposible, de captar ingresos, pese a la poca o nula demanda de petros en el mercado. Quienes han intentado subastarlo a través del Sistema Patria, que opera como una plataforma de intercambio, han visto como el medio petro regresa a sus monederos virtuales, sin haber logrado la operación, y con un pequeño descuento de comisión por la operación.
Nadie quiere comprar un petro. Los pocos que se han comercializado en el mercado cripto se han vendido hasta un 50% por debajo del valor que le fijó el Gobierno, señala Javier Bastardo, miembro de la comunidad Satoshi, una red que busca educar sobre el bitcoin en Venezuela, el segundo país con el mayor volumen de operaciones en esta moneda después de Rusia.
El respaldo de una moneda es la confianza, una verdad económica que se hace más patente en el caso de las monedas virtuales. Así como el bolívar no vale nada, al punto de que la gente lo tira a la calle, al petro, creado por un Gobierno sancionado internacionalmente, lo rodea la incertidumbre y parece tener muy pocas posibilidades de calar en el mercado internacional. Sin embargo, puede llegar a convertirse en una especie de petro de Troya para intercambios fuera de las restricciones del sistema bancario internacional, y en un puente para captar otras criptomonedas de valor.
“Se está creando un ecosistema para el petro con unas casas de cambio autorizadas que podrían ser intermediarios”, apunta Olmos. El petro podría funcionar en el mercado local, pese a su depreciación en el mercado secundario. Una empresa que quiera hacer transacciones con el Gobierno podría hacerlo a través de un bitcoin intercambiable por petros en Venezuela, algo que tendría muchas más posibilidades de ocurrir si el Gobierno logra imponer su uso masivo. “A simple vista Venezuela es un laboratorio social y económico de lo que pudiera funcionar en otras economías sancionadas”.
El Gobierno aprovecha que la gente no entiende el dinero”
Si el Gobierno lograra sortear los baches tecnológicos que han trastocado el lanzamiento del petro, podría además ganar un período de estabilidad monetaria, con menos presión sobre las divisas, escasas por el bloqueo internacional, que pueda maquillar un poco la hiperinflación.

Falso ahorro

En agosto de 2018, Maduro creó el “bolívar soberano”: una operación a través de la cual restó cinco ceros a la moneda, que han regresado con la voraz hiperinflación que vive Venezuela. Junto con esa reconversión, el Gobierno determinó que el petro —cuyo precio supuestamente se calcula con base en un promedio de los precios del petróleo, el oro, diamantes y el hierro—, regiría también los salarios como una unidad de referencia. El valor de partida del petro representaba 3.600 bolívares (60 dólares en ese momento), y el salario mínimo en el país equivaldría a medio petro o 30 dólares.
Pero esa norma quedó enterrada junto con posibilidad de ahorrar en petros, uno de los principales beneficios que la propaganda gubernamental le adjudica a este instrumento. Al poco tiempo, además del valor que el Gobierno fijó para el petro, se estableció otro valor como criptomoneda, por lo que tiene dos precios. Hoy el salario mínimo no supera los 6 dólares (unos 450.000 bolívares), pero el petro mantiene un valor de referencia de 60 dólares y fluctúa al ritmo de la tasa de cambio (esta semana, por ejemplo, esos 60 dólares equivalen a 4,3 millones de bolívares). Eso genera la ilusión de que el petro se revaloriza, de que aumenta en bolívares, aunque estos sirvan para comprar cada vez menos cosas.
Una avalancha de personas salió a tratar de comprar medicinas y otros productos con su medio petro y se pasaron el fin de año haciendo filas
Alex Corso, un abogado retirado de 71 años, se ha aferrado a esa idea. Al primer bono en petros que dio Nicolás Maduro en diciembre de 2018, Corso lo ahorró durante un año. Eran 1.800 bolívares (eso valía entonces el medio petro) que, un año después, se transformaron en 99.000 bolívares. “Me generó algo de rendimiento”, dice, aunque con ese dinero hoy no puede comprar más que una barra de pan. La semana pasada, con una carpeta con documentos bajo el brazo, Corso hacía fila en la Superintendencia Nacional de Criptoactivos al igual que Carolina Guerra, pero en su caso era para registrarse en la PetroApp, que no se puede descargar desde ninguna tienda como Google Play o Apple Store por las sanciones que pesan sobre Venezuela.
Quienes quieren usar la PetroApp tienen que rellenar un formulario engorroso, tomarse una selfi junto a su cédula de identidad y adjuntarla a la solicitud, algo que Corso no tiene como hacer. Esta es la vía para poder gastar el petro en los negocios que no disponen del BioPago, un punto de venta especial que solo dispone la banca estatal.
Algunos bolívares en una vieja librería en Venezuela.
Algunos bolívares en una vieja librería en Venezuela.  GETTY
“En esto el Gobierno aprovecha que la gente no entiende el dinero”, dice Javier Bastardo, que asegura que la criptoeconomía en el país tiene obstáculos no solo como la mala conectividad y la inestabilidad eléctrica, sino también la poca formación de la población sobre el tema. El petro se ha ensayado justamente con los jubilados, los menos alfabetizados digitalmente, con quienes cala más fácil la ilusión monetaria por un token, apunta Olmos.
Hasta ahora, parece que la vía más fácil de consumir usando petros es comiéndolos: desde hace algunos meses, las tiendas oficiales Cacao Venezuela ofrecen a la venta unas monedas de chocolate que llevan el símbolo del petro en su envoltorio, con las leyendas “chocopetro” de un lado y “criptochocolate” del otro. El único problema es que no se pueden comprar con petros, porque la plataforma sigue en mantenimiento.

Milwaukee saca del roster a Deolis Guerra y lo designa para asignación


El relevista pasó las últimas semanas en las granjas de los Cerveceros, pero fue incluido en el equipo grande antes de la Serie Mundial, para evitar que se declarara agente libre. Los lupulosos tratarán de mantenerlo a bordo, si no es tomado en waivers

Por Ignacio Serrano
ElNacional.com

Los Cerveceros de Milwaukee anunciaron este jueves el pase del relevista venezolano Deolis Guerra a la lista de asignación, luego de sacarlo del roster de 40 para darle el cupo a un nuevo integrante de la divisa.

La firma de David Phelps obligó a los lupulosos a hacer un movimiento, echando mano al lanzador nativo.


Guerra estaba a punto de convertirse en agente libre, cuando en octubre los Cerveceros le dieron un nuevo contrato de Grandes Ligas y aseguraron su permanencia en la organización.

Aquella firma representó una feliz sorpresa, pues el tirador nacido en San Félix apenas apareció en un juego arriba durante toda la campaña, antes de ser devuelto a Triple A para el resto del calendario.

Su desempeño en las granjas de Milwaukee fue sobresaliente, a pesar de lanzar en la muy ofensiva Liga de la Costa del Pacífico. Allí dejó 1.89 de efectividad en 45 presentaciones, con 88 ponches en 66.2 innings, con 16 boletos y apenas 5 jonrones recibidos.

Su escuadra dispone de siete días como máximo para decidir qué hacer con Guerra, entre dejarlo en libertad, cambiarlo de equipo o pasarlo por waivers, en un intento por mantenerlo en las Menores.

El ex prospecto acumula ya 14 justas en el beisbol organizado. En abril cumplirá 31 años de nacido.

Guerra estaba haciendo maletas para presentarse en los entrenamientos de primavera dentro de dos semanas. Ahora debe esperar, hasta saber cuál será su destino.

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Publicado en ElNacional.com, el miércoles 29 de enero de 2019.

Eugenio Suárez estará 2 meses a media máquina tras cirugía en el hombro


El antesalista fue operado del hombro derecho, pero los reportes indican que debería estar totalmente recuperado para el inicio de la temporada

Por Ignacio Serrano
ElEmergente.com

El slugger venezolano Eugenio Suárez fue operado este martes para corregir un problema en el hombro derecho, informó el diario USA Today.

La lesión del guayanés fue causada por él mismo mientras nadaba en una piscina, de acuerdo con los datos revelados. No se considera un inconveniente grave, al parecer.


Los cirujanos removieron un cartílago suelto en el hombro.

El informe médico indica que Suárez cumplirá rehabilitación a partir de ahora y estará a media máquina durante el Spring Training, que se llevará a cabo entre febrero y marzo.

Se espera que esté en plenitud de condiciones cuando la justa comience.

Suárez impuso un récord para venezolanos con 49 jonrones en 2019 y está proyectado que repita su lugar en un lineup que se ha repotenciado con varias firmas en el mercado de agentes libres.


Ignacio Serrano

El mercado negro y gratuito de la insulina en EE UU



Un medicamento que los diabéticos necesitan tanto como el oxígeno que respiran, pero que tiene en las farmacias un precio exorbitante.


En el país más próspero del planeta vive gente ni rica ni pobre que frecuenta estacionamientos para intercambiar insulina, un medicamento que los diabéticos necesitan tanto como el oxígeno que respiran, pero que tiene en las farmacias un precio exorbitante.
Una gélida mañana de enero, en un suburbio de Minneapolis, Abigail Hansmeyer baja de su auto, que deja estacionado entre un Starbucks y una megafarmacia de la cadena CVS, y le entrega a una mujer una bolsa de papel con siete inyectores en forma de pluma y un frasco de insulina.
"Muchísimas gracias", dice la mujer, Annette Gentile, de 52 años, mientras revisa marcas y dosis de los contenidos del paquete. "Estos últimos días han sido una montaña rusa".
Annette, madre de un adolescente de 17 años, no es pobre: recibe una pensión mensual por discapacidad de 1.200 dólares y accede a la cobertura de la salud pública, pero ésta no cubre el costo de los medicamentos. La bolsa que recibió, suficiente para casi un mes, le costaría cerca de 1.000 dólares en una farmacia.
"Dependo exclusivamente de las donaciones", dice Annette.
Abigail, quien le entregó la insulina, está desempleada y también es diabética del tipo 1. Esta enfermedad autoinmune obliga a quienes la padecen a inyectarse insulina de por vida, varias veces por día.
Ella forma parte de una red informal de diabéticos que se contactan por Facebook. Abigail intercambia insulina que proviene casi en su totalidad de pacientes fallecidos que no llegaron a utilizarla, donada por sus familiares.
Para los rivales demócratas de Donald Trump, en campaña por las primarias que comienzan este lunes en Iowa, existen pocos escándalos peores que el precio de la insulina, todo un símbolo de la inequidad del sistema de salud estadounidense.
"No somos pobres", dice Abigail. Su esposo trabaja y creó una microempresa. La pareja vive en una casa, Abigail tiene su propio auto, perros y conejos.
Pero el empleador de su esposo no subvenciona la cobertura médica. Esta situación los deja en una especie de vacío: no son tan pobres para acceder a un seguro público, ni tan ricos como para pagar un seguro privado.
"Durante toda mi vida adulta he estado una y otra vez racionando mi insulina", dice Abigail, de 29 años, en la calefaccionada calidez de su sala de estar.
Hace algunos años, luego de una batalla con su seguro de entonces, Abigail recibió una bomba de insulina, un dispositivo portátil que administra al paciente esa sustancia de forma continua. Ese día, recuerda, lloró de emoción.
- Perder a un hijo -
En Minneapolis, si Abigail es una "dealer", Nicole Smith-Holt es una mayorista. En el subsuelo de su casa, abre un refrigerador para descubrir decenas de frascos de insulina. Según sus cálculos, esas botellas y las provisiones de jeringas, gasa y aparatos para medir la glucosa deben ser equivalentes a unos 50.000 dólares.
"Es estrictamente ilegal", dice Nicole sobre su alijo.
Ante la pregunta de por qué lo hace, su respuesta es simple: "Porque estoy salvando vidas".
Podría sonreír si no se tratara de una tragedia. "No precisamos otro Alec", dice Nicole, que perdió a su hijo Alec Raeshawn Smith en 2017.
"No quedaba ni una gota de insulina en su apartamento", recuerda esta madre de otros tres hijos.
La reforma de la administración de Barack Obama, conocida como Obamacare, otorgaba a Alec cobertura por el seguro médico de su madre hasta los 26 años.
Pero después de cumplir los 26, con su magro salario como empleado de un restaurante no alcanzaba a pagar su propio seguro. Nicole está convencida de que, poco antes de morir, su hijo no pudo desembolsar los 1.300 dólares que cuesta la insulina que precisaba.
Entonces tenía unos 27 días sin seguro. Causa de la muerte: cetoacidosis diabética por falta de insulina.
"Hasta el día de mi muerte voy a sentir cierta culpa", dice. "Quizá si hubiese insistido, si hubiese hecho las preguntas correctas, quizá él hubiese pedido ayuda".
La muerte de Alec, quien a su vez era padre, convirtió a Nicole en militante. Un día aparece en la televisión, otro con autoridades locales, o delante de un gran laboratorio. Los diabéticos de la zona pueden contactarla por Facebook, y ella responde rápidamente.
- Pasando la frontera -
Más al norte, los diabéticos tienen acceso a sus medicamentos del lado correcto de la ley pero pasando la frontera, en las farmacias de Canadá.
Al contrario que en Estados Unidos, allí el precio de la insulina está regulado. Cada tres o cuatro meses, Travis Paulson, de 47 años, maneja dos horas desde Eveleth, Minnesota, hasta Fort Frances, en la provincia de Ontario. Allí compra su insulina sin receta. Los inspectores en la frontera no lo molestan, siempre y cuando las dosis no superen lo necesario para tres meses.
El seguro de salud de Travis cuenta con médicos excelentes, pero solo cubre 50% del precio de los medicamentos.
Sobre una mesa, Travis apoya dos frasquitos prácticamente idénticos de insulina: uno es de NovoLog, se vende en Estados Unidos a 345 dólares; el otro es de NovoRapid, que en Canadá cuesta unos 25 dólares.
"Si tuviera que traerla en una mochila arriba de una canoa, lo haría", dice Travis. "Simplemente no voy a pagar lo que están pidiendo".
"Es codicia farmacéutica", dice.
Sobre su refrigerador, un autoadhesivo del candidato demócrata Bernie Sanders recuerda la revolución prometida por el senador socialista, quien pretende rebajar a la mitad los precios de los medicamentos. Pero incluso si eso llegara a ocurrir, puede que no alcance como incentivo para dejar de cruzar la frontera en busca de insulina.

JLo y Shakira: "Haremos homenaje a los latinos y a nuestra cultura" en el Super Bowl



Cada una ha ensayado con sus propios bailarines, con movimientos diseñados por coreógrafos diferentes.


Jennifer López y Shakira revelaron este jueves el concepto principal de su histórica presentación en el medio tiempo de la edición 54 del Super Bowl, la final de la liga del fútbol americano en la que buscarán dejar claro "el importante rol" que juegan los latinos en EE.UU., en momentos difíciles para la comunidad.

"La música y el deporte comparten el poder de unificar a la gente y es lo que buscaremos hacer en nuestro espectáculo en el Super Bowl", dijo López en la rueda de prensa sobre el show organizado por la Liga Nacional de Fútbol (NFL) y la empresa Pepsi-Cola, que patrocina este evento deportivo que se calcula que será visto por al menos 100 millones de personas.

"Es un momento muy importante para homenajear a los latinos y recordar la fuerza que somos en este país y en el mundo", manifestó por su parte Shakira.

Las artistas subrayaron, además, que su "show" será un paso más para "redefinir el concepto de la edad, la fuerza, la disciplina y qué significa ser una mujer latina".

"Los dos equipos en el Superbowl son liderados por mujeres. Dos mujeres, dos latinas están en el medio tiempo. Ese ya es un mensaje de empoderamiento a todas las niñas que nos estén viendo", añadió López.

Los organizadores describieron la presentación de las artistas como "la más energética, colorida y con más gente en el escenario de la historia del Super Bowl", que este año llega a su edición número 54.

Palabras como "agradecida", "honrada", "histórico" y "orgullo" salieron regularmente de boca de las artistas durante la conferencia que duró unos 45 minutos.

López estuvo particularmente emotiva cuando recordó cómo su familia miraba el Super Bowl año tras año cuando era pequeña. Se le quebró la voz al mencionar a sus padres, quienes "no caben del orgullo de ver a su hija aquí", añadió.

Si bien rechazaron dar detalles del espectáculo, lo definieron como "lleno de energía", con "mucho baile" y una "fiesta latina".

Se sabe, por lo que han compartido en las redes sociales, que las dos tendrán sus momentos individuales y luego compartirán el escenario.

Cada una ha ensayado con sus propios bailarines, con movimientos diseñados por coreógrafos diferentes.

Pero López y Shakira insistieron en que sus estilos "son complementarios" y subrayaron que se trata de "un esfuerzo conjunto, que ha requerido mucho trabajo para hacer algo de una magnitud tan grande".

Evidentemente unidas en el mensaje que quieren mandar durante los 12 minutos que durará su presentación, Shakira y López repitieron mensajes de inspiración sobre cómo los sueños sí se cumplen, siempre que se trabaje intensamente.

Para probarlo mencionaron repetidamente los lugares en los que nacieron y crecieron: Barranquilla (Colombia) y El Bronx (Nueva York).

 


Aun así hubo notables diferencias entre ellas. J Lo apareció con un estrecho conjunto de pantalón y bustier color beige, su melena dorada alisada y brillante y su maquillaje impecable.

Shakira, por su parte, llevaba el cabello despeinado, más oscuro que de costumbre, el rostro casi al natural y estaba vestida con un jean negro, una camiseta y botines raspados.

Era claro que López era la artista de la casa y bromeó relajadamente con reporteros y hasta logró que apareciera su ya famoso vaso con brillantes apodado "the bling cup".Shakira estuvo más seria, habló pausadamente y reconoció que estaba nerviosa.

"Anoche me dormí a las 4.00 de la mañana probándome un 'short' y me puse a llorar porque no me quedaba bien", relató para demostrar cómo ha sido el proceso para ella.

Aunque la final de fútbol americano, que este año se disputan los equipos de las ciudades estadounidenses de Kansas City y San Francisco, es lo más esperado por parte de los fanáticos del deporte, son los comerciales y el "show" del medio tiempo lo que más atención recibe a nivel nacional e internacional.

Entre los artistas que han participado en ese espacio del Super Bowl se incluyen Beyoncé, Justin Timberlake, Lady Gaga, Katy Perry, Bruno Mars, Prince y Madonna.

El espectáculo de medio tiempo de este año es producido por NFL Network con Ricky Kirshner como productor ejecutivo y Hamish Hamilton como director. Roc Nation será productor y asesor estratégico de entretenimiento para la presentación en vivo.

Esta es la primera vez que dos mujeres latinas estarán encargadas del espectáculo.

La dramática experiencia de un venezolano en Wuhan

La dramática experiencia de un venezolano en Wuhan

Rainier Pérez, un joven venezolano oriundo de Los Teques, está atrapado junto a 11 millones de personas en el epicentro del brote epidemiológico mas atemorizante de los últimos tiempos: el misterioso coronavirus chino.
El estudiante de 26 años, es un residente de Wuhan desde hace dos años, donde actualmente cursa estudios de Química Analítica Universidad de Ciencia y Tecnología de Huazhong.
Rainier, describe la ciudad de Wuhan como «encantadora» y de no ser por el macabro virus que les asecha peligrosamente, continuaría siendo la magnífica capital universitaria asiática que Pérez describe.
En una entrevista concedida a un importante medio de comunicación nacional, Rainier Pérez indica que actualmente vive en una suerte de «casa por cárcel».

Rainier Pérez: un venezolano en Wuhan

Pérez expresó que: «Todos nos encontramos siguiendo las instrucciones de las autoridades y no se siente desesperación ni miedo irracional. Se siente el miedo normal, humano, por contaminarse con la enfermedad. Sin embargo, no se siente ningún tipo de peligro».
Según explica Rainier Pérez, luego del 23 de enero la ciudad fue declarada cerrada por medidas sanitarias. Rainier afirma poder salir a comprar alimentos y demás bienes, pero no puede alejarse mucho de su residencia, debido a la ausencia del servicio de transporte de la ciudad.
Para salir al exterior, los residentes deben usar mascarillas de forma obligatoria o arriesgarse a una multa u otro tipo de sanciones.
Respecto a su condición de extranjero; Pérez afirma que: «La embajada ofreció apoyo y aseguró estar trabajando con las autoridades chinas para obtener un permiso que les permita enviarnos alimentos. La embajada también ofreció cualquier otro tipo de apoyo, en caso de que la situación en la ciudad empeore».
Cuando se le preguntó a Pérez respecto a su apreciación sobre la vida actual en la ciudad de Wuhan durante la crisis del coronavirus, el indicó que «Es una experiencia que no se la deseo a nadie».
A la hora de cierre de esta nota informativa, las autoridades de salud de China publicaron la actualización informativa respecto a la epidemia del coronavirus; donde indican unos 213 fallecidos y 9692 contagiados.

Con información de: ACN|ElNaciona|VenezuelaAlDia|Redes

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