Un estudio británico puso en manifiesto las consecuencias de entrenar en la vía pública en ciudades con altos niveles de polución.
En las ciudades con alta densidad de población es frecuente observar o cruzarse con personas entrenando en las calles. En medio de la gente y los autos que circulan, algunos salen a caminar, otros prefieren correr. Por ejemplo, así ocurre entre los porteños, que eligen el aire libre para cumplir con la cuota de ejercicio recomendado para llevar una vida saludable.
Sin embargo, los beneficios de mantenerse activo podrían resultar nulos en zonas de mucha concentración. Así lo estableció un estudio dirigido por científicos del Imperial College London, en Reino Unido, y la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos.
Analizando el impacto de la polución en 119 adultos (40 personas sanas, 40 con EPOC y 39 con cardiopatía isquémica estable) mayores de 60 años, los expertos concluyeron que caminar por las calles contaminadas puede anular los beneficios cardiorrespiratorios de la actividad física, independientemente de si la persona presenta o no problemas de salud.
Los gases procedentes de los automóviles, más la exposición a las centrales termoeléctricas e industrias, pueden cancelar los efectos positivos que el ejercicio aporta para el corazón y los pulmones, explicaron los investigadores. Y los resultados publicados en la revista The Lancet revelaron que apenas períodos cortos en áreas muy transitadas son suficientes para impedirlo.
Para arribar a esta conclusión, los voluntarios analizados caminaron en dos lugares emblemáticos de Londres: en el parque Hyde Park, una locación más desconcentrada y alejada de las emisiones de tráfico, y en la calle Oxford Street, una de las más concurridas y contaminadas de la ciudad. Entre 3 y 8 semanas después, repitieron la rutina. Tras ello, a los participantes se les examinaron distintos marcadores.
Los que pasaron por Oxford Street mejoraron mínimamente la capacidad pulmonar que al cabo de 24 horas terminó siendo nula. También experimentaron un endurecimiento arterial: los valores de rigidez aumentaron hasta un 16%. En este caso, los especialistas creen que los cambios fisiológicos pueden deberse -además del humo- al estrés que genera el entorno, con mucho ruido y movimiento.
Por el contrario, quienes circularon por Hyde Park, reflejaron significativas mejoras en las funciones pulmonar y vascular: la rigidez arterial bajó en más del 24% en voluntarios sanos y con EPOC, y más del 19% en pacientes con enfermedades cardiacas. Y la capacidad pulmonar mostró un funcionamiento superior, algo que se extendió hasta más de 24 horas.
En este contexto, Jim Zhang, líder de la investigación, aconsejó que las personas se alejen del centro para realizar deporte. “Si vas a caminar por la ciudad, mejor hazlo por espacios verdes, lejos de las áreas urbanizadas y la contaminación del tráfico. De lo contrario los efectos cardiosaludables se diluirán”, dijo.
Zhang explicó que en otros estudios se habían visto los efectos negativos en personas con afecciones cardiorrespiratorias, pero no en individuos sanos. Y por último, llamó a la necesidad de atender la calidad del aire y las medidas de control de tránsito en las metrópolis.
Fuente: Infobae
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